“Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo el que pide recibe y el que busca, halla y al que llama, se le abre”

Mateo,7

 

 

Cuidado con lo que deseas, porque puedes conseguirlo. La frase se la atribuyen a Oscar Wilde pero hoy podría firmarla Pedro Sánchez. Salvando las distancias ese es el recado que ha enviado a los presidentes autonómicos. En traducción libre, “¿no habéis clamado por haceros con las riendas? Pues todas vuestras”. El tono calmado, incluso melifluo, utilizado por el presidente a duras penas esconde la acerada respuesta a las tensiones y costes políticos que se le hicieron asumir durante los meses del estado de alarma.

El mensaje es muy claro, a mi entender. Los instrumentos legales para restringir derechos y libertades por motivo de una epidemia ya existen y se encuentran recogidos en la Constitución y en leyes ya vigentes, así que no hay que inventar el mundo. El hecho de recordar que se pueden llevar a cabo confinamientos parciales “a la carta” pero pasando por el Gobierno y por el Congreso de los Diputados es, no cabe duda, una forma directa de poner la pelota en el tejado de cada territorio. Lo mismo sucede con el ofrecimiento de rastreadores militares que en el caso de algunas comunidades serán reclamados con avidez pero que pueden ser políticamente un regalo envenenado para Catalunya o Euskadi.

¿Es malo Sánchez? Es hábil. Con este planteamiento evita que se le pueda echar en cara dejar a las comunidades a su albur, se apuntala en la cogobernanza y el respeto a la realidad territorial y la autonomía —como se le ha exigido tantas veces— y se asegura de que el desgaste político corra de parte de los que le pusieron los palos en las ruedas durante meses o, al menos, que estos no se lo vuelvan a encasquetar a él. Si la cosa se complica y, finalmente, hay que volver a pedir estados de alarma y confinamientos severos, será porque se le haya ido a reclamar. El presidente autonómico en cuestión tendrá que dar la cara, y se contará con el apoyo de los diputados de las autonomías concernidas y el de otros partidos que ya no verán en su tenaz negativa un acicate para desgastar y hacer caer al Gobierno, su objetivo fundamental. Puede que en este tipo de respuesta haya un recado a la Generalitat, no digo yo que no, pero desde luego hay un montón de ellos para las deslealtades del Partido Popular y su gobierno de la Comunidad de Madrid.

Tomar medidas está siendo posible pero las comunidades han elegido llevar a ratificar por los jueces hasta lo que es innecesario, es decir, todo aquello que no afecta a derechos fundamentales. Prohibir fumar en la calle, por ejemplo, no hubiera precisado de esa ratificación. Las medidas sanitarias generales no precisan ser ratificadas, solamente aquellas que se dicten referidas a personas concretas, como cuando se pone en cuarentena a unos marineros con nombres y apellidos que llegan enfermos en un barco. Tanto es así que al juez de Madrid que se negó a ratificar lo que le enviaba Ayuso, usando una cuestión formal, se descolgó al día siguiente escribiendo una columna en la que afirmaba: “Estamos viviendo un episodio dramático del mal uso político de un procedimiento judicial. La solicitud de la Comunidad de Madrid de una ratificación judicial de una orden dictada por el consejero de Sanidad es el ejemplo más palmario de este empleo torticero, intencionado o no, de las normas procesales”. Lo que de una forma insólita nos cuenta el juez Villagómez es que cree que los consejeros están llevando a ratificar lo que no necesita ser ratificado para cubrirse las espaldas y que sean los jueces los que asuman la responsabilidad.

No es el único magistrado de lo contencioso que proclama esto. Según lo que explican, la Generalitat tampoco tendría que haber llevado la norma de Terrassa a la juez y así se hubiera ahorrado el no. Cosa distinta es que alguien te la recurra al TSJC. Claro que así se enreda ella y acaba considerando que hay disposiciones respecto a horarios y cierres de comercios y negocios por los que “queda afectada la libertad de empresa consagrada en el artículo 38 de la Constitución”. Muy discutible. La vía de la ratificación judicial tiene estos problemas, o bien encuentras jueces que son conscientes de lo que se traen entre manos o bien te sale un epidemiólogo encubierto o un iluminado y luego has de esperar todo un viacrucis de recursos, para el que no tenemos tiempo, para que se haga la luz. Tal vez la solución sea, como apuntan ellos mismos, no llevarles lo que no es preciso llevarles. Los gobernantes tienen que gobernar.

Ellos [los presidentes] van a tener que calibrar si sanitariamente es necesario pedir ayuda y si van a dejar de hacerlo por motivos políticos, soberanistas, electorales, tácticos o de cualquier otro tenor

Por último está la vía que ladinamente propone el PP que pasa por, como es costumbre de la casa, retorcer el derecho y hacer unos trucos para conseguir lo que quieres saltándote las protecciones de derechos. Lo que proponen es retorcer la cosa y considerar que una “restricción temporal de derechos” no es lo mismo que una limitación o suspensión de derechos y que, por tanto, no es preciso autorización judicial para hacerlo. Miedo me dan. Ya saben lo que pasa, dales la palanca de una “restricción temporal de derechos” que puedan hacer los políticos y te moverán en el futuro lo que quieran, aunque no haya pandemia, reinterpretando la norma. Es lo que hacen siempre y no seré yo quien apoye darles la espada ahora para que nos corten la cabeza cuando quieran.

Así que los presidentes van a tener que asumir que tienen la autoridad pero también la responsabilidad. Ellos van a tener que calibrar si sanitariamente es necesario pedir ayuda y si van a dejar de hacerlo por motivos políticos, soberanistas, electorales, tácticos o de cualquier otro tenor. Su propio pueblo será el que juzgue si hay cuestiones que priman más que aplanar la curva o si compensa morir con las botas puestas.

No hay duda de que, con ese tono suavón y esa sonrisa, Sánchez les acaba de devolver las puñaladas de estos meses.

Los ciudadanos seguimos contemplándoles con temor. A todos.