¿Qué es supervivencia? Una infinita capacidad de sospecha”

John le Carré

 

Me ha llamado una propia de prensa del Tribunal Supremo para regañarme “por escribir falsedades”, porque dice que “he insinuado” en mis intervenciones y mis tuits que en la Sala II se estaban haciendo los suecos para impedir a la representación letrada de Puigdemont acceder a su pieza de situación personal. Me he rebotado. Yo no escribo cosas falsas nunca, a lo más, erróneas y sin querer, y la insinuación, ya saben, no deja de ser el arte de que te entiendan sin decir. He debido de hacerlo bien, porque hasta ellos me han captado.

Lo cierto es que hasta ayer, martes 28, por la mañana, desde el despacho de Gonzalo Boye no han podido acceder a la pieza de situación personal del expresident. Sólo a esa, porque para ver la del resto de sus patrocinados tendrán que esperar. Todo era, me dicen oficialmente, un problema de fotocopias. Que si eran muchas hojas, que si la causa estaba en reprografía, que si tal y cual. Ya saben. A veces me sorprendo de no darme cuenta de lo encocorante que puede ser la copistería para el derecho de defensa. Sí, incluso yo que he trabajado para ellos, entiendo que lo de la fotocopiadora es un handicap insalvable, hasta que un letrado te dice el lunes por la mañana que va a ser un problema tener que esgrimir ante el tribunal de Sassari el día 4 y ante el TGUE, al presentar las cautelares, que no se ha concedido ese acceso preceptivo y básico para el derecho de defensa. Ha sido mano de santo. Al día siguiente se han podido instruir sobre esa pieza que recoge todos los avatares por los que ha pasado la “situación personal” de Puigdemont, es decir, las OEDE, los comunicados entre países y todas esas cosas que tan poca importancia tienen. Cosas de la reprografía, ya se sabe. Pido disculpas por haber pensado mal.

La pieza contiene las comunicaciones de España a través del sistema Sirene (solicitud de información complementaria a la entrada nacional) que es la forma de comunicación entre estados Schengen para el cumplimiento de las alertas de OEDE. Y hay cosas curiosas, que dejan claro que tanto Austria como Finlandia, Lituania como Alemania, por supuesto, y Bélgica pidieron en el sistema informático de Schengen que se les pusiera un “flag” para la petición de Puigdemont. Un flag es un “indicador de validez” que convierte la orden de detención en una mera orden de averiguación de domicilio, para el caso de que la persona entre en el país. Así, Austria ya dejó dicho en febrero de este año que se les introdujera un flag permanente “por orden dada por el Ministerio Federal de Justicia”; lo mismo que hizo Alemania en febrero de 2020, por orden de su Ministerio de Justicia: “De acuerdo a nuestra legislación nacional será muy poco probable mantener a esta persona en custodia para cualquier procedimiento de entrega”. Lituania “muy amablemente” les dice que les coloquen el flag mientras se consulta al fiscal general si la orden de detención “es ejecutable según nuestra legislación” y hasta ahora. También es revelador que en las comunicaciones de la policía española a otros países como Bélgica se llegue a pedir urgencia, ya que as you now this is a very sensitive case in our country. Sólo les faltaba el icono de las manitas.

Ni la justicia ni la policía ni el estado español deberían apartarse un sólo milímetro de los procedimientos en este, como ellos dicen, “sensitive case”, y mucho me temo, pero es lo que se lleva haciendo desde el principio

También se contiene en esa pieza la comunicación Sirene de la detención en Italia. La comunicación italiana se produce oficialmente a las 06 horas 40 minutos de la madrugada del viernes 24. En ella se pide “la documentación habitual por los conductos habituales” y se notifica la hora en la que Puigdemont pasará ante el tribunal. Así que no, la policía española no se enteró por Sirene, porque a esa hora del viernes ya todos sabíamos que estaba en la prisión y que pasaría a disposición judicial esa misma mañana. Según las primeras declaraciones de mandos policiales, hubo “una llamada” mientras Puigdemont estaba todavía volando que puso a toda la cúpula policial a seguir el asunto y posteriormente dijeron a El Español que el aviso les llegó a través de Sirene “a última hora de la tarde, al caer la noche” del jueves. ¡Vaya, pues eso tampoco casa! Fue en la madrugada del día siguiente como reza en el papel. 

No son sino más datos del enjambre sísmico que precedió a la detención de Puigdemont en Cerdeña. La cosa es tan enrevesada que se van a presentar preguntas parlamentarias. Al gobierno belga porque los policías españoles han afirmado públicamente que fue Bélgica la que introdujo la alerta y avisó a Italia cuando Puigdemont subió al avión. Bélgica, ya ven, ese país que tiene suspendido el procedimiento y desde el que los políticos catalanes llevan meses volando a todas partes. Ese país del que salió este verano Ponsatí para viajar a Italia sin que saltara nada ni se detuviera a nadie. Los servicios de fronteras italianos les dijeron a periodistas de La Repubblica que conocían la llegada de Puigdemont desde el día anterior porque estaba “monitorizado”. ¿En qué quedamos? Con tanto tejemaneje al gobierno español le llegará una batería de preguntas parlamentarias para que aclare cuál fue el recorrido exacto y la participación de la policía española en ese operativo. Nada difícil, puesto que cuando las cosas son claras y están documentadas no hay ningún problema para explicarlas. Lo que es raro es que la cúpula policial española diga una cosa primero y otra después y que ésta no cuadre con la documentación que obra en el Supremo y que todo sea un enjambre de ruido. En principio, no hay ningún misterio que ocultar en una detención de los sistemas de Schengen. Hágase la luz.

También queda por aclarar cuándo tuvo conocimiento el ministro del Interior, que estaba el ministro de jornada con los Reyes en La Palma, y que dice no haber sabido nada hasta que aterrizó en Madrid. Fue, al parecer, el último en enterarse, puesto que desde las nueve de la noche los teléfonos de la Moncloa echaban chispas con llamadas de periodistas. ¿Otra vez se la dieron con queso? Ya saben mi opinión: ni la justicia ni la policía ni el estado español deberían apartarse un sólo milímetro de los procedimientos en este, como ellos dicen, “sensitive case”, y mucho me temo, pero es lo que se lleva haciendo desde el principio.

Sigan el hilo porque de esto saldrá ovillo, fijo.