Yo quiero dar las gracias. No sé si a 165 valientes, como ha dicho Lastra, pero sí a 165 políticos, más 18 abstencionistas, consecuentes con las opciones posibles y con la defensa de unos principios democráticos y de libertad que sí son la patria de todos. Oskar Mateo lo sintetizó ayer bien en la tribuna. Quiero darles las gracias porque a mí me importa que no caigamos en las manos de quien es capaz de subirse al púlpito de la democracia a esparcir su racismo, su xenofobia, su machismo y su falta de respeto a los derechos humanos consagrados por los europeos, ¡si llegó a pedir la cadena perpetua!

¡Claro que nos importa a todos los demócratas lo que pasó ayer! ¡Claro que nos importa sentirnos a salvo de ese fantasma que nos acecha! ¡Claro que es importante pensar que mucha gente va a ver mejorar su vida y su futuro! Y eso va también por gente que en Catalunya importa y mucho. Abrimos una senda difícil, incierta, no sabemos si destinada al triunfo o al fracaso, pero, en todo caso, ese camino que ya en 2017 muchos ciudadanos de toda España, sí de toda España, salieron a las calles a reclamar vestidos de blanco: Parlem. Hablemos. Hace mucho tiempo que muchos españoles están deseando que el diálogo sea el camino.

Hay muchas cuestiones que hacen presentir un horizonte muy diferente a partir de ahora. Y no ha sido baladí para ello el esfuerzo realizado por parte de los políticos catalanes presos y expatriados y de sus abogados para conseguir que la justa interpretación de muchos preceptos, que como saben yo creo ha sido pervertida, sea analizada bajo la luz neutra y sin fanatismos de Europa. Ahora se van acumulando en esa bandeja europea las resoluciones y las decisiones que dan la razón a las protestas reiteradas sobre la utilización del derecho penal para obtener victorias políticas. Todas esas decisiones van a encontrar ahora otros receptores y otra mirada en el Gobierno de España.

Ya fue así desde la moción de censura, pero las circunstancias eran muy complicadas. Recuerden como cuando se presentó la demanda civil contra Llarena en Bélgica, la ministra de Justicia emitió hasta dos notas explicando que ese era un tema personal. Fue la presión inclemente de la derecha y la ultraderecha, que pensaba tumbar aquel gobierno como a los diez negritos de Cristie, la que hizo optar al gobierno por utilizar fondos públicos para la defensa. Las circunstancias han cambiado, ni siquiera tenemos ya a Borrell en el gobierno, lo que no significa que las añagazas de esa oposición, que ha sido capaz de llamar ilegítimo a un presidente en el mismo momento en el que salía elegido de las entrañas de la soberanía popular, vayan a menguar. Ya vieron como Casado, sin cortarse, amenazaba en el Congreso con someter a Sánchez al mismo método utilizado contra los catalanes, convirtiendo la oposición política en una oposición penal.

Por mucho que se enroque el Supremo, España no va a correr el riesgo de una activación del artículo 7. No con este nuevo gobierno

El Gobierno de coalición que vamos a estrenar no va a estar dispuesto, desde luego, a desoír las llamadas de Europa y tengo el pálpito de que éstas no van a tardar en llegar tanto desde los tribunales, como desde las instituciones europeas y los propios gobiernos. ¿Qué va a suceder si los tribunales españoles se resisten a aplicar una sentencia del TJUE en los términos en los que el propio Parlamento Europeo la entiende? Un Parlamento que, habiendo recibido la comunicación de la JEC de su incomprensible decisión, ha seguido adelante con su aplicación neta de lo decidido en Luxemburgo. Ayer Puigdemont y Comín enviaban ya correos desde su dirección corporativa y desde sus despachos. No está tan claro que cuando se solicite se conceda el suplicatorio como quieren hacer ver. Por mucho que se enroque el Supremo, España no va a correr el riesgo de una activación del artículo 7. No con este nuevo gobierno.

Tampoco el ambiente social va a ser el mismo a partir de ahora. Leía el Día de Reyes con sorpresa a un eminente columnista de un medio como El País que ya hablaba del búnker del Tribunal Supremo y de la actitud de los fiscales que han campado a su anchas en este asunto. ¿Cuándo lo han dicho antes? La actitud va a cambiar. Muchas de las personas, juristas incluidos, que desde el principio pensaron que la querella de Maza era una locura y que nunca debió emprenderse ese camino, van a volver a hablar ahora. Les expliqué que la valentía no se despacha en las tahonas pero, dejando aparte lo triste que esto sea, estoy convencida de que van a empezar a comprobar ahora que hay una España, la que ayer sonreía emocionada, que tiene otra forma de ver y de hacer las cosas.

Yo vi ayer el dolor y la emoción en las palabras de Montserrat Bassa y entendí también por qué ERC le cedió el turno de palabra para que dejara sacar de sí todo aquello que sentía antes de unirse a su grupo para abstenerse. Pero yo sé que va a llegar el día en el que ella también se dé cuenta de que todo esto no le importa un comino sino que, por el contrario, era realmente una cosa importante, incluso para su hermana y su familia.

Soy una optimista recalcitrante. No por eso dejo de ver todos los escollos y las posibilidades de que esta apuesta naufrague, pero lo mismo que les digo eso, les digo que creo que vamos a observar fenómenos políticos que ninguna de las partes ha siquiera previsto. Por eso creo que abrir esta puerta nos importa a todos, sin distinción de sentimiento nacional o de opción política, y por eso quiero darles las gracias a los que la han hecho posible. También a Bassa.