"No conozco ningún pueblo que haya alcanzado su liberación sin que unos arreen y otros discutan; unos sacudan el árbol, pero sin romperlo para que caigan las nueces, y otros las recogen para repartirlas”.

Xavier Arzalluz

Vista desde aquí, la política catalana parece volcada en dar satisfacciones a los que siempre han pensado que sólo la antinatural unión entre las fuerzas independentistas ―de izquierda y derecha― pudo desembocar en un fenómeno como el procés y que, por tanto, el mero desamalgamiento de las mismas volvería las aguas a su cauce. Nunca se dio tal unión política entre la izquierda abertzale marxista y el católico y conservador PNV. Lo más que se dio fue exteriorizado en la frase más criticada de Arzalluz: que unos mataran y otros recogieran el fruto. Con esa frase se convirtió al PNV durante décadas en el beneficiario del terrorismo.

Visto desde aquí, y sin comparación posible en el fondo por la ausencia de violencia, pero sí en la forma, lo cierto es que las fuerzas políticas catalanas dan la impresión de haberse puesto todas a sacudir, o a sacudirse, mientras se impide la caída de alguna nuez y, en caso de caer, se aprestan a pisotearla para que quede inservible. Por todo ejemplo póngase la ampliación de El Prat, que parecía una nuez que apetecía a casi todos y que ha sido saboteada con fruición. Si no hay nueces, nadie puede repartirlas.

Visto desde aquí, el sabotaje de la mesa de diálogo de gobiernos también aparece bajo una luz estrambótica. Parecía al principio, no sé dónde me perdí, que la exigencia absoluta era que la mesa fuera entre gobiernos. Recuerdo cómo se puso la derecha con aquello de que Sánchez iba a equiparar a un gobierno autonómico con el central y le iba a conceder un estatus que ninguna otra autonomía tiene. Estaban que bufaban y se comieron el sapo, porque la mesa de diálogo se cifró como mesa de diálogo “entre gobiernos”. Visto desde aquí, parecería que eso había sido un triunfo de los planteamientos emanados desde Barcelona y que Sánchez, al que le hubiera dado menos guerra hacer una mesita con gentes de su partido y del coaligado sin implicar a ministros y menos a él mismo, había tenido que aceptar esa petición.

Visto desde aquí, querer introducir ―supongo que como mera provocación o para conseguir una foto o por hacer algo que impida que cualquier cosa avance― a personas de partido, indultadas o no, para equiparlas en una mesa con el presidente del Gobierno y los ministros, habilitaría a Sánchez a enviar a Lastra y a otros cuantos más y apartar de él lo que no deja de ser un cáliz. Nunca olviden que para el sector de centro izquierda que vota socialista esto es casi un anatema. Bueno, lo saben, han oído a muchos miembros antiguos y viejunos del PSOE y saben lo que piensan.

Es posible pensar que la afamada mesa tiene un significado muy diferente para unos y para otros, pero si es la parte catalana la que revienta el encuentro, sólo le habrá dado a Sánchez una baza que él ni siquiera esperaba

Creo que entiendo las jugadas vistas desde Catalunya, lo que digo es que esa perspectiva objetivamente refleja más bien un empeño por sacudirse entre unos actores políticos catalanes y otros que no creo que traiga ni independencia ni más autonomía ni dinero ni infraestructuras ni nada bueno. Seguro que me equivoco. Seguro que hay arcanos que me impiden ver las ventajas de esta actuación destructiva. Soy tan simple que hasta pienso que incluso si consigues independizarte, es mejor hacerlo con un hub internacional construido en El Prat que con un aeródromo de pueblo. Eso que te llevarías, ¿no? ¿Y entonces? ¿Y los fondos europeos? A lo mejor vale más intentar una foto para humillar al Gobierno ―que no se hubiera dado― pero que, visto desde aquí, cuesta entenderlo.

Hacia algún lado hay que avanzar. Ningún pueblo, llámense sus miembros catalanes o españoles, puede renunciar a toda mejora mientras espera un hecho político. Ya ven lo que pasó en Euskadi. Lo cierto es que mientras algunos luchaban por la independencia, incluso pisando la inaceptable línea de cometer crímenes y matar y hacer correr la sangre y extorsionar también a los suyos, otros que no renunciaron a llamarse soberanistas iban acopiando cosas de las que los vascos disfrutan aún: competencias, infraestructuras, mejoras de financiación.

Es posible pensar que la afamada mesa tiene un significado muy diferente para unos y para otros, pero si es la parte catalana la que revienta el encuentro, sólo le habrá dado a Sánchez una baza que él ni siquiera esperaba. Por eso me parece que la postura del MH President es la correcta. Para que una parte quede, llegado el momento, con el culo al aire, es preciso que asiente el culo primero.

Mientras llega o no llega, mientras tiran y aflojan, ¿no sería mejor ir pillando un aeropuerto aquí y hasta un cupo allá?

Visto desde aquí, y si no eres nacionalista español, es lo que parecería. A esos, sin embargo, a los nacionalistas españoles, todo esto les debe estar soltando el muelle de la risa floja. Ellos sí son del cuanto peor mejor.

Claro, todo eso, compréndanme, es visto con cariño desde aquí.

Seguro que me equivoco.