“Si estás atravesando un infierno, sigue caminando”

Winston Churchill

 

Recuerdo la lejana época en la que las ruedas de prensa eran un instrumento de trabajo para los periodistas y no un programa de variedades, pocas, en directo. Lo recuerdo porque cuando tocaba cubrirlas, no tenías que molerte la cabeza para que tu pequeño espacio televisado en directo te hiciera parecer brillante y podías incluso serlo y colaborar tenazmente con tus colegas, en una lucha cruenta repregunta por repregunta y medio por medio, para conseguir acorralar al compareciente de turno y que dijera algo. Lo recuerdo también porque cuando sólo tocaba informarte, estabas seguro de que buenos periodistas habían desbrozado la jungla de la irrelevancia, habían matado la bestia de la propaganda y habían dispersado a los buitres del circunloquio para ofrecerte el bocado jugoso y sabido que como ciudadano estabas esperando.

Uno recuerda cuando ya no puede vivir y lo cierto es que todo eso pertenece al pasado. Ahora no hay guías que despejen el follaje y ya sólo queda una densa y profunda niebla, generada por las enseñanzas de los spin doctors, que propicia que uno se suma en el sopor de la indiferencia, que se adormezca su conciencia y que sólo quede un hálito de vida para, sin fuerzas ni para darle al mando, rogar que aquello termine de una vez.

Nos dice ahora Sánchez que 2021 será el año del reencuentro y que se pronunciará sobre los indultos cuando los tenga sobre la mesa, es decir, después de las elecciones y para decir sí

Termina el año y siendo esta mi última columna del aciago 2020 me toca por tradición recordar. Hemos vivido muchas comparecencias de esas mientras nuestros techos eran nuestro único refugio, porque este ha sido un año de estupores y temblores y, en política, de melifluidades opuestas a estridencias, sin que la mayoría haya logrado estar a la altura que unos y otros demandábamos. La última comparecencia del año protagonizada por el presidente del Gobierno ha sido de nuevo un traje de ese corte y apenas ha dado para extraer entre líneas que en 2021 tendremos vacunas, tendremos indultos y tendremos pasos concretos del jefe del Estado Español, al compás del Gobierno, para asemejar su figura en términos de protección legal y de obligaciones con la de cualquier presidente de una república al uso. En lo de las urnas no, claro.

Ha usado el presidente la palabra reencuentro y es cierto que todos deseamos que sea un año de reencuentros ineludibles: con nuestra vida detenida, con el futuro, con las mejoras necesarias para que nuestras sociedades den el salto definitivo a este nuevo siglo, con la colaboración europea y con tantas y tantas cosas que han quedado en suspenso durante este terrible año de la pandemia. Y entre ellas, no lo olvidemos, el reencuentro con el vacío que dejan tantas vidas que nos eran queridas y que formaban parte de nosotros.

No era difícil ver que el gobierno emanado de la moción de censura traería mejores presagios para la relación con Catalunya. Poco a poco ese descenso del odio y del grito se ha ido instalando. Bien seguro que no a gusto de todos, porque hay muchos que consideran que esa tensión era la clave de su éxito político, pero permítanme que considere que sí al gusto de una gran parte de la población, que prefiere los reencuentros a los dramas. Así que nos dice ahora Sánchez que 2021 será el año del reencuentro y que se pronunciará sobre los indultos cuando los tenga sobre la mesa, es decir, después de las elecciones y para decir sí. No hay otra lectura que hacer.

Esa desdramatización del escenario se ha ido produciendo poco a poco. Verán que si en 2018 éramos dos o tres los madrileños que considerábamos una locura someter al derecho penal lo sucedido en Catalunya, durante este penoso año en el que el foco de la tensión se ha situado en la gestión de la pandemia, hemos ido viendo como han ido saliendo de sus agujeros muchos de los que siempre han pensado eso mismo, pero que prefirieron retirarse a sus madrigueras mientras los vientos de fuego y banderas recorrían la patria. Poco a poco las banderas de los balcones madrileños han ido pudriéndose o desapareciendo o han sido retiradas para dar lugar a otras protestas más en boga. Poco a poco los borjamaris y afiliados se han ido dando cuenta de que, tras los presupuestos, por mucho que agiten la bandera o la cacerola el gobierno social-comunista-bolivariano este no va a desvanecerse de un día a otro y poco a poco se han ido cansando. Ahora les aprieta más encontrar fondos de inversión en los que obtener pírricas rentabilidades, que de eso se habla poco. Habrá indulto y no se han lanzado a las calles los quijotes ni se han subido a su rocines para clamar por la unidad sagrada.

¡Cuántas cosas y qué extrañas hemos vivido en poco tiempo!

Habrá indulto y para muchos ciudadanos, que con su voto soportan al gobierno progresista, eso será el final anunciado de un camino que no terminó de gustarles aunque muchos callaran. Otros lo encajarán, con cierto disgusto, y a otra cosa.

Habrá indultos en 2021 y es seguro que veremos cómo el Tribunal Supremo y el Tribunal Constitucional se ponen en marcha como maquinarias engrasadas para intentar revertir la decisión del Gobierno

Es la derecha y la ultraderecha la que no se va a resistir a soltar ese jirón de oposición y la que no va a dejar de intentar poner en marcha sus terceras cámaras: esas en las que conservan las mayorías ahora que han perdido la suya, esas en las que hay togas convencidas de que están llamadas a resolver los problemas históricos de este país y a poner orden donde los inútiles emanados de las urnas no son capaces de hacerlo.

Habrá indultos en 2021 y es seguro que veremos cómo el Tribunal Supremo y el Tribunal Constitucional se ponen en marcha como maquinarias engrasadas para intentar revertir la decisión del Gobierno y prevalecer sobre él en una figura que, por definición, es pura voluntad del primer poder. Tal y como les hemos visto deshacer en 2020 todos los beneficios penitenciarios. No en vano no han renovado el Constitucional, que languidece pleno de soldados, y no en vano siguen teniendo la llave de los que controlan por la puerta de atrás y por la de delante. El indulto será la próxima batalla, nos lo han dejado muy claro los cuatro jinetes fiscales, y el banderín de enganche del desgaste del Gobierno durante el año que empieza. En el Consejo de Ministros, sin duda, lo tienen claro.

No tengo miedo a no tener temas de qué hablarles cuando nos reencontremos ya en un nuevo año. La lucha va a ser recurso a recurso, sala a sala, tribunal a tribunal y lo mismo va a suceder con lo de Europa. Estaremos ahí para desentrañarlo.

No nos va a quedar otra a todos que seguir caminando.

¡Nos vemos en 2021!