"Cleavage" (en inglés), o divisor, es un concepto utilizado a menudo en la ciencia política en el ámbito de comportamiento electoral y las tendencias de voto para definir la división de los votantes en dos bloques profundamente diferenciados.

Los sociólogos Seymour Lipset y Stein Rokkan definieron cuatro divisores en el comportamiento del voto en la cultura occidental, entendiendo que la pertenencia a uno de los bloques  determinaba en gran medida la dirección del voto. El divisor religiosa, por ejemplo, fue muy útil para predecir el voto en Holanda en la década de los años setenta, donde cinco de los principales partidos del Parlamento se dividían entre cristianos y seculares. Por otra parte, el divisor de clase se ha utilizado durante décadas para prever cómo la estratificación en clases sociales determina el voto siguiendo la dicotomía obrero vs empresario.

Lipset y Rokkan deberían estar presentes durante la campaña del 21-D para presenciar el más puro de los divisores: un divisor para gobernarnos a todos y atarnos, o no, a la República o en las Tinieblas. Por un lado, el bloque independentista (ERC, Juntos para|por Catalunya, CUP). Por otro, el bloque no independentista (PSC, Ciudadanos, PP). República vs Monarquía, Golpe de Estado vs Estado de Derecho, Bien vs Mal, Autoritarismo vs Democracia... Estas elecciones se pueden analizar, casi en su totalidad, bajo el divisor Independencia.

Entre dos muros, como el agonizante resquicio que deja la cárcel entre las piezas, se encuentra una voz disonante: el no espacio que se articula entre bloques, un espacio frío, extraño, curioso

Casi. Comprendido entre dos muros, como el resquicio agonizante que deja la cárcel entre las piezas, se encuentra una voz disonante. El no espacio que se articula entre bloques es un espacio frío, extraño, curioso. Es el espacio donde, según la última encuesta del CIS, se sitúan hasta un 25,3% de electores que no sabe qué votará –la suma de quienes no saben qué votar (15.7%) y los que no contestan (9.6%). También es el no espacio político de Catalunya en Comú-Podem, producto de un patchwork electoral que aglomera, atención: Catalunya en Comú, Podemos, Iniciativa per Catalunya Verds, Barcelona en Comú i ESquerra Unida i Alternativa.

La posición de los Comuns, estigmatizada en la fórmula "Ni DUI ni 155", molesta a un lado, que les acusa de "colaboracionistas" con aquellos que osan vulnerar la ley, y de "equidistantes" por los que consideran que ante la opresión de un régimen que encarcela políticos, la única opción posible es marcharse. Varias encuestas recientes, incluyendo la del CIS y la de El Nacional, coinciden en que los Comuns podrían encontrarse en la situación de condicionar el futuro del país. Porque, obviamente, entre bloques no hay nada que hablar. ¿Qué pasaría, pues, si la clave de la Generalitat no la tienen ni unos ni otros y cae por el azar caprichoso de la aritmética parlamentaria a quien se niega a ser identificado por el divisor Independencia?

En próximos artículos exploraremos esta hipótesis, intentando responder a dos preguntas. Por una parte, qué posibles coaliciones de Gobierno podrían darse. De la otra, ¿cómo alteraría la coalición con los Comuns la agenda independentista?

No, las elecciones del 21-D no son unas elecciones normales. Son unas elecciones históricas, donde se prevé una participación récord de acuerdo con los tiempos que vivimos. El divisor independencia es un claro síntoma de su excepcionalidad.

Guillem Pujol es Politólogo y doctorando en Filosofía en la UAB. Editor de Finestra d'Oportunitat y colaborador de BCNMÉS