Hace tiempo descubrimos que las cosas no son como pensamos que son, sino como marca la realidad. Pasa lo mismo con los referéndums y los embutidos, que también son cosas y, por tanto, tienen una realidad que no es la que pensamos.

Esta mañana, desayunando en el bar del Parlament (bocadillo de salchichón), he oído por la radio un anuncio que me ha impactado. Era de una marca de embutidos que simulaba la conversación entre dos personas y una le decía a la otra:

–En casa comemos embutidos de (y la marca en cuestión) porque no llevan gluten, ni soja, ni lactosa.

Y un servidor se ha preguntado a sí mismo: "¿Ah, pero los embutidos llevan gluten (o sea, trigo en forma de proteína), una legumbre y leche?". Y, ¿sabe por qué me lo he preguntado? Porque, inocente e ignorante de mí, pensaba que los embutidos los hacían con carne de cerdo, pimienta y sal. Y estaba equivocado. Totalmente.

Pasa lo mismo con el funcionamiento logístico de las convocatorias electorales, llámele también referéndums. El 99,99% de los ciudadanos creemos que son responsabilidad de los funcionarios porque lo dice la ley, y resulta que no. Lo hemos sabido hoy un montón de periodistas en los pasillos de Parlament porque tres personas diferentes, una de ellas el vicepresident en persona, nos han explicado cómo funciona realmente la logística de las elecciones.

Todo ha empezado cuando, en la sesión de control, el president Puigdemont respondía a una pregunta de su grupo sobre la participación de los funcionarios en el referéndum y ha dicho: "La ley habla de representantes de la Administración, y en los últimos treinta años estos representantes de la Administración han sido trabajadores, voluntarios, a veces ha coincidido en que eran funcionarios, pero que no eran designados representantes por su condición de funcionarios, sino que en muchos casos eran también voluntarios. Por lo tanto, nadie –nadie– será forzado en nada. Es verdad que abriremos, como se ha hecho siempre, como algunos ayuntamientos han hecho – otros han preferido gestionarlo de otra manera–, una bolsa para que los trabajadores que lo quieran, funcionarios o no, se puedan apuntar para que el Gobierno los acredite como los agentes electorales".

Y un servidor se ha preguntado a sí mismo: "Ah, pero los funcionarios no están obligados a ocupar las 4.500 plazas de agente electoral que hacen falta cubrir en unas elecciones?". Y, ¿sabe por qué me lo he preguntado? Porque, inocente e ignorante de mí, pensaba que la ley los obligaba. Y estaba equivocado. Totalmente. Van porque cobran unas dietas generosas y porque, como saben el funcionamiento de la administración se apuntan en cuanto salen las convocatorias. Y, por el mismo motivo, los coordinadores electorales de cada ciudad acostumbran a ser los secretarios municipales. Y si no lo son ellos, escogen a alguien próximo que domine el funcionamiento interno de la administración. Y pille la dieta.

Pero como pasa con los ingredientes de los embutidos, resulta que la excepción ha creado la normalidad por repetición. Y resulta que el anuncio de una marca de embutidos o la convocatoria de un referéndum es el que nos abre los ojos a la realidad, que es muy diferente de lo que nos pensábamos.

Y, como ha dicho un importante miembro del gobierno en los pasillos, mientras todo el mundo está pendiente de eso, nadie se preocupa de saber dónde están las urnas.