Los creyentes tienen un problema. Grave. Resulta que unos cuantos personajes acabados de salir de las cavernas han cogido lo que vendría a ser la palabra de Dios, se la han apropiado y la interpretan según su ideología considera conveniente. Una ideología, por cierto, que déjela correr. Concretamente muy atrás en el tiempo.

Riad, Madrid, La Meca o València están unidas por el mismo integrismo. Se diga Mohamed Kamal Mustafa o Antonio Cañizares.

Y así, el mismo día de mayo del 2016 conviven una noticia como esta...

... con unas declaraciones de monseñor Cañizares, obispo de València, diciendo:

El mundo va por un lado y los que hacen decir a sus textos sagrados lo que sus textos sagrados no dicen, van al fondo a mano derecha. Y, en el caso de Cañizares, la cosa todavía es más desoladora. Antes tenía en “Rouco y sus Hermanos” haciéndole la ola (y la cobertura orgánica) y el ruido venía de varios lugares, pero su actual soledad intelectual lo hace destacar todavía más en medio del desierto. Es lo que pasa cuando brota un cardo en medio de un campo de lirios.

Por cierto, hablando de Rouco... Qué gran ejemplo, ¿no cree?

Pobre Rouco, porque a pesar de esforzarse, no supera al gran Tarcisio Bertone, quién durante muchos años fue la mano derecha del Papa Benedicto XVI y Vaticano en estado puro:

 

Pero volvamos a Cañizares y su admirado concepto de la “ideología de género”, que es como cierta jerarquía cristiana católica se refiere al feminismo, la revolución sexual del movimiento LGTV o los nuevos modelos de familia del siglo XXI

Ahora hace un año, aprovechando un documento del Papa Francisco, Cañizares dijo que el ecologismo era “incompatible con la ideología de género que está provocando estragos”. Porque, según Cañizares, la “ideología de género es absolutamente incompatible con la ecología ya que niega la naturaleza, que es la base del ecologismo, de la ecología integral”.

Y eso lo dice Cañizares, que es este personaje humilde y sencillo:

 

Mire, ¿sabe qué? Creo es momento de acogerme a las palabras del filósofo alemán Bernd Schuster: "no hase falta desirt nada más".