Te levantas un miércoles cualquiera de cualquier primavera que hace un frío que parece enero y la previsión del día es:

1/ Anuncio del President del Parlament de una nueva rueda de consultas con los partidos para convocar la investidura.

2/ Por la noche, reunión de Puigdemont con su grupo parlamentario y anuncio oficial del nombre de quien será propuesto como President: Jordi Turull.

3/ Convocatoria del President del Parlament de un pleno de investidura para el lunes o martes de la próxima semana en primera convocatoria y miércoles o jueves en segunda.

4/ Junts por Catalunya aprovecha el viernes y el fin de semana para intentar convencer a la CUP que al menos dos de sus diputados se abstengan en la segunda votación y Turull pueda ser elegido.

5/ Si la CUP no acepta, Carles Puigdemont y Toni Comín, que son diputados pero no pueden votar, podrían renunciar a sus escaños. En su lugar entonces entrarían los dos diputados siguientes de las listas, que sí podrían votar. Y el jueves de la próxima semana Jordi Turull sería el 131º President de la Generalitat. Y si no fuera elegido, empezaría a contar el famoso reloj y haría falta buscar otro nombre o ir a elecciones.

6/ Si el segundo pleno es el miércoles o el jueves santo, los periodistas catalanes corren el riesgo de perder la poca familia y amigos que todavía conservan.

Y llega la hora aquella en la cual te planteas ir a comer. Y, ¡ PATAPAM!, salta la noticia: El Juez Llarena convoca para el viernes Carme Forcadell, Jordi Turull, Raül Romeva, Josep Rull, Dolors Bassa y Marta Rovira. ¿Para hacer qué? Pues "para modificarles las medidas cautelares". Y eso quiere decir que puede enviarlos a prisión, sólo inhabilitarlos o que no pase nada. La primera cosa implica la segunda. Y la segunda quiere decir que ni Turull puede ser presidente ni los otros imputados consellers, pero no vuelven a la prisión.

Y tú, que te habías levantado con la previsión ya explicada, mientras comes (con aquella humildad), intentas ordenar mentalmente la nueva situación. Y lo primero que te viene en la cabeza es que el famoso juez Llarena es quien ejerce realmente de presidente del Parlament. Porque es él quien decide qué día se hacen los plenos y con qué candidato. O mejor dicho, con qué candidatos no se hacen los plenos.

Y antes de empezar a zamparte el iogurtito de los postres te viene en la cabeza Quim Forn. Pero, oiga, ¿hoy por la mañana no tenía que salir en libertad? ¿No era hoy cuando se decidía que volviera a casa porque así lo pedía la Fiscalía General del Estado al fiscal del caso y "por imperativo legal"? Sí, era hoy, pero en todo el día no hemos sabido nada.

Y entonces piensas... ¿Y si la justicia se niega a hacer caso de la Fiscalía para 1/ mostrar a la opinión pública que actúa con independencia y 2/ demostrar a la opinión pública, pero sobre todo al poder político, que quien manda es el Estado y sus intereses y no el Gobierno y los suyos y que la justicia es el Estado?

Y cuando te acabas el iogurtet, te viene un diputado de Juntos por Catalunya y te dice: "Hemos tenido una idea. Ahora nos reuniremos a ver si es posible llevarla a cabo". Y al cabo de dos horas te llega cuál es esta idea, pero ya en forma de noticia: el pleno que esta mañana estaba previsto celebrar la próxima semana finalmente será mañana jueves. Y eso quiere decir que el juez Llarena el viernes tendrá delante suyo el Presidente de la Generalitat y a alguno que otro consejero|conseller y no a unos cuantos diputados. Y que enviar al prisión o sólo inhabilitar a un Presidente de la Generalitat no tiene las mismas consecuencias que hacerlo con un diputado.

Y llega la noche. Llegas a casa e intentas explicar a tu gente qué ha pasado durante el día. Cuando ves su cara de estupor, decides hacer la cena y cena parlante del pitote de Facebook. Cenas, te metes en el llitet y mentalmente te haces la previsión del día siguiente. Y cuando llevas|traes dos décimas de segundo decides dejarlo estar. En este país es imposible hacer ninguna previsión más allá de las dos próximas horas. Y para no poder, no puede ni hacerla el pobre juez Llarena. Él que creía que podría presidir el Parlamento y estos malditos catalanes han vuelto a tocarle lo que no suena. A él y a unos cuantos más. Al menos durante un ratito.