En un mundo de egos desbocados brilla con luz propia el talento de Empar Moliner, flamante ganadora del Ramon Llull y de los 60.000 euros de dotación económica de un premio que no es ni de casualidad el millón del Planeta pero ahí es nada.

Empariues, que tiene sangre valenciana, es de lejos la mejor escritora en lengua catalana. Y evidencia, contra la regla, que se puede sobresalir y ser humilde con el irresistible encanto de su caos. Desconozco cómo una persona tan desarreglada puede llegar a tejer una trama argumental como lo hace ella, cómo se puede ser tan sumamente despistada y construir un relato arreglado, profundo y conmovedor.

Moliner es pequeña y alocada, extrovertida al límite, de una simpatía desbordante, tan lista como ingenua y, por encima de todo, una auténtica fuerza de la naturaleza. Una mujer que lo ha vivido todo y se lo ha bebido todo, de paladar sibarita, tanto como su prosa refinada e incisiva. Ella es, como nadie, transparente y auténtica, de una autenticidad que no tiene nada impostado, fluye como todo su ser, con naturalidad pero como una apisonadora.

Empariues no es ningún feminista al uso, tiene un sentido de la vida que combina la ternura con una energía vital de hormiguita incansable, su fragilidad física la compensa con su vitalidad innata, es una luchadora insobornable y huye de las modas como del mal gusto o de la peste. Tanto te puede agobiar como desconcertar. Lo que nunca hace es sacarte de quicio.

Empariues, que tiene sangre valenciana, es de lejos la mejor escritora en lengua catalana. Y evidencia, contra la regla, que se puede sobresalir y ser humilde con el irresistible encanto de su caos.

Cuando escribe y retrata a los personajes es creíble, no solo por su estilismo, también porque ha vivido la vida con intensidad, transgrediéndolo todo y llevándose por delante todas las dificultades que ha encontrado. Tiene cicatrices en el alma y no finge, vive y deja vivir con una pasión tan contagiosa como desconcertante.

Es una gran escritora. Es obvio y redundante afirmarlo, pero no puedo evitarlo. Empar es esencia y un gigante entrañable que no cabe en ella misma de tan esmirriada como es. Por eso se desborda y nos desborda y por eso mismo se suelta tanto que nos desbarata, debe ser inevitable cuando tu cuerpo no puede contener ni tanta energía ni tanta creatividad ni tantas ganas y pasión por vivir.

La de Empariues es una sinceridad chocante, estalla como un volcán. Cuando te hace partícipe de sus sentidos te la crees. Cuando Empar hace una cata y te explica qué siente te la crees. Otros parecerían farsantes diciendo exactamente lo mismo. Empar no, nunca. Tampoco empalaga, cuando menos te lo esperas se desvanece.

Si acaso este país tuviera media docena de Empariues tendría un tesoro tan inmenso como la mejor de las generaciones que nos ha precedido. Y el gozo de vivir rodeado de gente que nos hace la vida más alegre. El talento es inherente, pero sin una feroz actitud vital ni trasciende ni eclosiona.