Que las aguas bajan turbias en el PP catalán no es una novedad. Tampoco lo es que Xavier García Albiol tiene una lógica prisa para tomar el control del partido e imprimir su sello en la organización, hoy regida por una bicefalia, él mismo y Alicia Sánchez-Camacho, aunque, en la práctica, comparten el peso en la toma de decisiones con los Jorges: Fernández Díaz (ministro del Interior) y Moragas (secretario general de la Presidencia)–. Y puestos a situar en el tablero a todas las personas con capacidad de influencia en Moncloa y en la sede central del PP de la calle Génova de Madrid, no habría que olvidar a la joven Dolors Montserrat (vicepresidenta del Congreso), a José Luis Ayllón (secretario de Estado de Relaciones con las Cortes) y a la delegada del Gobierno en Catalunya, María de los Llanos de Luna, íntima de Sánchez-Camacho.

¿Y cuál es el problema? Pues que han empezado a trabajar en las candidaturas al Congreso de los Diputados y los números no salen, ya que todos y todas pretenden asegurarse un asiento en la carrera de San Jerónimo. Sin contar que tendría toda la lógica del mundo que uno de los valores ascendentes del partido, Andrea Levy, que ocupa el cargo de vicesecretaria de Estudios y Programas del PP, tuviera un puesto de salida asegurado pese a haber figurado como número dos en la lista de Albiol al Parlament, ya que tiene su trabajo en la calle Génova.

En las elecciones generales de 2011, el PP catalán obtuvo el segundo mejor resultado de su historia (sólo por detrás del del año 2000) con 11 escaños, siete de ellos por Barcelona. En estos momentos, los cálculos más realistas no pueden ir más allá de cinco o seis asientos, cuatro o cinco por Barcelona y uno por Tarragona. En Lleida y Girona sería extraparlamentario. Por eso, algún peso pesado tendrá que quedar en el dique seco y de ahí los nervios. El sorpasso de Ciudadanos ha instalado al PP catalán, pero también al español, en sus horas más bajas en muchos años. Mientras, el establishment español, pero también el catalán, corteja disimuladamente a Rivera, apoya un gobierno PSOE-Ciudadanos y cuenta los días para un nada improbable cambio de gobierno.