Bloquear o desbloquear la situación política, esta es la cuestión que dirimen las opciones soberanistas y algunas que no lo son sobre el papel que deben jugar en el Congreso y el Senado los diputados y senadores que salgan elegidos por Esquerra Republicana, Junts per Catalunya y Front Republicà. Y eso como si los diputados y senadores de las otras candidaturas no tuvieran también la obligación, el interés o la capacidad de desbloquear el conflicto catalán.

De entrada, hay que descartar como posibles desbloqueadores a los partidos que alimentan el conflicto cada día desde que lo empezaron. PP, Ciudadanos y Vox necesitan el conflicto para sobrevivir o, incluso, podría decirse que viven del conflicto, por tanto su interés en desbloquear es cero. Ganen o pierdan las elecciones, continuarán con el "a por ellos", porque si hablan de economía o de corrupción están perdidos. No se les ha oído a las cabezas de lista de PP y Ciudadanos por Barcelona ni una sola propuesta para mejorar las condiciones de vida de los catalanes y sí, en cambio, varias amenazas.

Todo el mundo sabe que el conflicto no se resolverá mientras haya presos y exiliados. Después, también habrá pelea, pero ya será la convencional

Del resto de contrincantes me atrevería a decir que todos quieren desbloquear, pero no todos están dispuestos a hacer lo necesario para superar el callejón sin salida en el que nos encontramos. Obviamente quien tiene más interés en desbloquear la situación y abrir nuevas perspectivas políticas y sobre todo vitales son los que más están sufriendo esta situación tan indeseable. O sea, los exiliados y los presos. El PSOE y Podemos también quieren desbloquear, pero no tanto por razones humanitarias, sino porque consideran que les conviene políticamente para dejar la derecha sin argumentos.

Todo el mundo sabe que el conflicto no se resolverá mientras haya presos y exiliados. Después a lo mejor también habrá pelea, pero ya será la convencional. Así que no hay que hacer mucho caso de las proclamas soberanistas que dicen que la prioridad no es la libertad de los presos y el retorno de los exiliados porque lo verdaderamente importante es la autodeterminación. Eso queda muy épico decirlo, pero con todos los respetos, en ninguna cabeza cabe que se pueda negociar la autodeterminación o la independencia con los líderes soberanistas pudriéndose en la cárcel.

Así que el gran desbloqueador será quien sea capaz de resolver la situación de presos y exiliados. Y otro dato obvio: la solución de presos y exiliados solo puede venir del Estado. Hasta ahora, el establishment político y mediático catalán, también interesado en desbloquear y pasar pantalla del procés, solo ha hecho que presionar a los partidos soberanistas para que se rindan y, sobre todo, para que se carguen a Puigdemont, que es la principal preocupación española. Sin embargo, la rendición de los líderes no resolvería nada. Al contrario, más bien daría alas a los grupos más radicales para liderar la reacción y esta vez seguramente no se tomarían tantas precauciones para no romper papeleras.

Si de verdad quieren resolver la situación, las élites antisoberanistas catalanas deberían tener el coraje de pedir al Estado que tome la iniciativa. Si no lo hacen, y si el Gobierno español no entiende que con presos y exiliados no habrá estabilidad política que valga, deberán ser los propios soberanistas los que fuercen al Gobierno a entenderlo y a tomar las medidas para resolver la situación. Y esto solo será posible si los soberanistas son determinantes en número de diputados y, además, firmes y audaces.

Y entonces llegamos al gran dilema estratégico. Una opción sería que los diputados y senadores soberanistas ayuden a Pedro Sánchez a gobernar para desbloquear la situación política y establecer un clima de confianza que permita negociar un solución para los presos y los exiliados. La otra opción es hacer que Pedro Sánchez tenga en cuenta de entrada como una condición para poder gobernar de manera estable el encontrar una solución política pactada por los presos y los exiliados. Después de todo, si Pedro Sánchez gana y gobierna, cuando antes se quite de encima el problema catalán mejor para él, por mucho que le griten los adversarios de la derecha, porque resuelto o encarrilado el conflicto catalán después podrá gobernar con toda tranquilidad. En cambio, si lo alarga, será como alimentar las fieras que solo piensan en devorarlo.