El Ibex 35 se desplomó ayer un 4,44% descendiendo hasta 8.122 puntos, su nivel más bajo desde julio de 2013. Su tremenda caída no fue solitaria porque el Eurostoxx 50 descendió un 3,27% y el Dow Jones mostraba una tendencia de descenso igualmente dura y peligrosa. Este minicrack no es técnico: revela el final de una época en que los mercados bursátiles fueron sostenidos por los bancos centrales. La confianza en ellos se ha evaporado. La fórmula keynesiana de regar con dinero los parquets para que suban las cotizaciones y con ellas el efecto riqueza ha entrado en crisis. Entramos en una nueva etapa.

Hoy, la publicación de un artículo en la prensa alemana firmada por el presidente del Bundesbank, Jens Weidemann, y su homólogo francés François Villeroy, en el que se decía que el Banco Central Europeo "no puede crear un crecimiento económico sostenible en la zona euro", ha dado la señal de venta a los mercados.

Esta declaración de desconfianza hacia Mario Draghi se añadió a la que mostraron los mercados ante la última declaración de la Reserva Federal americana de hace dos semanas, en la que tras reconocer que la situación económica global daba muestras de empeorar fue incapaz de anunciar que estaba dispuesta a renunciar a su plan de subidas de tipos de interés este año. La ambigüedad mostrada por Janet Yellen provocó fuertes descensos en Wall Street, que fueron momentáneamente compensados por promesas expansivas del Banco de Japón y de China.

El paradigma de los banqueros centrales como héroes de nuestro tiempo se ha hundido con estrépito

Pero ello no evitó juicios duros, como el que formuló en una nota muy leída El Erian, un analista muy reputado en la Bolsa de Nueva York y en los mercados globales. Comentando los últimos datos decepcionantes de crecimiento en los últimos trimestres en Estados Unidos, dijo que la política monetaria de la Reserva Federal era incapaz de situar a la economía americana en su potencial de crecimiento, mientras que el nivel de endeudamiento crecía peligrosamente.

La demanda hoy de los banqueros centrales europeos de un ministro de Finanzas europeo que esté por encima del BCE que, sin menoscabar su independencia, imponga reformas y programas en la zona euro ha sido la puntilla. El paradigma de los banqueros centrales como héroes de nuestro tiempo —espejismo tan cacareado por madame Lagarde, patrona del FMI— se ha hundido con estrépito. Y a ver ahora cómo se hace frente al riesgo de una nueva recesión global sin caer en la tentación de volar en dirección de la máquina de hacer dinero.