Dembélé también dejará el Barça y lo dejará por dinero y gloria. Tampoco hay que hacer un drama, desde que llegó al Barça se ha pasado más tiempo convaleciente que entrenando. Su rendimiento es tan intermitente que la aportación global es penosa para un salario de 10 millones de euros. La temporada pasada marcó 6 goles en la Liga. Una estadística aceptable para un defensa. No para un delantero que cuando fue fichado fue el dispendio mayor de la historia del Barça, justo antes de que Bertomeu fichara Coutinho y decidiera quemar 170 millones de una tacada. Más la propina de la ficha anual, 9 millones de euros y todavía gracias que se le adelgazó el salario.

Literalmente, el Barça ha pisado mierda. Y no antes de entrar en el teatro, que de teatro seguimos haciendo. Justo después de salir. La incorporación del Kun Agüero es otra evidencia del calvario de proporciones históricas que vive el Barça. Peor todavía es el caso de Umtiti, que no vino gratis y que tiene una ficha millonaria. El retorno del extrovertido Dani Alves es una noticia entrañable. Pero deportivamente, es evidente que no ha llegado para ganar la Champions. Ni siquiera para evitar que el Barça sea eliminado en la primera fase, que lo será si no es que el Bayern nos hace una benéfica o juega con los juveniles.

La Junta de Bertomeu trabajó sin desfallecer para vaciar las arcas. La derrama por el francés Grizzman fue de 120 millones. La estirpe francesa ha asolado el Barça. Umtiti, Dembélé y Grizzman han aportado entre poco y nada y se han llevado lo que no está escrito. Sin olvidar Lenglet, 40 millones pagó el Barça al Sevilla. Y cerca de 4 millones de ficha anual.

Esta es la situación del Barça, unas arcas arruinadas y un equipo —descontando todos los fichajes tan fastuosos como desastrosos— en formación en el mejor de los casos. Ni siquiera se puede decir que Ansu Fati, gran esperanza azulgrana, sea una rutilante estrella, que no lo es. Hoy está a años luz de sus predecesores por mucho '10' que luzca en la camiseta.

Y este es el club que tiene que gestionar Joan Laporta. Así que paciencia y que Dios haga más que nosotros si no nos empujan a aferrarnos a glorias pasadas y acabemos por recuperar a Iniesta en la línea de Alves. Añadamos las decenas de miles de socios que se han cogido a la potestad de no pagar este año, ya sea por los efectos de la crisis pandémica o porque volver al campo a ver al actual Barça invita a quedarse en casa a seguir el partido desde el sofá, sin pasar frío, a la espera de tiempos mejores.

Si este año el Barça se clasifica para la próxima Champions ya será mucho. Esperar más es vivir en la inopia. El Barça de los Enanos de Núñez ha vuelto y lo ha hecho de la manera más dolorosa, después de los mejores años de la historia del Club, unos años que cada día más integran la nostalgia de lo que fuimos. Si en cinco años Laporta es capaz de volver a posicionar el Barça como un firme aspirante a Europa ya nos podríamos dar por más que bien pagados.