¿Cuándo fue la última vez que hiciste limpieza en tu interior? ¿Te has planteado alguna vez si tu forma de gestionar las emociones contamina tu entorno? ¿Somos capaces de cuidar el planeta si antes no aprendemos a cuidar nuestro ecosistema emocional? Estas preguntas no son casuales. Nos las plantea la psicóloga, enfermera y escritora Mercè Conangla, quien junto a Jaume Soler creó en 2002 un revolucionario modelo de gestión emocional conocido como Ecología Emocional. Una propuesta que va mucho más allá de la inteligencia emocional convencional, porque añade dos elementos esenciales: la responsabilidad individual al cien por cien y la conciencia del impacto emocional global.
La Ecología Emocional se define como “el arte de gestionar, de manera sostenible, nuestro mundo emocional de forma que nuestra energía afectiva nos sirva para mejorar como personas, aumentar la calidad de nuestras relaciones y mejorar el mundo en que vivimos”. Es un planteamiento que establece un paralelismo inspirador entre la gestión medioambiental y la forma de entender nuestras emociones. Si somos capaces de reciclar residuos, ¿por qué no hacer lo mismo con nuestras emociones tóxicas?
Mercè Conangla preside desde 2016 la Fundación Ecología Emocional, entidad sin ánimo de lucro que fundó junto a Jaume Soler en 1996. Esta fundación se dedica a acompañar los procesos de crecimiento emocional y ético de las personas, con el objetivo de fomentar un desarrollo equilibrado y sostenible. El modelo que han desarrollado se aplica en diversos ecosistemas: familiar, educativo, sanitario, organizacional y social. De hecho, el gobierno de Navarra eligió este modelo para impulsar un proyecto pionero en centros educativos, el programa Laguntza, que ya ha llegado a decenas de escuelas. 

Es un planteamiento que establece un paralelismo inspirador entre la gestión medioambiental y la forma de entender nuestras emociones

El trabajo de Conangla y Soler se ha materializado en más de 25 libros que despliegan el modelo de Ecología Emocional. Entre sus obras destacan títulos como Ecología Emocional para el nuevo milenio, Aplícate el cuento (un compendio de más de cien relatos de diversas tradiciones para reflexionar sobre nuestro destino y responsabilidad), Crisis EmocionalesJuntos pero no revueltos, Sin ánimo de ofender, Desobediencia emocional, Bondad en acción, El cansancio moral y Cambio climático emocional

El modelo que proponen se asienta en once principios éticos fundamentales: unicidad, realidad, libertad, responsabilidad, respeto, prevención, sostenibilidad, crecimiento paralelo, coherencia, acción y conservación. El principio de sostenibilidad emocional es especialmente relevante: comporta un uso equilibrado de nuestra energía, permitiendo un flujo generoso de ideas, emociones y experiencias basadas en la solidaridad y reciprocidad. Cuando aplicamos este principio, nos dicen, gozamos de bienestar, salud emocional y autonomía energética. 

Conangla, especializada en educación emocional, liderazgo y comunicación no verbal, colabora con diversas universidades españolas y ha recibido reconocimientos internacionales, como su nombramiento como miembro honorario de la Academia Mexicana de Educación en 2020. Su trabajo parte de una convicción profunda: “Nunca es tarde para recuperar nuestra capacidad de soñar y nuestra magia para transformar lo doloroso, lo feo y lo malo en belleza, bondad y armonía”. He tenido el placer de entrevistarla esta semana. Puede ver la entrevista aquí. Y como si la casualidad quisiera que me empapase bien de este concepto, he tenido la oportunidad también de entrevistar a directores de documentales durante el festival SUNCINE, que está teniendo lugar estos días, y allí he vuelto a encontrarme con estos mismos principios. 

La urgencia de integrar el bienestar emocional con la salud del planeta se manifiesta de manera particularmente poderosa en el documental The Unfixing ('El desmantelamiento'), de Nicole Betancourt y Rose Kowalski, presentado en la sección Oficial Ñ del festival SUNCINE 2025. La película, una coproducción hispano-estadounidense de 87 minutos, fusiona con lirismo la vida personal y el paisaje para explorar el viaje de una madre desde la enfermedad hacia la curación, y desde la desesperanza climática hasta el sentido de pertenencia terrestre. El documental captura cómo la debilitante enfermedad de Lyme que Nicole sufre después de un accidente de surf, exacerbada por el cambio climático, se entrelaza con la enfermedad que posteriormente afecta a su hija Pilar. A través de un collage cinematográfico en capas, que combina diario verité, videoarte, archivos familiares, animación y entrevistas con médicos y maestras indígenas, la película encuentra en el cuerpo humano un reflejo de la Tierra, descubriendo que la sanación personal y la sanación planetaria son inseparables. Filmada durante ocho años en Estados Unidos, España, México y República Dominicana, The Unfixing encarna precisamente lo que propone la Ecología Emocional: reconocer que nuestro mundo interior contaminado por la desesperanza y el desequilibrio resuena en un mundo exterior también enfermo, y que solo mediante el cuidado responsable de ambos podemos encontrar el camino hacia la esperanza y la renovación. He entrevistado a la cineasta Nicole Betancourt y a su productora, afincada en Girona, Rose Kowalski, con motivo de la presentación de su obra. Puedes ver la entrevista aquí

La Ecología Emocional nos invita a convertirnos en personas más sostenibles y equilibradas, responsables de la gestión de nuestro mundo afectivo. Porque, como bien plantean sus creadores, cuando mejora la persona, todo lo que la rodea evoluciona. El mundo que tenemos es reflejo de lo que somos. Y esa es nuestra gran responsabilidad: mejorarnos a nosotros mismos para mejorar el mundo.