Catalanas, sabíamos que España nos roba, pero desde hace un tiempo que sabemos que también nos espía... ¡mientras dormimos! Y lo hace con todos los medios que tiene a su disposición: con la macrooperación del Catalangate y las escuchas del software israelí Pegasus, y la infiltración de policías en los movimientos sociales y políticos catalanes considerados antisistema o antiespañoles. Eso último nos acaba de informar, por segunda vez, la Directa, en un ejercicio magnífico de periodismo de investigación (que todavía hay!) titulado: "Dani, el segundo topo de estado para espiar el activismo". En junio del año pasado, destapan que el policía nacional I.J.E.G., más conocido por sus colegas como Marc Hernández Pon, se había infiltrado durante dos años en los movimientos independentistas a través del Sindicat d'Estudiants dels Països Catalans y del grupo por el derecho a la vivienda en el barrio Gótico (Resistim al Gòtic). Ante el escándalo y las denuncias, la Audiencia Nacional sencillamente deja de investigar porque las actividades del espía infiltrado "ya habían acabado", y parece que las responsabilidades políticas también. Pero este 30 de enero la Directa nos descubre que en realidad no se ha acabado porque no es el único que hace este trabajo: ¡D.H.P., alias Daniel Hernández Pons (cuánta imaginación en la inteligencia española!), hacía 3 años que actuaba como infiltrado en La Cinètika, un centro social okupado próximo a la Meridiana.

Si miráis con atención las fotografías de los espías, veréis que las Mata Hari modernas han cambiado de género y de imagen, ahora son hombretones culturizados en el gimnasio, llenos de tatuajes, con pelo de cepillo, y van vestidas con uno "look playero" bastante informal y menos sofisticado. Pero funciona. El miembro conocido como Daniel usa la técnica de seducción de la antigua espía y consigue establecer relaciones sexuales y amorosas (sic) con 8 mujeres del movimiento asociativo con el objetivo de recoger información privilegiada en un contexto propicio de intimidad. Cuando se descubre el nuevo escándalo, 5 de las afectadas deciden el 1 de febrero interponer una querella —a través del sindicato CGT y del grupo Iridia- por, en pocas palabras, violencia política y sexual.

En este caso, la infiltración del miembro del CNP plantea dos derivadas que se entrecruzan. Por una parte, hay un claro objetivo político: la voluntad del estado español de controlar la disidencia desde dentro, en este caso, los grupos y movimientos juveniles independentistas y de izquierdas considerados peligrosos por el sistema. El ministro del Interior Grande-Marlaska del "gobierno más progresista de la historia" justificaba en septiembre la legalidad de esta operación, diciendo que: "Estamos en un estado de derecho y las funciones de las fuerzas de seguridad del Estado son garantizar la seguridad y los derechos y libertades del conjunto de los ciudadanos". Obviamente, de esta protección están excluidos los independentistas catalanes en general y las 8 mujeres de La Cinètika en particular. Ellas son el otro elemento importante de este caso con la derivada feminista que plantea, porque ellas han sido el instrumento genéricamente marcado del cual se ha abusado sexualmente, emocional y moralmente con el fin de conseguir aquel control político que todo, todo lo justifica. Instrumentalizar el cuerpo y las pasiones de las mujeres no solo es considerarlas como objetos disponibles a mano (como un kleenex que una vez usado se puede tirar!), sino que está en la línea de lo que conocemos como "cultura de la violación" en la cual la violencia sexual, política, psicológica, etc. contra las mujeres se usa como una estrategia deliberada de control y de atemorización social contra ellas y contra los colectivos que representan.

El ministro del Interior Grande-Marlaska justificaba en septiembre la legalidad de esta operación: "Estamos en un estado de derecho y las funciones de las fuerzas de seguridad del Estado son garantizar la seguridad y los derechos y libertades del conjunto de los ciudadanos". Obviamente, de esta protección están excluidos los independentistas catalanes en general y las 8 mujeres de La Cinètika en particular

Que estos dos elementos están muy presentes en el caso del miembro del CNP conocido como Daniel es muy claro en las redes sociales. Por ejemplo, el twitter de un tal Capitán Bitcóin (@CapitanBitcoin) que cuenta con más de 143 mil seguidores, hierve estos días de comentarios significativos. Aclarémoslo: esta cuenta fue creada en 2012 por alguien que se considera "activista por el cambio cultural" y que es autor de un panfleto titulado «Disidencia Activa: Manual contra la Dictadura Progre», cosa que traducido quiere decir que sus objetivos preferidos son los inmigrantes subsaharianos; las mezquitas y los musulmanes del estado español, a los que califica de terroristas yihadistas y destaca siempre noticias donde estos son protagonistas de robos, asesinatos y violaciones; los colectivos LGBTI+, a los que califica de "tribu de degenerados"; y se declara furibundo anticomunista y admirador sin reservas de Juan Roig, el propietario de Mercadona.

Los seguidores han dejado miles de comentarios en su tweet donde explica el caso del policía nacional conocido como Daniel y el affaire con las 8 mujeres que han sufrido su seducción. Independentistas y feministas son el blanco a abatir sin complejos, sin piedad. Para Daniel todo son elogios patrióticos y machistas, así, mezclados. Se lo felicita por héroe, soldado, santo, valiente, puto amo, digno de aplausos y de recibir medallas —como la de "Los caídos en acto de servicio"—, digno también de que se le erijan monumentos y estatuas como mártir del "Todo por la patria" en versión "for king and country", y un reconocimiento "Ave César" de auténtico gladiador. Pero los mejores elogios le llegan cuando su trabajo antiindepe como macho inseminador se considera un acto de penetración en el enemigo (con o sin "folliconsentimiento", que eso no importa), cosa que le supone un par de huevos" y un estómago considerable por el hecho de haber intimado con estas "feas, soguarras y alérgicas al aseo" que son las independentistas catalanas.

¿Y para ellas? Pues para ellas todo son descalificaciones salvajes de su cuerpo y de su imagen, referencias a su sexualidad y lógicamente a su militancia política (también todo junto, muy mezclado). Al lado de fotografías escarnecedoras de mujeres cupaires aparecen las calificaciones que dicen merecerse por "callos (malayos), orcos, feas, putas, tontas, monstruos; que van tan mal servidas que tendrían que estar agradecidas de que un Viriato español superara la aversión que provocan los flequillos antisistema y sus sobacos peludos. ¿Un tipo, Daniel, que de hecho venía a satisfacer sus deseos inconscientes más profundos de "Fuck the police", no? Un policía tan listo que escogió satisfacer a 8 catalufas, "una por cada segundo que duró la independencia", fíjate si sabía y cómo lo tenía todo premeditado.

Si los comentarios de este hilo de twitter no son dignos de ser considerados delitos de odio; ¡si la actividad de los policías infiltrados no se merece una investigación por parte de los jueces del estado (por pedir que no quede, y si es que ellos mismos no lo han autorizado!), quizás que el ministro Marlaska repase qué quiere decir proteger los derechos y libertades de las ciudadanas, ni que sean catalanas.