La política es el arte de lo posible y la negociación. También lo es de la gestión de los silencios y las informaciones útiles, que hay que dosificar. En la Santa Sede saben mucho de dosis. Pero esto no equivale a ser los mejores en comunicación según los manuales de comunicación institucional. Para los estándares mundanos, no lo hacen bien, porque seleccionan tanto la información y los momentos que a menudo no informan lo suficiente. Yo creo que sí, que saben hacerlo, y de hecho, saben mucho, porque no se dedican a la comunicación sino a la diplomacia y a la alta política. Ante la inminente muerte del papa Benedicto XVI, el hecho de pedir plegarias dos días antes y de que el emisor de tal mensaje fuera el papa Francisco ya disparó las alarmas, pero lo hizo de manera inteligente. Los periodistas que cubren la información vaticana por todo el mundo fueron avisados de que en cualquier momento se podría producir el anunciado desenlace. Se ha acabado un año y se ha acabado el papa Benedicto. Las agendas de los mandatarios políticos se vieron condicionadas de golpe. Los hoteles romanos se empezaron a activar y recalibrar precios. No era un rumor lanzado por un intrépido periodista especializado en información religiosa. Era el mismo pontífice que anunciaba y pedía plegarias para el emérito. Ya hace unos meses, el secretario de Joseph Ratzinger se emocionó en un acto y se echó a llorar. Otro anuncio de que el Papa se iba apagando, que, tratándose de una persona de 95 años, tampoco era inesperado. Pero la muerte llega cuando quiere, y la de los papas es también imprevisible. Y como dice un amigo mío vaticanista, los obispos y papas suelen morirse en días de fiesta. En el Vaticano no se habían encontrado nunca con un entierro de un Papa con otro Papa presente y bien vivo. El entierro del Papa, que no es un jefe de Estado ya pero sigue siendo un pontífice, será un acto insólito, austero pero relevante.

En el Vaticano no se habían encontrado nunca con un entierro de un Papa con otro Papa presente y bien vivo. El entierro del Papa será un acto insólito, austero pero relevante

Benedicto XVI, con su dimisión, anunciada en febrero del 2013 y hecha de manera libre y sin que nadie la tuviera que aceptar, porque ya se hacía efectiva por sí misma, fue revolucionario. Ahora su entierro será inédito. Para muchos, él ha sido el último Papa. Para otros, el primer Papa que ha abierto una nueva manera de entender el ejercicio de la potestad universal del obispo de Roma.