Ha llegado diciembre y, un año más, el resumen que hace Spotify de la música que hemos escuchado a lo largo de 2023. Lo sé porque me lo ha dicho la máquina y porque los amigos, conocidos, saludados y gente a la que sigues en Instagram sin saber muy bien por qué, me lo han contado. Este año me ha sorprendido saber que escucho un género musical que desconocía que escuchaba. Y, por lo visto, es lo que más escucho. Se llama melow gold. ¿Mellow gold? Después de asustarme, buscando en Google he entendido que sí, que se ve que es lo que escucho. Se ve que contiene elementos del soft rock y del folk rock, muy de los discos de los 60, 70 y 80 —del siglo pasado, por supuesto— que tenían una producción clara, armonías y composiciones melódicas, mucha guitarra acústica, mucha voz suave y un punto de country. Pues eso.

Ha llegado diciembre y es momento de hacer balance de 2023, algo siempre injusto a 2 de diciembre, como si este mes que quiero tanto —porque es cuando nací— ya no tuviera nada que ofrecernos. Y es injusto, porque quedan muchos días. Siempre asociamos las canciones que escuchamos a momentos que hemos vivido. Y repasando mi lista, hay momentos de amor, de corazón roto, de angustia, de conciertos disfrutados como si no hubiera mañana, de sueños —aún— y nostalgia, de viajes y de amistad. La vida. O sea, que no está mal. Mejor que la política, reducida a unas elecciones y una investidura al cabo de no sé cuántos meses.

Me tomaré diciembre como una comedia romántica o, al menos, como una comedia

Ha llegado diciembre, decía, y es un mes que amo y que me recuerda que soy un niño de diciembre, que es muy distinto a ser un niño de enero. Los niños de diciembre son los pequeños de la clase y, dice la teoría económica —y deportiva—, los perjudicados por el sistema. En 1985, un sociólogo canadiense descubrió que todo el equipo de hockey sobre hielo de Canadá había nacido en los tres primeros meses del año. ¿Casualidad? No. Ocurre con los mejores futbolistas también. Hagan la prueba. La explicación es que, de pequeños, un año de crecimiento es mucho, y los entrenadores, que quieren ganar, les hacen jugar más. Y eso se ve que ocurre también en el ámbito académico, repercute en el resto de la vida y nos hace reflexionar sobre si el sistema educativo está bien pensado. ¿Excusas como las de Xavi Hernández? En mi caso, seguramente.

Llegó diciembre y llegaron las luces de Navidad. Bueno, perdón, ahora las luces de Navidad ya llegan en noviembre. Pero el caso es que han llegado las luces que anuncian la Navidad y entonces es cuando este mes que tanto quiero, porque es el mes en el que nací, se vuelve un mes triste porque ya hace unos años que mi madre no cocina esas comidas pantagruélicas que reunían a hijos, nueras, yernos y nietos y este es el primero que pasaré también sin mi padre, sin ninguno de los dos, y en el que se hará evidente que todo el paisaje de la niñez habrá desaparecido. Y es entonces cuando me siento un niño, sea de diciembre o no. Así que pido permiso para que no me guste mucho la Navidad, no entienda que se cuelguen luces en noviembre anunciando esto, solo para que gastemos lo que no tenemos, y entendáis que no vivimos dentro de Love Actually. O sí, mira, me tomaré diciembre como una comedia romántica. O, al menos, como una comedia.