Un independentista que conozco ha decidido sacar la estrellada del balcón. Me ha sorprendido. Después de más de veinte años con la blanca y sagrada estrella solitaria de la independencia sobre las cuatro barras, ahora su casa, por fuera, es una casa anodina, como las otras, sin ninguna identificación cálida. Se ve que la razón es el pacto de gobierno entre ERC y Junts per Catalunya que, alucina vecina, es para hacer autonomía y no independencia. Me ha sorprendido. Porque a mí me parece que tan autonomista es este gobierno que ahora comienza como el gobierno del presidente Torra. O el gobierno del presidente Puigdemont que culminó con el primero de octubre. El gobierno de Artur Mas puso las urnas, como le exigía la presidenta Forcadell, cierto, pero el único independentismo real lo puso el pueblo, votando masivamente por el divorcio con España. Si la buena gente de Catalunya se hubiera quedado en casa ningún separatismo hubiera sido posible y el gobierno colonialista de Madrid se hubiera hartado de burlarse de nosotros, aliviado porque los catalanes no se atrevían a decidir. Como ahora, que deben hacerse unas risas viendo a estos catalanes que dicen que lo dejan, que descuelgan banderas separatistas, que dicen que se van a casa. Es exactamente lo que quiere Madrid. Cuando en realidad este gobierno Aragonés es el gobierno autonomista que nace más condicionado por la presión del independentismo popular, el gobierno que le tiene, por ahora, más miedo al pueblo y que ha tenido que empezar pidiendo perdón a los electores. En realidad este gobierno ha salido adelante sólo porque Pere Aragonés y Jordi Sánchez tuvieron miedo de lo que podría pasar si no llegaban a un acuerdo. Si no llega a ser por la irritación de la opinión pública, si no llega a ser por el cabreo monumental que se generó, íbamos de cabeza a un tercer tripartito o la repetición de las elecciones. No tengáis ninguna duda, este gobierno no es lo que querían la mayoría de los políticos pero ha nacido porque los votantes independentistas de la mayoría del 52 por ciento lo han impuesto. Francamente, yo prefiero un gobierno que le tenga más miedo a sus electores que a la Guardia Civil, yo quiero un gobierno que esté condicionado, presionado, fiscalizado permanentemente por la gente que lo ha votado. Un gobierno que no pueda hacer lo que quiera. Estos señores políticos no harán la independencia, la hará el pueblo cuando consiga arrastrar a los políticos.

Reivindicar el primero de octubre no se hace con proclamas solemnes, con actos de fe, porque charlar y charlar aún más no es hacer política. De buenas intenciones tenemos todos pero sólo la acción sublevada del pueblo puede, realmente, continuar con el primero de octubre. El presidente Quim Torra hacía y hace discursos muy bonitos pero con eso no basta, porque parece que cuando oímos discursos muy independentistas en el palacio de la Generalidad la gente deja de apretar, se relaja, piensa que ya no tenemos hecho. Hay independentistas radicales que han decidido descolgar la estrellada del balcón e inhibirse de la política porque en realidad su único proyecto político es hacer mala cara, es protestar y quejarse, esperando que el trabajo lo hagan los demás. Aúne es hora de que me expliquen por qué lo del Tsunami se detuvo sólo porque los dirigentes del invento dieron el alto. Si la gente dice que sigue, que no se vuelve a casa, ni Aragonés ni Sánchez no tienen nada que pelar.