En el debate electoral entre los aspirantes a presidir la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso sacó al comodín de ETA como gran amenaza para los madrileños. "El 28-M hay que elegir entre el PP o votar a ETA", dijo. Al igual que en las elecciones anticipadas a medio mandato utilizó el lema "Comunismo o libertad". Ya se sabe que los grandes enemigos de España —y Madrid “es España dentro de España”— son, pueden poner el orden que quieran, los "comunistas" de Podemos, los "golpistas" de ERC y los "etarras" de Bildu.

La polémica, por cierto, comenzó con el colectivo de víctimas del terrorismo Covite denunciando que 44 personas de las listas de Bildu en el País Vasco y Navarra fueron condenadas por pertenecer a ETA. Y, como ocurre a menudo, nos comimos el titular. Primero, que Covite son todas las víctimas del terrorismo. Y ayer Mireia Lluch nos recordó que no. Después, que han puesto condenados en las listas, cuando muchos ya tenían cargos. Y tercero: se han reducido a siete los que fueron condenados por delitos de sangre. Pero da igual, porque, en realidad, al PP no le preocupa esto. Le preocupa su resultado electoral. Y deben tener demostrado que funciona. Punto final.

Lo más preocupante, como han empezado a alertar los analistas, es la deriva, díganle trumpista, voxista o neofascista, de muchos jóvenes, pero sobre todo por falta de respuesta a sus problemas, su realidad y sus inquietudes

Esto en Madrid. En Barcelona, hemos sabido que el hijo del candidato de Vox —ambos se llaman Gonzalo de Oro-Pulido— fue denunciado por los Mossos d'Esquadra por llevar una porra extensible a las protestas de la Bonanova. La marcha en la que detuvieron al hijo del dirigente de ultraderecha era un reducto de la manifestación alimentada por Desokupa frente a los edificios de El Kubo y La Ruïna, donde los partidos de derechas llevan días intentando obtener réditos electorales. Efectivamente, en este caso hablamos de los enemigos "comunistas".

Seguramente, en Madrid, y en el resto de España, el PP obtendrá votos con su mantra sobre una banda terrorista que ya no existe. E ignoro si hará daño a Bildu en beneficio, por ejemplo, del PNV. Seguramente, en Barcelona, también es posible que la instrumentalización de Vox le sirva para tener votos. Pero, en cambio, no parece que tenga que quitárselos a Ada Colau. Que Santiago Abascal le diga "comunista psicópata" más bien se los dará. Le dará votos esto y le dará votos que es la única candidata que se sabe qué modelo de Barcelona tiene.

Habrán visto que ya han salido dos de los tres enemigos de España en esta campaña. Faltan los golpistas. Estoy tentado, como Joaquim Maria Puyal, a jugarme un guisante que saldrá. Pero no quiero perder ni un guisante. Y también me temo que a los partidos independentistas, especialmente a ERC, no les iría mal para despertar a su clientela.

Ahora bien, de todo esto, lo más preocupante, como han empezado a alertar a los analistas, es la deriva, díganle trumpista, voxista o neofascista, de muchos jóvenes, quizá por la ley del péndulo, pero sobre todo por falta de respuesta a sus problemas, su realidad y sus inquietudes. A la derecha, pero sobre todo a la izquierda. O quizás es que esto es normal en la actual batalla cultural, que no va sólo de economía, y que nuestros jóvenes se apuntan a los extremos. O quizá siempre ha sido así y los del medio, ese medio tan aburrido, no hacen ruido. Pero, cuidado, la última campaña de este tipo no terminó muy bien.