Con las previsiones de que la cifra de infectados siga subiendo y que en pocos meses haya más de medio millón de muertos, los norteamericanos tienen prisa para empezar a vacunarse contra la Covid, pero aunque haya unas cuantas vacunas prácticamente aprobadas, todavía hay muchas dificultades de distribución y hará falta tiempo para que todo el mundo las pueda recibir.

El hecho de que nunca haya habido un proceso de vacunación tan rápido, desde el momento que empezaron las investigaciones hasta su aprobación y disponibilidad, presenta una serie de problemas nuevos que parecen todavía mayores en los Estados Unidos que en países más pequeños, no sólo por las cantidades, sino por las distancias y las diferencias culturales.

Simplemente haber podido tener una vacuna en tan poco tiempo ha sido no sólo un reto sino un avance tan importante que hay propuestas para dar el Premio Nobel a los responsables, cosa que sería muy difícil porque hay mucha gente que ha participado en su realización.

Y no sólo en este año de pandemia, sino que la base la preparó ya el presidente Bush hijo después de los ataques terroristas contra las Torres Gemelas, por el miedo a que hubiera también ataques biológicos. Ya hace mas de quince años firmó tres leyes para preparar el camino en caso de que hiciera falta preparar vacunas o medicación de emergencia.

Con las previsiones de que la cifra de infectados siga subiendo y que en pocos meses haya mas de medio millón de muertos, los norteamericanos tienen prisa para empezar a vacunarse contra la Covid

Y también el presidente Trump, a pesar de los errores desde que empezó esta pandemia, puso en marcha desde el primer día todo lo que pudo para acelerar la producción de una vacuna, mientras que el Congreso aprobó la distribución de subvenciones de todo tipo, a pesar de saber que necesariamente algunas no servirían de nada porque muchas de las pruebas no darían resultados.

Ahora los norteamericanos pueden escoger entre las vacunas producidas por Pfizer, por Moderna, por Astra-Zeneca o por las que pronto también estarán en el mercado. Pero todas se encuentran ante dos problemas: los riesgos que todavía no se conocen y los problemas logísticos para hacerla llegar a todo el mundo.

De momento, el primer problema logístico es el transporte y la temperatura. La vacuna de Pfizer, por ejemplo, fue autorizada el jueves, pero los que la necesitan difícilmente la podrán tener. Son los que viven en residencias para personas mayores, pero las condiciones de mantenimiento y administración de la vacuna son tan difíciles que no existen en estos lugares. La temperatura tiene que ser inferior a los 70 grados bajo cero y, cuando se abre la caja donde hay casi mil dosis, hay que administrarlas en pocas horas.

No hay residencias con tanta gente, así que de momento están pensando en llevar a las residencias personas que puedan viajar y vacunarlas al mismo tiempo. Otra posibilida es que Pfizer cambie los contenedores para poner menos dosis.

Estas dificultades abren camino a la otra vacuna que también estará disponible pronto, de la empresa Moderna, donde hay que tenerla bajo cero pero no a temperaturas tan bajas.

En cuanto al riesgo, no sólo es que con tan poco tiempo puede haber reacciones que todavía se desconocen, sino que mucha gente quiere esperar, hecho que no permite avanzar tanto como se querría en el proceso de inmunización.

De momento, el primer problema logístico es el transporte y la temperatura

Aparte de campañas de propaganda, que empezarán con personajes importantes y conocidos que "darán ejemplo" poniéndose la vacuna, hay una propuesta muy típicamente americana, que es simplemente pagar para que la gente se vacune.

No sería nada nuevo en esta crisis: seguramente que ningún otro país ha puesto tanto dinero para ayudar a las víctimas económicas de la pandemia: durante meses, los que se quedaron en paro cobraban hasta seis mil dólares mensuales de indemnización, aunque a menudo era mucho más de lo que ganaban antes. Eso ha acabado, pero el Congreso está debatiendo otro programa de ayuda parecido, aunque no tendrá un alcance tan grande y seguramente habrá menos prestaciones.

Si además añaden un estímulo económico para vacunarse, la deuda pública acumulada seguirá creciendo como lo ha hecho este año, hasta el punto que es el más alto desde la Segunda Guerra Mundial, pero los políticos parecen dispuestos a hacerlo porque hace falta salvar vidas y también porque la economía sufriría más con un hundimiento total que con la deuda gigantesca que va acumulando.

La euforia económica en estos momentos es muy grande: por una parte, porque la producción y distribución de vacunas llevará mucho dinero a las empresas farmacéuticas; de la otra, por las nuevas industrias que han aparecido y seguramente han abierto mercado por mucho tiempo, tanto en cuestión de telecomunicaciones como para desarrollar la informática.

Este país-continente es uno de los pocos en el mundo con corazón rural y economía industrial

Sólo hay que mirar las bolsas, que no paran de subir ante estas expectativas, aunque muchos expertos avisan de que hay mejores resultados con las esperanzas que con las realidades. Dicen que, una vez las cosas se normalicen, aunque será bueno para la salud pública y las angustias personales, las bolsas y la economía pueden ir a peor.

Lo que parece también muy probable es que, una vez superada esta pandemia, la vida norteamericana no vuelva a ser la de antes. Y no sólo porque las telecomunicaciones permitirán, allí y en todo el mundo, que las empresas tengan menos espacio de oficina y aprovechen el teletrabajo, sino también porque la huida hacia el campo, que ahora caracteriza el momento de miedo en los Estados Unidos, no representa ningún sacrificio para la mayoría de los norteamericanos.

Este país, que fue en los primeros siglos de su existencia una gran república agraria, lo dejó de ser con las guerras y la industrialización, pero el corazón de los norteamericanos no cambió, de manera que este país-continente es uno de los pocos en el mundo con corazón rural y economía industrial.

A diferencia de lo que pasa en los países desarrollados de Europa, donde tanta gente con dinero tiene una casa en el campo, los norteamericanos acostumbran a tener sólo la casa de campo, que es simplemente la residencia habitual a los suburbs, nombre que dan aquí a las áreas metropolitanas de las ciudades, es decir, su versión de la "casita y el huerto".

A medida que pasa el tiempo, estas áreas son más y más urbanizadas y la gente no vive lejos de sus vecinos con el aislamiento que tanto les gusta. Con la pandemia, al no tener que ir a la oficina, mucha gente ha huido hacia el campo de verdad, lo que tiene para ellos muchas ventajas: los servicios mínimos están garantizados por todo el país, el precio es mucho más bajo y, con una densidad de población de menos de la mitad de la europea no ven prácticamente a nadie y se encuentran en medio de la naturaleza.

En lugar de turismo cultural o gastronómico, el país primero tendrá turistas médicos

Los que han vivido en las áreas metropolitanas más desarrolladas, como son San Francisco, Washington o Nueva York, pueden echar de menos los buenos restaurantes o los espectáculos de óperas o conciertos sinfónicos, o la proximidad a los mejores hospitales, pero siendo este un país de corazón rural, por todas partes hay pequeños teatros con buenas orquestas y hospitales regionales aceptables que sirven de consuelo.

Y además también estos "exiliados urbanos" pueden ir de fin de semana a la ciudad donde vivían, para disfrutar de buenos espectáculos y buena comida, de manera que la capital norteamericana va camino de convertirse en una ciudad todavía más turística de lo que ya es ahora y lo mismo puede pasar con Nueva York, Los Ángeles o San Francisco, con un turismo en sentido contrario: los días entre semana en el campo y los días libres en las ciudades.

De todos modos, ya son centros turísticos tradicionales desde hace tiempo: Nueva York por la atracción que tiene con visitantes de todos el mundo y Washington por sus excelentes museos gratis (pagados por el Gobierno Federal) y con edificios y monumentos históricos como la Casa Blanca, el Congreso, el Memorial de la guerra de Vietnam o el cementerio de Arlington ya son desde hace tiempo una atracción para los visitantes de fuera y dentro del país.

Inmediatamente, sin embargo, serà sólo en las grandes ciudades donde habrá vacunas, precisamente por la facilidad de reunir a mucha gente y vacunarla mientras las dosis todavía están en la temperatura aceptable, cosa que significará que en lugar de turismo cultural o gastronómico, el país primero tendrá turistas médicos.