Jordi Hereu y Carles Martí tuvieron la desdicha de que el final de ciclo "sociata" en BCN coincidiera con su famosa consulta de la Diagonal. Al final, allí el debate no fue la reforma de la avenida, sino la futura reforma del gobierno municipal.

La prueba de que alguna cosa hacía falta hacer fue que poco tiempo después, los convergentes fueron al grano e hicieron lo que Hereu no quiso imponer por miedo a una tremenda colleja política y que fue el inicio de su fin.

Y cuando vimos la "Remodelación Trias", enseguida nos dimos cuenta de que aquel bonito lateral que ahora es un carril para coches y uno para bicis, tenía un diseño perfecto para hacer pasar una vía de tranvía. Bueno dos: la de ida y la de vuelta.

Y es así como nuestras vidas han recuperado el apasionante debate titulado: "¿Qué, unimos los dos tranvías de BCN?". Hey, y que está muy bien porqué nos hace más jóvenes, cosa que siempre es de agradecer. Hey, y que nos anima a recuperar otros apasionantes debates como los de: "El AVE que tenía que hacer caer la Sagrada Familia", "¿Dónde ponemos el nuevo zoo?", "¿Remodelamos la remodelación de la remodelación de la remodelación de la remodelación de la plaza de las Glorias?". Ah, y, sobre todo, que vuelva Carlinhos Brown con su camión samba. Pero también es la nueva prueba de que la parte de la política que intenta hacer proyectos de futuro acostumbra a perder ante la parte de la política que actúa en función de intereses partidistas particulares del momento.

Me temo que no falta mucho para que el tiempo dé la razón a Jordi Hereu y demuestre la frivolidad de algunos de sus detractores. Unos personajes que, en alguno de los casos, continúan enganchados a la silla de concejal o a la del despacho de al lado como un Garfield con ventosa enganchado al vidrio de un Seat Toledo.