Incapaz de ofrecer ninguna mirada esperanzadora hacia el futuro y entretenida en repartirse las migajas del sistema neoautonómico, la casta independentista ha tenido la ocurrencia de hacer aquello tan español de ejercitarse en chapucear el pasado. La última semana, el Parlament no sabía como hacerse perdonar la famosa lotería de jubilaciones doradas y sus señorías de Izquierda, Junts, la CUP y En Comú Podem tuvieron la ocurrencia de aprobar una resolución para "reparar la memoria histórica, dignificar y reivindicar" a las mujeres acusadas de brujería, emplazando a los ayuntamientos a revisar el nomenclátor para incluir nombres de mujeres pertenecientes al municipio acusadas de hechicería, así como a impulsar estudios con perspectiva de género sobre un grupo de mujeres "injustamente condenadas, ejecutadas y reprimidas a lo largo de la historia" en un caso de "feminicidio institucionalizado".

Los parlamentarios habían buscado inspiración en un documental que La Nostra emitió en el Sense Ficció, "Bruixes, la gran mentida", un filme urdido por Joanna Pardos y Sàpiens. Escribo "filme" y "documental" porque me faltan palabras para definir un panfleto que no pasaría los criterios de un parvulario de historia o periodismo, una mamarrachada presentista con dramatizaciones de auténtica vergüenza ajena y producción nefanda con el único objetivo de aplicar los roles emancipadores del presente (algunos de los cuales, solo faltaría, han sido ideas desveladoras para la libertad de mujeres y hombres) a señoras del siglo XV. Afirmar, como se decía, que el señalamiento de las brujas como hembras singularizadas, ya fuera por la soltería o su independencia económica, es el mismo mecanismo que hoy estigmatiza y violenta a las mujeres, aparte de falso, solo se justifica si se quiere cretinitzar al espectador.

No hay forma de hacer más daño a las mujeres que utilizarlas para comerciar con tanta estulticia

Sabemos que TV3 comparte con el cónclave parlamentario esta pérfida tarea y no es extraño, por lo tanto, que la más alta instancia del país presentara en persona una proyección de esta boñiga de documental afirmando que "en Catalunya se vivió un feminicidio institucionalizado durante cerca de dos siglos." Tanto les da que, en la mencionada época, la realidad política no permita hablar de instituciones tal como las entendemos el siglo XXI; tanto da que la vida de una víctima de la nauseabunda violencia de los hombres de hoy no tenga nada, pero nada, en común con la de las mujeres del pasado, sobre todo con respecto a las motivaciones de fondo. Todo eso da igual, son minucias de tiquismiquis, ante la clase política más analfabeta de la historia de Catalunya (eso sí, ay, nos lo permite asegurar el presente). No hay forma de hacer más daño a las mujeres que utilizarlas para comerciar con tanta estulticia.

Volved a repasar la película, os lo ruego, y se lo pediría también a los historiadores competentes que son diputados en el Parlament; no creo que puedan tragárselo sin enrojecer. Lo más jodido de todo es que la cambra catalana, un conjunto de políticos hijo del 155 y que ha negociado la claudicación del 1-O a cambio de los indultos regalados por el PSOE, se vanaglorie de poder indultar a unas mujeres que, en la mayoría de casos, no tenían ni la prerrogativa de ser juzgadas. Aparte de tontita, hecho que podría ser contingente, la élite política es inauditamente perversa; solo así se explica que se fomente que una mujer religue su (maravillosa, insisto) lucha emancipadora al discurso victimario que la asocia a una bruja quemada en tiempo de oscuridad medieval. La tontería de los políticos ya no me sorprende; su maldad, lo admito, todavía me asusta.

Para desviar la atención de su inexistente ambición nacional, no me extrañaría que, en un futuro inmediato, nuestros parlamentarios se las ingenien para indultar a los moriscos que nuestros espléndidos monarcas se dedicaron a asesinar con tal de hacer mayor al imperio o quién sabe si llegarán incluso a revocar las sentencias de muerte urdidas por la Inquisición, Jaime I, o incluso las que nuestros sufridísimos agricultores dictan a diario contra las aves de corral nacionales. La ignorancia de esta peña no tiene límite. Espero que la historia no los indulte nunca y sea muy dura con nosotros por habernos tragado tanta tontería y con unos portavoces tan malvados.