Más que nunca, esta ha sido la noche de los indecisos. Los que hayan mirado el debate para aclarar a quien tienen que votar, ahora están indecisos y, además, anonadados y perplejos.

Después de dos horas y veinte minutos de gente charlando, ¿sinceramente alguien que esperara aclarar alguna cosa ha aclarado algo? (bien, aparte de poder confirmar que, efectivamente, Meritxell Batet ha ido al debate, cosa que mucha gente dudaba).

Es evidente que los debates tienen que cambiar. Los formatos y las actitudes de los que participan. La gente se los mira y los comenta, sí, pero con la actitud de quien se mira el “Salchipapa”, la última composición de Leticia Sabater. Ser trending tópic mundial está muy bien para vender el pescado mediático, pero no es garantía de nada. Como que el Salchipapa tenga miles de visionados.

Tema aparte es el de los “palmeros”. La gente que durante el debate aplaude con las orejas a su candidato da mucha vergüenza. ¿A quién creen que engañan? ¿A quién se creen que convencen? ¿No les da cosita quedar en evidencia de esta manera?

Eso si, el debate de este domingo, a pesar de ser a seis, ha sido más vivo, menos rígido y menos aburrido que el debate a cuatro organizado por las cadenas españolas. Y no ha fallado el sonido.

Como que gusta mucho el tema vestimenta, le comento así rápido que ha habido cuatro camisas blancas: Xavier Domènech, Gabriel Rufián, Joan Carles Girauta y Jorge Fernández Díaz, que es el único que la ha acompañado de una corbata. Verde, por cierto. Francesc Homs, también con corbata (de color azul fuerte con unas motitas blancas), llevaba camisa azul clara.

Ha estado muy divertido el juego de las preguntas cruzadas del inicio. Vamos, pero mucho. Consiste en que uno de los candidatos le hace una pregunta previa a otro, pero sin que el candidato que la recibe sepa quién se la ha hecho. Y entonces tiene que adivinar el autor. Lástima que se suponía que era un debate y que las preguntitas han impedido cualquier tipo de debate durante los 22 primeros minutos del debate.

El primer tema han sido los refugiados. La realidad es la que es, y no es precisamente muy presentable. Escuchando Jorge Fernández Díaz, la realidad es que en España hay mil millones de refugiados acogidos y cada día comen arroz de bogavante.

Después han hablado del mundo laboral. Otra vez cifras y recontracifras tan apasionantes como contradictorias. Propongo que en los próximos debates hagan una especie de ojo de halcón. O sea, cuando digan una cifra, que paren, analicen si es cierta y si no lo es, se le retira la palabra al mentiroso (o mentirosa) durante 10 minutos.

A las 22.40 he exclamado por primera vez: ¿falta mucho para acabar? Y no ha sido la última.

El decorado de detrás de Quico Homs y Gabriel Rufián se movía. Era como una tela que parecía que respirara y tan inquietante que pueden reciclarla para un programa de tarot.

A partir de las 23.01, Fernández Díaz se debe haber dado cuenta de que era el que más charlaba, según el dato aportado por Mònica Terribas, y ha empezado a comerse la mitad de las palabras y a una gran velocidad. Tanta que la moderadora le ha dicho que se calmara y se relajara. Ha sido cuando el ministro en funciones ha confundido el acuerdo de gobierno que firmaron el PSOE y Ciudadanos con uno hipotético entre Podemos y Ciudadanos. ¿Hará la UDEF un informe sobre el tema?

Cuando han hablado de la corrupción, algunos que pueden contar los casos que NO los afectan con los dedos de una mano (y sobran dedos) han actuado como si explicaran su primera comunión.

A las 11 y cuarto, Quico Homs y Fernández Díaz se han enganchado por una independencia. La judicial. Y el candidato convergente ha aprovechado para ponerse la medalla de que está imputado por el 9N.

El debate sobre el referéndum lo han monopolizado Rufián y Domènech. Ha durado 7 minutos y le ha permitido al común hacer una cosa que le sale de narices: realizar unas curvas lingüísticas y argumentales tan complicadas que estás en casa mirándotelo y acabas tocándote el codo derecho con el tobillo izquierdo y la rótula izquierda con el omóplato derecho. La novedad es que usa el concepto “fraternidad”, que ya usó en el mitin de BCN, cuando vinieron Pablo Iglesias y Alberto Garzón.

En las 23.50, Fernández Díaz ha reventado el debate reclamando poder hablar. Mònica Terribas le ha dicho por segunda vez que se calmara y se relajara y lo ha convertido en Rooibos Fernández Tilas.

En las 00.07, Rufián ha recuperado su particular cara a cara con Xavier Domènech sobre el referéndum y los pactos para conseguirlo.

Y a las 00.10, la moderadora ha frenado en seco y ha dado paso al momento “somos el tercer trending tópic mundial” y a las preguntas de los espectadores. Nos ha dicho que se han realizado más de dos mil y que han escogido siete. Sin explicarnos el criterio.

La fiesta se ha acabado en las 00.22. Sin debate posterior, ni analistas, ni expertos, ni repetición de las mejores jugadas, ni mesas redondas, ni mandangas. Nada, aquello tan catalán de no alargar las cosas más de lo necesario.

Y, naturalmente, he dejado para el final la mejor noticia del día: ya es lunes. Eso quiere decir que sólo quedan 5 días de campaña.