La última vez que se reunió la entonces denominada "Comisión bilateral Generalitat de Cataluña-Estado" fue el 19 de julio del 2011. Es decir, ha transcurrido toda una eternidad durante la cual, el "Estado", si se descuida, habría ido a la papelera de la historia tal y como lo conocemos, y precisamente por la parte catalana de la (extraña) pareja, que, a su vez, y durante los 7 meses de aplicación del artículo 155, se ha visto reducida a la práctica a una "pre-autonomía" como castigo por haber querido hacer la pre-independencia" (y continúa en estado de vigilancia).

El 155 ha sido el tercer gran golpe del Estado contra el autogobierno catalán después del golpe blando -ralentización del despliegue autonómico- de 1981, a raíz del "tejerazo", y del autogolpe que se infligió todo el sistema constitucional español con la "cepillada" final del Estatut de 2006 por el TC en el 2010. En aquel momento empezó casi todo, es decir, la ruptura, el principio del choque que llevó a la proclamación de la república catalana el 27 de octubre de 2017 y a la supresión de la autonomía, la disolución y persecución -prisión y exilio- de los miembros del Govern y a una oleada represiva contra los derechos y libertades básicos sin precedentes por parte del Ejecutivo español. No hay que retroceder a los contrafueros de 1640, origen de la Guerra dels Segadors, para ver quién ha sido el campeón de la unilateralidad en el conflicto Catalunya-Espanya: l'Estat central guanya per golejada

No hay que retroceder a los contrafueros de 1640, origen de la Guerra dels Segadors, para ver quién ha sido el campeón de la unilateralidad en el conflicto Catalunya-Espanya: el Estado central gana por goleada

Entre el 2011 y el 2018 ha habido una movilización de la ciudadanía catalana por la independencia y la democracia sin precedentes en la Europa occidental. Estos días he leído un par de libros sobre Mayo del 68, ahora que ha hecho 50 años, y da risa comparar las cifras de manifestantes en París durante aquellas jornadas revolucionarias en que las playas latían bajo los adoquines con las movilizaciones de los últimos 11 de Septiembre catalanes. La última vez que se reunió la bilateral Generalitat-Estado la movilización en la calle ya había empezado -julio del 2010, marcha contra la sentencia del Estatut que derivó en la primera gran manifestación independentista-. El 2011 fue el año que el 15-M llenó las plazas y al gobierno de Zapatero, responsable último de aquel desastre, le quedaba poco tiempo -en noviembre lo relevaría Mariano Rajoy- mientras que Artur Mas casi estrenaba la presidencia de la Generalitat. Para hacernos una idea de cómo han cambiado las cosas, Manuel Chaves, expresidente de Andalucía y del PSOE, que recientemente se ha librado de ir a la prisión por el fraude de los ERE, presidía la parte estatal de la bilateral en calidad de vicepresidente del Gobierno de política territorial; la parte catalana la encabezaba el líder de Unió y de la federación de CiU en Madrid, Josep Antoni Duran i Lleida. Hoy no existe CiU, después de que Unió rompiera con Mas el 2015 por la hoja de ruta hacia la independencia, pero tampoco el histórico partido democristiano, arrastrado finalmente a la desaparición por la falta de votos y el exceso de deudas. (Convergència, el partido socio de Duran, tampoco existe: mutó en el PDeCAT en medio de un intenso baile de siglas y ahora está en tránsito de incorporarse a la Crida Nacional por la República. Jordi Pujol, en fin, el fundador de todo, ya hace cuatro años que vive en la sombra de él mismo por culpa de una deixa.)

Entre la bilateral del 2011, que se reunió en Madrid, y la que se reunirá en Barcelona este miércoles, ha habido un tsunami, un terremoto político, sociológico y generacional que ha reconfigurado el pleito Catalunya-Espanya y se lo ha llevado todo por delante. También al PSC, partido que ha sufrido una auténtica implosión a raíz del procés. Una miembro del PSC, la ministra Meritxell Batet, la nueva encargada de la carpeta territorial, encabezará la delegación estatal de la bilateral. Batet tendrá en frente, como jefe de la parte catalana, a alguien que es bastante más que un excompañero de partido: Ernest Maragall, militante de ERC, ahora responsable de Exteriores del gobierno de Quim Torra, antiguo conseller de José Montilla y mano derecha de su hermano, el también alcalde y presidente Pasqual Maragall en el ayuntamiento de Barcelona. El día que alguien analice seriamente qué pasó en el PSC entre el golpe del TC al Estatut en los últimos días del segundo tripartito y la incorporación al trío del 155 del brazo del PP y Cs, se entenderá una buena parte del por qué Catalunya y España están ahora donde están. El PP fue el partido que llevó el Estatut al TC cuando los socialistas gobernaban en Madrid y Barcelona y Cs nació para romper la convivencia lingüística a Catalunya que tanto tiempo apuntaló al PSC -entre otros. Pero, al parecer, esas no eran razones suficientes para disuadir a los socialistas catalanes de romper el compromiso histórico con el autogobierno. ¿Alguien se imagina el SPD, los socialdemócratas alemanes, en coalición con los ultras de Alternativa por Alemania? Pues eso, Miquel Iceta.

En la bilateral del 2011, y cito la nota de prensa que realizó el entonces ministerio de Política Territorial y Función Pública, Chaves y Duran acordaron el traspaso de edificios de titularidad de la Tesorería General de la Seguridad Social, y se registraron "avances" para "garantizar una participación determinante por parte de las instituciones catalanas en los órganos de gestión del aeropuerto del Prat". ¿Alguien tiene constancia, 7 años después, en qué se han concretado esos avances de participación catalana en la gestión del aeropuerto de Barcelona? Por cierto que, en aquella cumbre Estado-Generalitat también se habló del traspaso de las becas... Los nostálgicos del autonomismo y el peixalcovisme, la retrotopía nostrada que nos tiene que salvar de los males de la pre-independencia, harían bien en evaluar para qué sirvió la última bilateral Estado-Generalitat.

Los nostálgicos del autonomismo y el peixalcovisme, la retrotopía 'nostrada' que nos tiene que salvar de los males de la pre-independencia, harían bien en evaluar para qué sirvió la última bilateral Estado-Generalitat

La Generalitat que se encontrará el Estado en frente este miércoles tiene una presidencia en Barcelona, encabezada por Quim Torra, después de que se haya impedido por tierra, mar y aire el acceso del primer candidato con más apoyos del Parlament: Carles Puigdemont, y dos candidatos alternativos más, Jordi Sànchez y Jordi Turull. Carles Puigdemont, una vez ha quedado exonerado en Alemania de los cargos de rebelión que le imputa la justicia española, ejerce como presidente en el exilio y se convertirá en el presidente del Consell de la República Catalana, con sede en Waterloo (Bélgica). Medio gobierno Puigdemont aún está en la prisión -empezando por el vicepresidente, el líder de ERC Oriol Junqueras- y en el exilio -empezando por el mismo president-. La sede de la Generalitat de Catalunya en Bruselas ha acogido este sábado, por primera vez, una rueda de prensa conjunta de los dos presidentes, Torra y Puigdemont. Un hecho sin precedentes -el gobierno del PP lo impidió de todas todas por motivos obvios-, dado que la Generalitat, hoy por hoy, sigue siendo una administración integrante del Estado español. Atención porque esta imagen es crucial para entender el momento.

¿De verdad que el presidente Pedro Sánchez y los nostálgicos del autonomismo creen que la "normalidad" es volver al punto (muerto) de la negociación de traspasos donde se quedó la bilateral del 2011?

Ante la presidencia dual, la autonómica y la del exilio, ambas republicanas, ante la situación de los presos y exiliados, ante la sensación de "caza del indepe" desatada por la ultraderecha... ¿de verdad que el presidente Pedro Sánchez y los nostálgicos del autonomismo creen que la "normalidad" es volver al punto (muerto) de la negociación de traspasos donde se quedó la bilateral del 2011? ¿Es decir, al autonomismo de aires federalizantes, en el mejor de los casos, como alternativa a la ruptura democrática Catalunya-España, y el proyecto de un Estado catalán independiente? ¿Rescatamos el Estatut? Será esta la respuesta de Sánchez al ultimátum de Puigdemont, a la cuenta atrás en los "días de gracia" que el independentismo catalán ha dado al presidente que llevó con sus votos a la Moncloa?

Bienvenido sea el diálogo, principio articulador de la democracia desde que se inventó en Grecia hace 25 siglos. Pero Catalunya no es una bilateral. Ni un aeropuerto. Ni siquiera la eterna promesa de gestionar autónomamente las becas universitarias, por importante que sea todo ello. Convendría que las dos partes lo tuvieran claro este miércoles y los días que vendrán.