El mensaje es muy claro: no solo va a haber referéndum el 1 de octubre sinó que, además, el Govern de la Generalitat va a aplicar su resultado, sea este el sí o el no a la independencia, previsión que constituye la diferencia fundamental con el 9-N. Ese es el sentido último de la remodelación del Govern ejecutada esta semana por Puigdemont y Junqueras. Por Puigdemont y Junqueras, desde luego, con el visto bueno de Artur Mas, quien, contrariamente a lo que algunos creyeron y a pesar del dicterio de aquella CUP de enero de 2016 que tan poco se parece a la actual, no dio con sus huesos en la papelera de la historia sinó que siguió en la cabina de mando del presente. Puigdemont, y Junqueras, tienen ahora un gobierno más a su medida, como también lo tiene Mas. Mariano Rajoy debería estar preocupado.

Cierto: Puigdemont ha cambiado 5 piezas en 10 días -y todas del PDeCAT- porque no admite fisuras en su gobierno ante un reto como el que tiene por delante. El reto es, recordémoslo, llevar a Catalunya a las puertas de constituirse en Estado soberano. Luego entonces, ¿A qué viene tanto rasgarse las vestiduras? Pues claro que Puigdemont ha nombrado un conseller de Interior, Quim Forn, de quien no alberga duda alguna que será capaz de responder en el momento clave. Como tampoco la tiene por lo que respecta a Presidència -Jordi Turull, el último pujolista del Govern- o a Ensenyament -Clara Ponsatí, curada de espantos desde que García-Margallo movió ficha para depurarla de la cátedra de Georgetown-. Todas ellas son conselleries ciertamente claves para la organización del referéndum. De ahí que la confianza, reforzada entre Puigdemont y el PDeCAT con Marta Pascal como interlocutora, y, desde luego, en el Govern con Junqueras, ampliada a través del cuarteto de mando que integra al president, el vicepresident, el nuevo secretario del Govern, y el secretario de la vicepresidencia. Mariano Rajoy debería estar preocupado.

Cierto: Junqueras se fía ahora totalmente de los consellers del PDeCAT -y, obviamente, de los de ERC, dado que no ha aprovechado para cambiar a ninguno-. Se fía de ellos para llevar a cabo el referéndum a buen puerto. El gobierno de “radicales independentistas” es, pues, el gobierno, también, de Junqueras. Ergo Junqueras -como, por cierto, se dice también del conseller de Cultura, Santi Vila- ha dejado de ser aquel supuesto criptmoderado -los extremistas eran Mas primero y luego Puigdemont- en el que Soraya Sáenz de Santamaría iba a cimentar la Operación Diálogo y el día después. Como Pedro fue piedra y le sirvió a Jesucristo para levantar la Iglesia, Oriol era la clave de bóveda de ese sueño monclovita de la ERC convergente. ¿Recuerdan? Pues bien, las decisiones del Govern sobre el 1-O se tomarán colegiadamente, como quiere Junqueras. Ergo no podrá haber excepciones cuando lleguen las inhabilitaciones, las suspensiones, los embargos de patrimonio... El 2-O pueden pasar muchas cosas, pero difícilmente habrá un regreso al autonomismo. El futuro -la independencia- seguirá siendo el presente immediato con o sin los actuales actores principales al frente. Mariano Rajoy debería estar preocupado.

El 2-O pueden pasar muchas cosas, pero difícilmente habrá un regreso al autonomismo

Cierto: el Consell Executiu del martes que viene va a iniciar de manera colegiada el procedimiento para adquirir las urnas del referéndum por la vía directa. Ergo a partir de ese momento, y vistos los antecedentes -el último, la esperpéntica visita de la Guardia Civil al Teatre Nacional de Catalunya en busca de pruebas de lo que vio todo el mundo, es decir, del acto po-lí-ti-co de JxSí en el que se presentó la ley del Referéndum-, el Gobierno podría activar los mecanismos para actuar contra los miembros del gobierno de Catalunya de una manera nunca vista hasta ahora. Incluso podría ser que el Tribunal Constitucional procediese a suspender en sus cargos por un tiempo determinado al Govern en pleno por "desobediencia" a sus reiterados avisos preventivos. Sí, al Govern en pleno. Mariano Rajoy debería estar preocupado.

Es posible que la prohibición del referéndum acabe convirtiéndose en la autopista directa hacia la independencia

Otrosí, y esta es la otra hipótesis que convendría tener presente, que al final no haya referéndum, porque Madrid lo impida, no significa que no pueda haber independencia. Sea mediante una proclamación previa o el mismo 1 de octubre. No se olvide que existe una mayoría parlamentaria de 72 diputados que la avala. Una mayoría que, según todas las encuestas, va a continuar siéndolo. Y que podría no haber tocado techo. O que podría expandirse en función de la "solución" que el gobierno Rajoy acabe dándole al procés. Es posible que la prohibición del referéndum acabe convirtiéndose en la autopista directa a la independencia. La historia demuestra que estas cosas, cuando pasan, pasan y luego nadie sabe cómo ha sido (o sí).

¿Qué? ¿Miedito? "Y más miedo que daremos", advirtió Puigdemont.