Hubo un tiempo en el que el independentismo se guiaba por cuestiones más bien temporales y los procesistas hablaban de "hojas de ruta", de "fases" y las almas más creativas anunciaban que su vida política en el Congreso duraría "dieciocho meses y ni un día más." Pero parece que este año los portavoces de la secesión se han apasionado por el vocabulario del espacio. Posteriormente a los hechos del 2017, ya desde la prisión, Oriol Junqueras se dedicó compulsivamente a pactar con el Estado para acercar Esquerra al espacio del pragmatismo convergente. Junts se lo puso bastante fácil, adquiriendo los hábitos de un partido al estilo de la cup, más bien caótico en la gestión (también al importar aquella salvaje costumbre convergente de hacerse el sordo cuando se habla de agresores sexuales o de corruptos). Finalmente, la atomización del universo de la antigua CiU y la irrelevancia de la CUP nos han llevado a la famosa cuestión del cuarto espacio.

El núcleo del procesisimo pensaba que la ley de amnistía calmaría las aguas de este vacío político y daría tiempo de sobra a republicanos y convergentes para empezar a rearmarse desde cero. Pero las formaciones han olvidado un pequeño detalle; a saber, que los catalanes no somos del todo gilipollas y hemos manifestado que el texto de la amnistía es, básicamente, un indulto a Pedro Sánchez y una excusa para que los dos grandes partidos del independentismo caigan en la trampa de pelearse para ver a quién ha hecho aportaciones más ingeniosas a una ley española. De hacer valer el exilio como un escaque doloroso hacia la justicia del Estado urdido desde Europa, ahora los líderes se ven atrapados en su red. Puigdemont ya ha dicho que dilatará su retorno a Catalunya hasta otoño (para hacer un poco de caja a las elecciones europeas) y Marta Rovira dice que no vendrá hasta que los jueces la apliquen a casos concretos.

Dentro de los nuevos juguetes del cuarto espacio hay querísisimos amigos que sufren de mi idéntica filia por América

Lo que acabo de escribir es apasionante de cojones, ya que el independentismo nos ha vendido una ley "sólida y robusta", mientras sus principales afectados, con una cobardía delirante, prefieren ver cómo las togas españolas la aplican antes a los pobres mortales que quemaron una triste bolsa de basura en Urquinaona. Todo pasa mientras políticas como la presidenta del Parlament (una tal Anna Erra) sostenía hace muy poco, después de la amnistía, que España ya vuelve a ser una democracia plena. Dicho esto, es bien lógico que el cinismo asqueroso de toda esta peña derive a la caza del famoso cuarto espacio que, hay que recordarlo, de cuarto no tiene nada, porque simplemente quiere comerse y rumiar el espacio convergente de toda la vida. El vacío que ha dejado Junts es tan grande, que en realidad este cuarto espacio (que hasta ahora ocupaban ERC y Orriols) ahora también será el quinto de Clara Ponsatí.

Visto que Salvador Illa ha decidido que quiere alargar un año más la agonía del Gobern de Pere Aragonès, habrá margen para ver si Orriols tiene bastante fuerza para exportar su retórica lepenista a todo el país; también habrá tiempo de sobra para que Clara Ponsatí nos explique como puede presentar una alternativa al procesismo de toda la vida, cuándo ella fue bien consciente de la estafa en cuestión desde el 2017 y, no obstante, decidió aprovechar el vuelo de Carles Puigdemont a las europeas para cazar una plaza de eurodiputada que no habría obtenido sin la aquiescencia del mundo convergente. Servidor es más del tiempo que del espacio y estoy muy a favor de favorecer que la gente se explique; de momento, a Clara ya le he oído decir que su nuevo partido quiere ser el "puntal" del independentismo, una metáfora me ha demostrado una renovación conceptual-política que me ha dejado perplejo.

De momento, y vista la tomadura de pelo y la venta de motos general, yo me sigo decantando por el único espacio —el primero, de hecho— que es auténticamente transformador para la política catalana: la abstención continuada hasta las elecciones en el Parlament. Pero sé que dentro de los nuevos juguetes del cuarto espacio hay queridísimos amigos que sufren de mi idéntica filia por América. Por lo tanto, solo me queda decirles aquello tan bonito de prove me wrong, fellow.