Hace unos días, en el Palacio de la Moncloa, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y la ministra de Sanidad, Carolina Darias, dieron un bote en la butaca cuando durante una reunión un periodista se levantó y dijo: “Me llamo Anxo y vengo del infierno”. Al infierno le ha llevado varias veces "La vieja compañera" que es como el líder del nacionalismo gallego Xosé Manuel Beiras describió el trastorno mental de la depresión y es como el periodista Anxo Lugilde, uno de los mejores periodistas de La Vanguardia, compañero y sin embargo amigo, ha titulado el libro sobre su enfermedad tal como la ha vivido y que han publicado Columna, Luzes y Península en catalán, gallego y español. 

— Describiría tu libro como una apasionada crónica de un enviado especial al infierno. Explica, ¿cómo es el infierno? 

— El infierno es seguir vivo cuando te mueres de ganas de morir. 

— ¿Qué es la vida, entonces? 

— Desde ese punto de vista, la vida es algo que resulta insoportable. 

— ¿Por qué? 

— La depresión te secuestra el cerebro. No eres tú el que piensa o siente, es la enfermedad que te posee... Tu cerebro se convierte en tu enemigo y te condena a lo que yo llamo la felicidad cesante. Por culpa de su patología, dejas de vivir, de disfrutar, de amar, de viajar, de leer, de amar.

— ¿Un tiempo perdido? 

— Es un tiempo doblemente perdido. La vida es la suma de lo que se sufre y se deja de gozar.  

— Así que mirabas los horarios de los trenes para ver a qué hora te tirabas... 

— No. Para ver a qué hora me podía tirar. Siempre pensé en el tren porque los trenes me apasionan. De pequeño no quise Scalextric, siempre preferí el Ibertren. 

— ¿Por qué no te tiraste? 

— Porque soy un cobarde. No tenía ganas de vivir, pero no era capaz de matarme. También por falta de pericia. Me dormía escudriñando los horarios para elegir el más adecuado. Me disuadió el daño que causaría a los demás. También al maquinista. Una psicóloga me dijo que si lo hacía mataría a mi madre. La última tentación fue aquí en Catalunya, en una estación oscura del área metropolitana. Solo paran dos trenes, los demás pasan de largo a toda velocidad. Pensaba que con un saltito me liberaba. Algo me persuadió para esperar un poco. 

"La depresión te secuestra el cerebro. No eres tú quien piensa u oye, es la enfermedad que te posee... Tu cerebro se convierte en tu enemigo y la vida es la suma de lo que se sufre y se deja de disfrutar".

— ¿Cuándo has estado más cerca? 

— No sabría decirte. En el '91, después de una tuberculosis, mi novia me dejó cuando salí del hospital y al llegar a casa me metí 50 pastillas en el cuerpo. Me salvaron con un lavado de estómago. 

— De eso hace 30 años. 

— De ahí "La vieja compañera". Yo no soy un teórico de la depresión, soy un usuario. 

— ¿Tienes el manual de instrucciones? 

— Bueno, conozco las tres fases. La peor es cuando no quieres vivir. En una segunda fase se produce un empate y en la tercera fase intentas encontrar las ganas de vivir. Ahora estoy en esta última. 

— ¿Cómo ves la muerte? 

— La muerte es hacia donde te arrastra la depresión. Beiras la llama a mandadeira, o sea la recadera de la muerte. 

— ¿Puestos a morir se te ha ocurrido morir por algo? 

— No, pero estuve a punto de morir de pena varias veces. 

— ¿Morirías por alguien? 

— Quizá por mi sobrino, porque es el más joven y le queda más vida por delante. Es la continuidad. 

— Eso significa que valoras la vida. Si vivir fuera una mierda sería una condena. 

— Afortunadamente no estoy ahora en esa fase de verlo todo tan negro 

— ¿Por qué recaes? ¿Por dejar la medicación? 

— Yo nunca he dejado la medicación si no me lo han autorizado los psiquiatras. La medicación, en algunos momentos, es fatalmente imprescindible. Yo he recaído con la pandemia y el confinamiento; recaí también cuando me coincidió un periodo de estrés laboral con la muerte de mi padre… Siempre han sido factores externos. 

"Los enfermos mentales hemos sido tratados como de tercera categoría. Nos han estigmatizado, pero no solo eso. La medicina ha avanzado muchísimo… salvo en psiquiatría. No hay dinero para investigar en este campo y el cerebro sigue siendo un enigma"

— Has hablado del hospital como de la cárcel y por lo tanto de los psiquiatras como carceleros. 

— Al principio, sí. Ahora tengo otra visión. Cuando te ingresan tienes la sensación de haber tocado fondo. La estancia y el tratamiento en el Fòrum-Hospital del Mar ha sido dura, pero me ha ayudado mucho. Yo estoy muy agradecido a la sanidad pública catalana. 

— Ganas de vivir no veo que te falten. Acabas de publicar un libro y te llaman de todas partes. 

— El libro es un trabajo de varios años. Lo empecé en 2019 tras una recuperación, hasta que recaí con la pandemia. Escribir me resulta terapéutico. Nunca me ingresaron cuando escribía. Dicho lo cual también debo decir que mi libro es una vergüenza. 

— Tengo entendido que ha tenido un cierto éxito... 

— Digo que es una vergüenza porque todo lo que explico ya debería saberse hace mucho tiempo. He escrito el libro para alzar la voz. Los enfermos mentales han sido tratados como de tercera categoría. Están estigmatizados, pero no solo eso. La ciencia y la medicina especialmente han avanzado muchísimo… excepto en psiquiatría. No hay dinero para investigar en este campo como en los demás. Es el pariente pobre. El cerebro continúa siendo un enigma. 

— Tú te has sentido perseguido políticamente… ¿Eso te ha afectado? 

— Efectivamente, la persecución de la Xunta me agravó la depresión. Me lo ha puesto todo mucho más difícil.  

— ¿En qué ha consistido la persecución?

— La persecución consiste en el veto en los medios públicos y el intento de borrarme del mapa de los medios gallegos. Se ha visto muy bien ahora con la publicación del libro. No se publican demasiados libros en gallego, castellano y catalán. Me convocaron en la Moncloa para el día mundial de la Salud Mental. Me han entrevistado prácticamente todos los medios públicos y privados del país… excepto los medios públicos de Galicia. Debo agradecer a Feijóo que demuestre con hechos objetivos lo que denuncio.  

— El presidente Feijóo es considerado el moderado del PP. 

— "El moderadísimo" lo llamo yo, ironizando con la versión madrileña de Galicia. Desde 2016 en Galicia todo lo que no es adulación se considera crítica. Mi problema vino de no ser genuflexo con Feijóo. 

— Cómo ves el periodismo? 

— Durante un tiempo fue la razón de ser de mi vida. Ahora reconozco que no está en su mejor momento.