“Los evangélicos decidieron unirse en un poderoso ejército.”
Clifford Putney

Nuestro Señor Feijóo parece haber hecho desaparecer de la página del Partido Popular el vídeo en el que la telepredicadora Yadira Maestre —apóstola, se nombra ella misma— les bendecía y montaba un numerito impropio de una democracia europea. Libertad de cultos, toda; pero separación cultos-estado y, por tanto, cultos-elecciones, también. Borrar el rastro de las imágenes trata de evitar una vergüenza mal calculada y que apunta a un mal mucho más profundo que las estrambóticas y ditirámbicas prédicas de la susodicha.

Extraña también la cobertura de un acto electoral madrileño con las siglas del Partido Popular Europeo, un par de banderas comunitarias, el lema “Europa es Hispana” y la presencia de la portavoz del PP en el Parlamento Europeo, Dolors Montserrat, y el eurodiputado Gabriel Mata. ¿Fondos europeos pasados por el bajo filtro de control para hacer campaña? Podría ser, todo lo anterior suena a coartada.

A lo visto, los del PP están dispuestos a poner una vela a cada Cristo y, si hace falta, al diablo por rascarle votos a Vox. Hace unos días se fueron al Vaticano a visitar al papa Francisco —que les troleó a lo bestia, hablándoles de Carmena— y este finde se han rendido a la ola neoconservadora que tiene a los evangélicos como eje desde Estados Unidos hasta Brasil. Ninguna tontería su intervención en política y su responsabilidad en la emergencia de líderes populistas ultras. Así que Vox también se los disputa. Sin tener ningún prurito por su clara vinculación con los extremistas católicos, según cuentan, el matrimonio formado por Espinosa de los Monteros y Monasterio se pasea por los polígonos asistiendo al “culto”. No es traición a lo suyo, luego te confiesas y basta.

La pugna entre ambos por el voto latinoamericano, que controlan y manejan con un marketing de primera los telepredicadores evangélicos, no ha empezado ahora. El año pasado se vio al secretario general del PP de Madrid recogiendo un premio para Almeida y Ayuso en Cristo Viene de Usera, en la que sienta sus milagrosas posaderas la tal Yadira Maestre, experta en sanaciones del cáncer, en curaciones de gais y en la batalla contra la inmoralidad sexual. Esto huele seriamente a Miguel Ángel Rodríguez. Los de Vox les atacan: “Es todo pose, a Ayuso sólo le interesan los latinos ricos”, y no van descaminados, hace tiempo que el barrio de Salamanca es el nuevo Miami y si la afluencia de ricachones del otro lado del charco sigue creciendo, terminarán por echar a los pijos de siempre.

Lo preocupante es la banalidad con la que los líderes de la derecha y la ultraderecha copian los manejos que han puesto a las democracias de otros países al borde del abismo

Todo esto sería muy entretenido si no fuera por el riesgo real que supone, de momento para las elecciones locales, pero a no mucho tardar y con las dobles nacionalidades, también para las nacionales. La relación de Bannon con los ultras españoles es cada vez más evidente. ¿Se acuerdan de cuando Abascal probó suerte con la mandanga de las armas? Esa también venía de Bannon. No cuajó, pero la de los evangélicos es diferente. El incremento de este culto es espectacular en España y en Catalunya se ha colocado casi en el segundo lugar en número de creyentes. Cada uno que crea lo que quiera, lo que sucede es que para ciertos evangélicos lo político y lo religioso van tan unidos que acaban siendo decisivos a la hora de que unos candidatos prosperen y otros no. Eso pasaba con Bolsonaro, eso pasó con Trump y eso anda intentando de forma chusca el Partido Popular.

Los evangélicos mueven televisiones, listas de música cristiana, redes sociales, tiendas de objetos para la casa; en Estados Unidos, más que una religión son ya una cultura y toda una forma de vida. “La culminación de la adopción de una masculinidad combativa por parte del evangelismo, una ideología que consagra la autoridad patriarcal y consiente un despliegue despiadado de poder, tanto a escala doméstica como externa”, afirma Kristin Kobes du Mez en su libro Jesús y John Wayne. Cómo los evangélicos blancos corrompieron una fe y fracturaron una nación, que se colocó como uno de los más vendidos en NYT y que ha traducido al castellano Capitán Swing. Recomendable para todo aquel que quiera entender qué hilo terrible existe entre el asalto al Congreso norteamericano y los disturbios de Brasilia. Porque, para los telepredicadores evangélicos, la religión, la política interior y la exterior son dos caras de la misma moneda. Así que el nacionalismo ultracristiano les lleva a ungir a sus pueblos como preferidos por dios y les incita a defenderse contra todos aquellos que no comparten sus creencias. Recomendable leerlo para hacerse una idea de con qué fuego electoral están dispuestos a jugar no sólo Vox, sino también el PP.

A raíz de esta movida de Feijóo y Ayuso, la federación de pastores evangélicos ha tenido que recordar a sus miembros que no deben condicionar el voto de sus fieles y, si han salido a decirlo, es porque era demasiado evidente lo que se intentó el otro día en un escenario. Olvidan los peperos, o no saben, que gran parte del éxito de estas iglesias consiste en cubrir las brechas del estado del bienestar y asistir a sus fieles con el dinero que cobran en forma de diezmo. Cuando fastidias la sanidad o la educación o la restringes, estás dándole poder a estas nuevas fuerzas de consecuencias incontrolables.

Lo preocupante es la banalidad con la que los líderes de la derecha y la ultraderecha copian los manejos que han puesto a las democracias de otros países al borde del abismo. Una masa de votantes manejada por histriónicos pastores con ideas reaccionarias, que en Norteamérica, según la autora citada, significa apoyar la guerra preventiva, reivindicar la pena de muerte, disculpar la tortura, poseer armas por encima de otras confesiones y, a la vez, condenar el aborto, la contracepción, el feminismo y la homosexualidad.

Son los chicos de John Wayne, los que no quieren poner la otra mejilla. Son los votos que buscan Nuestro Señor Feijóo y Ayuso, sin ningún complejo.