Realmente España es un país muy curioso, por muchas razones, la última por cómo se está tratando, desde los políticos a la prensa, el caso del comisario Villarejo. Todo un personaje, el señor policía, que es más peligroso en la prisión que fuera; aunque parezca todo lo contrario. Hay muchos, demasiados, que están más intranquilos ahora que cuando este campaba ancha es Castilla. Tenía todos los recursos al alcance, independientemente de quien estuviera en el gobierno, para hacer lo que se ha llamado trabajo sucio; pero que a cada noticia que conocemos, parece más trabajo habitual y normal que ninguna otra cosa. No hay audio en que los contertulios del comisario parezcan escandalizados, o lo reprueben; sino al contrario, todo es o seguirle la corriente o quererlo tener contento, aparte de hacerle algún encargo.

Ha quedado claro sin duda, todo el mundo que es alguien, o lo ha sido o lo quería ser, hacía para ser amigo suyo. Todo el mundo sabía a qué se dedicaba. Cospedal ha dimitido, pero la actual ministra de Justicia, no. Y no hay diferencia entre los hechos que implican a una y otra, por mucho que se quiera hacer ver que sí. En el caso de los audios de la ministra Delgado no hay ningún tipo de encargo, pero dejan claro que la conversación era lo bastante relajada, el trato muy familiar y que Delgado no estaba nada escandalizada por lo que oía, y por lo que ella misma decía, estando como estaba en la fiscalía de la Audiencia Nacional en aquel momento.

Ilusa de mí esperaba que se demostrara que trabajaba de infiltrada, y de aquí la confraternización, y que había contribuido a la inculpación de Villarejo y de todos aquellos sobre los que se indicaba que cometían delitos. Eso es lo que pasa con los buenos en las películas, pero nada de nada, de momento; a no ser que al leer esto, hagan suya la idea. ¿De verdad se puede desprestigiar más a la justicia en España? ¿No sólo desde los tribunales, también desde la instancia política más alta? Yo diría que no, pero seguro que me equivoco. Sólo tenemos que sentarnos a esperar.

Lo que hace que haya alcantarillas no son los personajes como Villarejo, es el poder y el uso que le dan y hacen las y los políticos supuestamente honrados

Villarejo no ha acabado el trabajo, el nuevo que tiene, ir difundiendo, según le convenga, los trapos sucios de los personajes ilustres de la reciente historia de España. La última noticia sobre Felipe González, expresidente del Gobierno, y un chalet. Veremos qué recorrido tiene, más allá del “yo de esta persona no hablo” o del “yo soy una víctima” o del “no cederemos al chantaje” o del “es sólo una estrategia procesal que consiste en atacar a las instituciones del Estado”. Como os decía, curioso, muy curioso, puesto que ninguno de los mencionados son víctimas de nada, a no ser que sea mentira lo que Villarejo muestra en las filtraciones; cosa que, de momento, no parece. Y como servidores y servidoras públicas tienen que dar todas las explicaciones que haga falta y más todavía; sólo faltaría. ¿Cuándo se acabará la impunidad en España?

El énfasis se ha puesto en las alcantarillas del Estado personificadas en el comisario, pero lo cierto es que lo que hace que haya alcantarillas no son los personajes como Villarejo, es el poder y el uso que le dan y hacen las y los políticos supuestamente honrados. Villarejo y cualquiera como él no tendrían recorrido si cada uno hiciera aquello que le toca y nada más allá; y si nadie les encargara nada, y si nadie les comprara nada. Aparte, también, de la optimización del buen control y vigilancia de cualquier funcionario público del Estado. ¡Parece mentira, tener que escribir cosas tan obvias!

¡Y ya basta de victimizarse a conveniencia, qué morro! Las únicas víctimas de la historia somos la ciudadanía porque tendremos trabajo para esclarecerlo: haya quien haya en el gobierno no interesa que la verdad salga a la luz. Eso ya ha quedado claro, más todavía con la falta de contundencia de la oposición en este tema. Aparte de que si se sabe y no pasa nada, los implicados, ni siquiera tienen que dimitir y/o asumir la responsabilidad de los propios actos, o si lo hacen ya tienen la recolocación a la espera, tanto da lo que diga o lo que tenga grabado y documentado fehacientemente el señor comisario.