Banalizar la prisión, siempre y cuando el encarcelamiento haga referencia a un o una independentista, se ha convertido en uno de los deportes preferidos de una parte importante, no solo de la política, de cabezas pensantes conocidas y reconocidas del panorama mediático catalán y español. Algunos, ciertamente, desde el arrebato más absoluto y el ataque más basto y chapucero; otros, muchos y muchas más, desde una gran magnificencia, tras un velo de supuesta serenidad, neutralidad y buen juicio. O a veces, supuestamente, sólo para desdramatizar y quitar hierro a la situación. Hay quien dice que reír siempre va bien, pero yo, que me río mucho, no soy capaz de reírme de todo.

Pero tampoco ha sido este el caso de Víctor Amela, que ha dicho que no se ríe de nadie, ante el alud de críticas que ha recibido como respuesta al tuit que ha hecho sobre Joaquim Forn: "Éxito del procés: llegar a presidente... de mesa". En referencia a que Forn ha sido llamado por la Junta Electoral a presidir una mesa en las próximas elecciones. Ciertamente despreciable, se haga la lectura que se haga; incluso la suya que dice que sólo quiere señalar un fracaso político.

Toda una lección de indignidad donde las haya, gratuita y del todo innecesaria, que dice mucho del sistema de valores a partir del cual mira el mundo la persona que lo emite. Burlarse de alguien que está en prisión no le pasa por la cabeza a nadie que tenga dos dedos de frente, a no ser que realmente se alegre de que sea así, y esta perspectiva es la que le haga perder el norte.

La burla tiene una parte de denigración de la persona a quien se dirige que retorna como un bumerán si la víctima del ataque está en una situación de inferioridad o discriminación

Lo que no acabo de entender es que tantos seguidores y seguidoras suyos se hayan sorprendido del despropósito, ya hace tiempo que el periodista y escritor hace gala de muy poca rigurosidad cuando analiza cualquier cosa que tenga que ver con el proceso de independencia. Eso pasa con muchas y muchos personajes públicos, que las contradicciones, en la exposición mediática, se magnifican y se ponen en evidencia de manera muy descarnada.

Sin embargo, dejando de lado el procés, ni siquiera es de recibo, y no digo nada de buena persona, hacer befa de alguien que ya ha sido juzgado y que además pensamos que se merece estar en la cárcel. La burla tiene una parte de denigración de la persona a quien se dirige que retorna como un bumerán si la víctima del ataque está en una situación de inferioridad o discriminación. Eso hace que todavía se entienda menos la gratuidad del ataque, más todavía si en el caso en concreto, aparte de otras irregularidades, se da el abuso de la prisión preventiva que es precisamente lo que ha llevado a Quim Forn a estar privado de libertad más de un año.

Parece mentira que tantos años de La Contra no le hayan ayudado a aprender que la prisión es uno de los mayores fracasos de la humanidad, cuando menos en democracia, porque utilizada como venganza, después de la pena de muerte, es la mejor herramienta que hay.