Estos días de fin de fiestas la preocupación principal, o una bastante importante, relacionada con el aumento de casos de la covid-19, ha sido qué pasaría con los Reyes. No los reyes que mandan en España ―y de rebote, en Catalunya―, que ya ha quedado claro que tienen el camino libre de ida y vuelta a Abu Dhabi y, en general y desde hace tiempo, allí a donde quieran ir.

Hablo de los Reyes Magos que tienen que venir a Catalunya ―especialmente si hay criaturas en casa―, a pesar de las restricciones impuestas por las autoridades sanitarias catalanas. Todo, sin embargo, ha quedado aclarado y bien reglamentado ―aunque tendrán que ir con mascarilla, por restricción española― y habrá cabalgata de Reyes y, lo que es más importante, reparto de regalos, a pesar del toque de queda, la noche del 5 al 6 de enero.

Tenemos, pues, la parafernalia asegurada, aparte de sorpresas de última hora, más allá de la incógnita de si nos llevarán lo que queremos y/o lo que hemos pedido, independientemente de lo que necesitemos. No es fácil decidir bajo ninguna de las tres premisas y, en todo caso, nada asegura qué es mejor, pero a veces vale la pena pensar.

El tiempo es una cosa muy importante; no sólo porque la vida es tiempo aquí, sino porque importa cómo pasas este tiempo, a qué lo dedicas

Parece que ponemos en la carta más cosas materiales que intangibles, aunque como ya hace tiempo que no la hago puede pasar que no sepa qué es lo que está de moda ahora. En todo caso, no sé si alguien ha puesto en su carta de Reyes que quiere tiempo. El tiempo es una cosa muy importante; no sólo porque la vida es tiempo aquí, sino porque importa cómo pasas este tiempo, a qué lo dedicas.

Obviaré el mercado laboral por un día, sin menospreciar su importancia. Si hago caso de los datos, las mujeres todas tendríamos que pedir a los Reyes tiempo para nosotras mismas y los hombres tiempo para dedicarlo a la familia; o lo que es mejor todavía, cogerlo o darlo sin que nadie nos lo tenga que traer en una caja con lacito.

Las criaturas necesitan tiempo para estar con la familia y para jugar con amigos y amigas: más que nunca desde que vamos con la boca y nariz tapada y pregonando las bondades de la distancia. Se necesita más que nunca que las relaciones se cuiden en cantidad y calidad, y eso requiere tiempo. Eso quiere decir también que tenemos que vigilar con todos aquellos regalos que fomentan el individualismo y la soledad.

Necesitamos tiempo para la reflexión colectiva y especialmente necesitan tiempo los y las políticas que comandan nuestros destinos; tiempo para reflexionar y no tomar decisiones, y menos todavía estar pendiente de lo que dicen en redes. Bastaría con 15 minutos al día y quizás 15 previos para aprender qué quiere decir reflexionar.

Regalémonos y regalemos tiempo. Reyes, lo dejo en vuestras manos. Por ejemplo, a Pablo Casado le tendríais que regalar tiempo ―y ganas― para el estudio. Para el aprendizaje de los contenidos básicos de las asignaturas centrales del sistema educativo español; ni siquiera hace falta que sea nivel universitario si no es real. Vale para él y para la mayoría del panorama político español, que necesita alejarse de la alargada sombra del analfabetismo funcional; no tanto para ellas y ellos como para nosotros. No sé otra manera para que podamos notar este 2022 una ganancia de calidad política. Que, por otra parte, por poco que sea, será mucho, visto el panorama desolador en el que ha transcurrido el 2021.