En el Partido Popular del País Vasco han tenido un descalabro: Alfonso Alonso ha dimitido después de ser destituido como candidato a lehendakari en las próximas elecciones. El presidente del partido, Pablo Casado, desde Madrid, lo ha apartado a causa de discrepancias en la operación de anexión con Ciudadanos para hacer una lista electoral conjunta, y ha puesto en su lugar a Carlos Iturgaiz. Todo un personaje, el nuevo candidato, que ha empezado directamente por declarar su enamoramiento por Santiago Abascal. No tengo ninguna simpatía por Alfonso Alonso y no veo diferencias de fondo entre él y su relevo, pero lo cierto es que la radicalidad y simplicidad del discurso es importante en política. Ojalá me equivoque, pero de ahora en adelante todo dependerá sólo de quién consiga poner más banderas de España en sus mítines, y ya está.

El patriotismo español está demasiado repartido, y al mismo tiempo mal repartido, y, por lo tanto, les toca a los partidos hacer muchos movimientos. Se trata de ver quién se queda con todo el pastel o, cuando menos, con la parte de arriba. Y esto va tanto por el partido que ha perdido el poder como por el partido que no lo ha tenido nunca pero les ha parecido que lo tenían a tocar. Pero también por Vox, que necesita entrar a los parlamentos en los que no tiene representación; parlamentos, por otra parte, cruciales en su cruzada. Cuando miran el mapa político actual de España seguro que se les revuelve el estómago, y no es que no quieran ganar en todas partes, es que quieren ganar, por encima de todo, en los territorios nacionales que todavía no “saben” que lo son.

La bandera española la hacen muy grande pero ahora mismo no da para envolverlos a todos

Realmente tengo muy poca visión política, porque pensé qué narices hace Casado cuando se hizo el cambio de look y volvió, de unas vacaciones, barbudo, desclonándose físicamente de Rivera y clonándose con Abascal, porque le ha ido bien; aunque sólo sea porque Albert Rivera ha desaparecido del mapa político. Ahora bien, me parece que él mismo y su partido se acordarán siempre, y no con la alegría del comienzo, de haber alimentado, a la sombra, tan y tan bien al líder de Vox. La bandera española la hacen muy grande pero ahora mismo no da para envolverlos a todos. No sólo por eso me sorprende que lo primero que hace el nuevo candidato vasco sea alabar a Abascal. Me parece que se equivoca Iturgaiz si piensa que así con él tendrán bastante y no hará falta que sus votantes que buscan más españolidad se estrenen con el nuevo partido. No es este el camino para ganarlo, no se dan cuenta de que con tanto enaltecimiento lo fortalecen y el partido verde sólo hace que ganarles terreno.

Todo eso para quien no los vota no tendría que tener más interés, pero lo cierto es que tiene un efecto importante en el conjunto. Cada día que pasa se normaliza más el escoramiento del españolismo hacia el radicalismo identitario acompañado del alejamiento de los principios y la construcción democrática del país que supuestamente defienden y decididamente quieren gobernar.