Se ha dicho del derecho y del revés que la Navidad es tiempo de unión, pero con esto pasa lo mismo que con las películas: después de que los protagonistas se declaren su amor y decidan vivir juntos sale en la pantalla la palabra Fin. Bien, para ser rigurosa tengo que decir que eso era antes, cuando tenían más claro que debía enviarse el mensaje a los espectadores de que se acababa la ficción y empezaba la realidad. En la actualidad ya no se pone y es el resultado, o es un elemento más —no sé qué es primero, si el huevo o la gallina—, de esta realidad mezclada y confusa en la que vivimos constantemente.

Sí, es cierto que la unión es importante, la unión hace fuerza o nos hace más fuertes; pero la unión no es posible si no se produce entre iguales, entre seres libres, y por lo tanto la unión surge de un pacto voluntario y maduro. De otra manera solo debilita, agota y oprime. Aquí es donde la palabra se encalla y también la realidad se vuelve turbia; es mucho más fácil situar el problema entre unir y separar dando de entrada por hecho que quien tiene razón, quien quiere el bien, es aquel que no quiere separar y que el que viene a hacer daño es quien sí quiere hacerlo.

Lástima que no consigamos pensar que solo uniendo, o no desuniendo, se hacen las cosas bien. Cuántas desgracias y sufrimientos han traído a la humanidad las malas uniones, las uniones obligadas, las uniones que solo son subyugación. Lo sabemos muy bien, tenemos historias de todo tipo tanto de parejas concretas como de pueblos enteros.

La unión no es posible si no parte del respeto y el reconocimiento al otro. Sea una persona, una lengua, una idea, un pueblo. La diferencia no es desunión, es mera diversidad que aporta riqueza y profundidad a la humanidad. Si no diera miedo nos ahorraríamos mucho dolor; si no permitiéramos que la diferencia se instrumentalizase por aquellas y aquellos que temen perder su posición de poder, no asfixiaríamos la expresión de las ideas, de los proyectos; en definitiva, del cambio.

No me da miedo desunir, más cuando lo que se quiere es romper con una relación tóxica; no me da miedo la diferencia y especialmente no me da miedo ver que lo que parece unido no lo está en realidad. Vienen tiempos de ruptura con todo lo que nos explica el mundo como lo conocemos hasta ahora. Nada de lo que parece sólido en realidad lo es; todo lo que es una unidad material en realidad es un conjunto de partículas más pequeñas. Pasarlas por alto es un error muy grande. Hemos creado muchos conceptos para no tener que ir más allá y otros, viejos, los hemos reinventado para seguir haciendo lo mismo. Ahora toca pasar de las palabras a los significados y encontrar otros, que sean nuevos. Solo así avanzaremos.

Feliz Navidad.