José Félix Tezanos se ha cubierto de gloria, y lo que es peor: ha cubierto de gloria la sociología.

El actual director del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), organismo autónomo adscrito al Ministerio de la Presidencia del gobierno español, ha rechazado de manera pública, en la televisión, preguntar sobre la monarquía. Sí, se hacía antes, se preguntaba por la institución, pero, a su parecer, ahora no es necesario. Según el catedrático, "no está en la sensibilidad social, no interesa y no es un tema acuciante”. Vaya, todo un ejercicio de realismo mágico, de realidad paralela, digno de comentar, más todavía si quien lo dice es un sociólogo; y no uno cualquiera, visto el cargo que ocupa. No debe haber leído el diario hace días, no debe hablar con nadie en el bar y no debe vivir en un país donde el rey emérito —hasta no hace demasiado jefe de estado— ha huido. El mismo país donde salen día sí y día también —más fuera del país que dentro— noticias sobre sus prácticas comerciales y otras curiosidades de su vida. Parece que para él, para Tezanos, este tipo de pregunta solo tiene interés en la revista Hola.

El tema es preocupante y hasta aquí podría argumentarse incapacidad de captar el pulso social, ineptitud para hacer su trabajo, torpeza para preguntar aquello de más interés o más adecuado para la sociedad española; pero todo es más grave todavía.

Se le tendría que agradecer a Tezanos la claridad y así como mínimo sabemos que no es que le haya tocado el título en una tómbola, es que él no está en el lugar que ocupa para hacer sociología, sino para hacer política

Lo peor es que, en la discusión —bastante acalorada, por otra parte—, Tezanos añadió que él no pensaba abrir un debate sobre la monarquía, un debate que no quería que se produjera. Por mi parte, la estupefacción más absoluta, también en las caras de algunos con los que compartía mesa, lástima que no para el conjunto de la profesión que comparto con él. Soy socióloga y sentí vergüenza ajena. No sé si Tezanos es consciente del significado de sus palabras y, por lo tanto, también de sus acciones. Solo añadiré al respecto que está en las obligaciones del CIS, y por consiguiente de él como presidente, el "pleno sometimiento a las normas de toda Administración democrática y, en particular, a los principios de objetividad y neutralidad en su actuación, igualdad de acceso a sus datos y respeto al secreto estadístico y a los derechos de los ciudadanos”.

Si no fuera tan importante, creo que se le tendría que agradecer a Tezanos la claridad y así como mínimo sabemos que no es que le haya tocado el título en una tómbola, es que él no está en el lugar que ocupa para hacer sociología, sino para hacer política. Y aquí tenemos un problema grande en España, el problema que atraviesa todas las instituciones y las personas, mayoritariamente, que las ocupan: la NO observancia del principio de neutralidad valorativa y el principio de legalidad democrática. El “yo no quiero” de cada uno de los personajes que ocupan algún cargo es soberano ante la voluntad colectiva, ante el pueblo. Eso conlleva el hecho de tener rey, que entonces todo el mundo piensa que lo es y quiere serlo de su pequeño trozo de pastel. Por eso España es un país donde las preguntas son el demonio, se persiguen, se prohíben o se secuestran; ya sea para hacer una votación o para hacer una encuesta del CIS.