La historia es preciosa, y la idea que se ha desarrollado después todavía más. Dejaré a un lado los nombres propios, excepto en el origen, porque lo mejor de todo es el espíritu universal de la iniciativa; más ahora que hay partidos ―las palabras de la vicepresidenta Calvo todavía disuenan en el universo feminista― que quieren apropiarse del movimiento y de la lucha de la manera más inexacta y chapucera.

Todo empieza con la presidenta del Parlament Carme Forcadell en prisión. Desde que está encerrada en Mas d’Enric ha mantenido toda la correspondencia escribiendo con tinta lila. Cuando se le acabó el bolígrafo, lo tiró a la papelera y lo recogió otra presa. Carme, sorprendida, le pidió por qué quería utilizarlo si se había acabado, y ella con toda la sencillez del mundo le contestó que también quería escribir con “tinta feminista”. La presidenta Forcadell, en Navidad, regaló a todas las reclusas un bolígrafo lila. Y ahora los repartimos todas las mujeres que queremos y las que queráis; también los hombres. Sin ir más lejos, el vicepresident Aragonès le dio tinta lila al president Torra.

Es una iniciativa que no quiere a ninguna mujer en el olvido y quiere incluir en un solo movimiento a todas las mujeres y hombres que desean y luchan por una sociedad de iguales

Es una iniciativa sin siglas de partido porque se hace en nombre de la sororidad, de la hermandad entre los ideales feministas y republicanos, más allá de las siglas partidistas. Es una iniciativa de Dones per la República que no sólo quiere recordar a las políticas presas, Carme y Dolors, también quiere mantener presentes a todas las exiliadas y represaliadas. Es una iniciativa que no quiere a ninguna mujer en el olvido y quiere incluir en un solo movimiento a todas las mujeres y hombres que desean y luchan por una sociedad de iguales. Y ésta no sólo tiene que ser democrática, no es suficiente con la democracia, ya veis la que tenemos. Tiene que ser, sí o sí, una república, porque la idea de la igualdad reside en la propia definición de la estructura política. Y tiene que ser, sin duda, feminista, porque sin esta perspectiva revolucionaria las mujeres, la mitad de la población, seguiremos sin los mismos derechos que los hombres por mucho que los principios republicanos los recojan. Y al mismo tiempo, mujeres y hombres seguiremos sin espacio social para la vida.

Por eso Dolors Bassa se suele despedir con un abrazo amarillo y lila. La fórmula es muy importante, porque Dolors, sabia como es, sabe muy bien que es sólo con la suma de luchas por la igualdad que se avanza de manera firme y que se consolidan las ganancias. Y no sólo en uno de los ámbitos, en todos al mismo tiempo. Porque lo que alimenta la desigualdad, su presencia, importancia y fuerza en una sociedad determinada es precisamente la mera existencia o justificación de la misma sobre cualquier colectivo o tema; por pequeño que este sea o por insignificante que parezca. Más todavía cuando lo es en temas centrales y transversales de la estructura social.