No sé qué está pasando esta semana, aunque me lo imagino, pero como me puedo equivocar, dejaré esta parte del asunto sin tocar e iré al corazón del mismo.

¿Qué es la unilateralidad? Tener claro que tienes derecho a tener pensamiento propio y eso incluye el pensar diferente y vivir de manera diferente. Si esta diferencia no se respeta, hay que pasar a la acción. ¿Qué es la acción? La defensa de nuestros derechos, la lucha contra la discriminación. Evidentemente, esto es universal, no solo se aplica a la independencia.

¿Por qué somos unilaterales? Porque no tenemos más remedio que serlo, ojalá no fuera así y este Estado en el que vivimos fuera una democracia perfecta en la que pudiéramos experimentar plenamente nuestros derechos universales. Incluso, mirad qué os digo, los que nos otorgó la Constitución española del 78, que nos son negados una y otra vez. Antes incluso de empezar con el procés, de hecho, por eso empezó el procés.

Quizá pensaréis en el Estatut de 2006, yendo muy lejos; pero yo voy más lejos todavía y me vienen a la cabeza muchas injusticias en temas de lengua o de infraestructuras, por poner dos cosas bien diferentes, que no han sido resueltas por el estado español. Desde la misma transición democrática y, por lo tanto, a pesar de lo que la Constitución dice en referencia a que los y las españolas no pueden ser discriminados y discriminadas. Pues los y las que viven en Catalunya, sí; además, una y otra vez.

Ciertamente, la discriminación del catalán es compartida con el resto de las lenguas constitucionales que no son el castellano. No solo porque en el Congreso no se hablan todas las lenguas del Estado como tocaría según la Constitución, sino que cada vez que alguien no habla en la lengua del reino hay un descalabro.

La unilateralidad pacífica como la catalana surge como resultado del abuso del Estado contra la ciudadanía y, por lo tanto, es la respuesta a una unilateralidad preexistente

En el segundo caso, el trato diferencial discriminatorio del territorio en el que habitamos tiene como consecuencia un recorte permanente de nuestras oportunidades de bienestar; tanto de las y los catalanes que queremos la independencia como las de las y los que no la quieren. Estos últimos son los verdaderos patriotas, no nosotros; porque en su caso ven con gusto como el estado en el que viven, y que representa la patria que abrazan, les da una y otra vez mucho menos que a los que viven en otros territorios de este mismo estado. Lo sé, hay mucha gente que lo niega, pero todo el mundo sabe que es verdad. Lo saben perfectamente. Además, ni hay que hablar de grandes infraestructuras, porque a España quien más quien menos se la conoce bastante bien y las diferencias quedan más que claras cuando viajas, más todavía si vas a ver a la familia.

¿Quién es más unilateral? Pues mirad, hoy por hoy, perdemos por goleada, me refiero a las y los independentistas, porque hay muchas más acciones unilaterales por el lado del españolismo que no por el nuestro. No estoy hablando de Franco y su decisión unilateral de empezar una guerra. Estoy pensando en todos los procesos judiciales antidemocráticos, por mucho que digan lo contrario, que han llevado a los tribunales o que han pasado por el cepillo lo que ha salido de las urnas en Catalunya. Y no penséis que me refiero a los referéndums que tenéis en la cabeza, estoy hablando de la votación del Estatut del año 2006. Desde entonces la cosa no es que no haya parado, es que se ha incrementado y además se ha hecho con total fanfarronería. Eso sí, en el relato, pero, los unilaterales somos nosotros. No podía ser de otro modo. Igual que se ha instaurado el sonsonete de que los nacionalistas somos los catalanes. Bueno, quieren decir los independentistas, pero se acaba poniendo todo en el mismo saco. No es nuevo, de hecho pasa con todos los colectivos discriminados que no aceptan serlo, o cuando menos que no lo aceptan en silencio.

Decir que la unidad de España es sagrada o indiscutible es una postura unilateral. Decir que no se negociará, o decir que sí pero no hacerlo, es una postura unilateral donde las haya. No permitir votar, no permitir un referéndum es unilateralidad. Todo esto solo para empezar con los ejemplos.

¿Solo hay unilateralidad pacífica? No, ni mucho menos. Quedó claro el 1-O y, además, la represión del Estado que todavía continúa no deja lugar a dudas. La unilateralidad pacífica como la catalana surge como resultado del abuso del Estado contra la ciudadanía y, por lo tanto, es la respuesta a una unilateralidad preexistente. Las unilateralidades como la independentista —no violenta, democrática, respetuosa con los derechos humanos— son precisamente el tipo de unilateralidad que ha hecho avanzar al mundo en derechos y bienestar para la ciudadanía. No perdamos eso, y menos todavía la esperanza y la confianza en que es posible cambiar el mundo. Tampoco somos los únicos, hay más pueblos en la misma situación.