A nadie debería extrañarle la filtración de datos procedentes del procedimiento en el cual se investiga a Tsunami Democràtic. De hecho, la filtración de datos de los procedimientos penales es una de las técnicas más antiguas usadas por las cloacas del Estado y esta causa no iba a ser una excepción; mucho menos cuando, una vez más, estamos ante la criminalización del ejercicio de derechos fundamentales.

Criminalizar el derecho de protesta es también una característica de los regímenes poco democráticos, porque en las democracias de verdad, aquellas que no necesitan de adjetivos calificativos, manifestarse no es delito, ni mucho menos uno de terrorismo.

Llevan casi cuatro años investigando a los presuntos organizadores de las manifestaciones surgidas después del dictado de la sentencia del procés y esa investigación, a fecha actual, sigue secreta por razones que algún día alguien tendrá que explicar, porque ningún hecho delictivo es ni tan grave ni tan complejo como para requerir permanecer en secreto por tanto tiempo.

En este caso, y digan lo que digan los voceros del sistema represivo, los hechos, como ya se demostró con respecto a los de octubre de 2017, no son delictivos, mucho menos terrorismo, pero eso no implica que no sirvan para amedrentar y condicionar voluntades de manera muy efectiva.

La mera existencia de un proceso penal es una forma de condicionar el actuar de los investigados, de hecho, llevamos años viendo cómo esa ha sido una de las formas de actuación de las cloacas del Estado, pero si además dicha investigación se rotula bajo el paraguas de “terrorismo”, la verdad es que puede ser un condicionante tan potente que termine permitiendo entender muchas decisiones políticas y personales que se han tomado en los últimos tiempos.

Parte esencial del poder de la represión se asienta en el miedo que genera, sea este real o no, y cualquier investigación penal genera miedo, pero, insisto, una que sea presentada como por terrorismo sin duda que genera no ya miedo sino pánico de quien cree o se sabe investigado por esos hechos, aunque los mismos no sean delictivos.

El uso que del miedo se hace es un arma no solo muy potente, sino que en algunos casos puede terminar siendo devastadora o de destrucción masiva, especialmente si se gestiona con la habilidad de las cloacas del Estado

Ahora, no por tener acceso al procedimiento, sino por la filtración de datos esenciales del mismo, somos conocedores de quién o quiénes habrían estado detrás de Tsunami, por lo que, evidentemente, podemos deducir quién habría estado detrás de su desactivación cuando la movilización alcanzó unas dimensiones que preocuparon al Estado.

Lo que más temprano que tarde terminaremos por conocer, y no creo que lo sepamos nada más levantarse el secreto de las actuaciones, es el cómo se han ido usando los datos obrantes en esa causa secreta para, sin haberse tomado aún ninguna medida cautelar ni oficialmente dirigido el procedimiento en contra de nadie, condicionar el comportamiento, también la actividad política, de algunos de los principales afectados por el mismo.

El miedo es libre y el uso que del miedo se hace es un arma no solo muy potente, sino que en algunos casos puede terminar siendo devastadora o de destrucción masiva, especialmente si se gestiona con la habilidad que las cloacas del Estado tienen para maniobras de ese tipo y se dirige en contra de personas que están en posición de tomar decisiones que afectan a muchas otras.

Como he dicho, nadie se explicó en su día por qué fueron desconvocadas las manifestaciones postsentencia o, mejor dicho, por qué se desactivó Tsunami justo en el momento en que había alcanzado un punto tan álgido que podía haber tenido unas repercusiones mucho más allá, como ejercicio del derecho de manifestación, de las propias fronteras del Estado.

Nadie desconvoca una manifestación cuando la misma está siendo un éxito a menos que haya conseguido su objetivo —no fue el caso con Tsunami— o le hayan coaccionado de forma tan potente que el miedo haya terminado por guiar sus decisiones con independencia de a cuántos y a qué afectasen esas decisiones.

Cuando los catalanes habían salido masivamente a protestar por una sentencia que cada día es más evidente que fue injusta nos encontramos con una inexplicable desactivación del movimiento, lo que representó un antes y un después para muchas cosas, pero, especialmente, para la desmovilización ciudadana.

Estoy convencido que la desmovilización de los manifestantes convocados por Tsunami no fue la única consecuencia de la investigación en contra de quienes organizaron tan pacífica como masiva protesta ciudadana. El tiempo irá poniendo las cosas en su sitio y permitiendo entender las causas de determinados comportamientos porque en la vida nada deja de tener una explicación.

Seguramente, y puedo estar equivocado, la existente de la investigación sumada a la ignorancia y, sobre todo al miedo, han tenido que ser causas motivadoras de muchos de los inexplicables comportamientos políticos que llevamos años viendo

Los datos aparecidos en los medios recientemente no son suficientes para poder determinar el alcance de la coacción, pero sí para darnos una idea de cómo ha tenido que funcionar el uso abyecto de un procedimiento penal a fin de condicionar a algunos de sus destinatarios.

Seguramente, y puedo estar equivocado, la existente de la investigación sumada a la ignorancia y, sobre todo al miedo, han tenido que ser causas motivadoras de muchos de los inexplicables comportamientos políticos que llevamos años viendo. Es cuestión de tiempo que conozcamos todos los datos.

Desde una perspectiva humana, es evidente que saberse investigado por terrorismo es un dato lo suficientemente relevante, también preocupante, aunque el mismo no tenga base fáctica ni legal, como para que muchos actúen más movidos por el miedo que por la racionalidad y esto es algo sobre lo que habrá que estar muy atentos, pero, sobre todo, que habrá de manejarse como elemento de análisis para comprender lo que hasta ahora no se ha comprendido y sacar de ahí las conclusiones que se deban sacar.

Hubo un antes y un después de Tsunami, creo que eso es algo sobre lo que todos podemos estar de acuerdo. A partir de eso, que es un dato contrastado, debemos comenzar a encajar el resto de las variables, entre las que ha de incluirse la coacción penal, para poder comprender cómo se han ido tomando decisiones políticas y personales inexplicables que, en todo caso, desde una perspectiva humana son comprensibles, porque el miedo es libre.

Insisto, más temprano que tarde, sabremos cuán efectiva ha sido la investigación penal no destinada al esclarecimiento de unos hechos delictivos, sino de unos hechos atípicos (no delictivos) para terminar condicionándolo todo a partir de coaccionar a quienes presuntamente estaban en la cúspide de la organización de la movilización.

Seguramente, para entenderlo todo, habrá de partirse por ordenar las fechas y establecer una línea de tiempo (un timeline) ordenando los eventos y poniendo en su sitio exacto el comienzo de la causa penal (octubre de 2019) para luego colocar las distintas decisiones que se han ido tomando y que, hasta ahora, nadie logra comprender. Es cuestión de tiempo comprender todo lo que ha pasado a partir de esa coacción penal que, por cierto, es uno de los objetivos del lawfare.