Marlaska tiene razón: la policía patriótica fue un cáncer de la democracia, pero aquí se acaba la verdad de su afirmación. Porque hay dos afirmaciones añadidas que no son ciertas: una, que su creación y acciones tuvieron como único responsable al PP; y dos, que el cáncer está extirpado. Y es aquí, en esta doble falacia, donde llora la criatura.

De entrada, hay que recordar que el PP hizo todo tipo de abusos gracias a la inoperancia, abstención y silencio cómplice del PSOE, que ya le iba bien que el peso de la carga represiva cayera en manos de la derecha. Y eso, haciendo una lectura amable de todo lo que pasó, porque la memoria esconde zonas oscuras. Por ejemplo, toda la barbarie del 155 y la represión que se derivó nació de un pacto entre Soraya Sáez de Santamaría y Alfredo Rubalcaba, "el hombre de Estado" que facilitó que el PP pudiera estresar hasta el delirio las reglas de juego democráticas. La frase conocida, "es preferible vulnerar la democracia, que perder Catalunya: la democracia la podemos arreglar, Catalunya no la recuperaremos", daría fe de la mentalidad socialista del momento, que no cuestionó ninguna de las barbaridades del PP, ni la represión policial del Primero de Octubre, ni el despropósito de las acusaciones judiciales, ni el ingreso en la prisión de los líderes catalanes, vulnerando las propias reglas de juego democráticas, ni la evidente complicidad de los jueces con la represión política. Y no solo, porque el PSOE sacó réditos electorales retroalimentándose de las mentiras de la policía patriótica, cuya actividad conocía perfectamente. ¿O quiere hacer creer que lo acaba de saber ahora, después de haber gobernado los últimos años? Si, además, añadimos los abusos dialécticos, políticos y de gobierno del mismo PSOE, Pegasus incluido, las cosas están meridianamente claras. Ciertamente, el PP fue el ejecutor de un golpe a la democracia del deep state con el fin de decapitar completamente el movimiento independentista, pero la complicidad política, mediática y judicial, socialistas incluidos, fue imprescindible.

Que ahora el PSOE sufra en propias carnes los abusos de este poder profundo que decide jugar con las reglas democráticas como quiere y que llega a alterar la lógica política y parlamentaria, no lo exime de su pasividad/complicidad del pasado, ni de los errores que sigue cometiendo. Tal vez el problema más grave de la democracia española no es la persistente mentalidad represiva que se mantiene en el nacionalismo español, inalterable al paso del tiempo, y que ahora tiene en el PP —y en el franquismo 2.0 de Vox— su máximo exponente. Tal vez el problema es el socialismo pusilánime, acomodaticio a estas perversiones cuando le reman a favor, y miedoso cuando se tiene que enfrentar.

El PP hizo todo tipo de abusos gracias a la inoperancia, abstención y silencio cómplice del PSOE, que ya le iba bien que el peso de la carga represiva cayera en manos de la derecha

Seamos sinceros. ¿Qué habría pasado si el PSOE se hubiera plantado ante la represión policial desmesurada del Primero de Octubre? ¿Qué, si no hubiera avalado la barbaridad de la rebelión? ¿Qué, si hubiera protestado ante la indecencia de encarcelar la presidenta del Parlamento o los Jordis? ¿Qué habría pasado si hubiera defendido el carácter político del conflicto catalán, o se hubiera plantado en Europa ante los delirios del PP y Ciudadanos, en lugar de votarlos a favor? ¿Qué habría pasado si no hubiera participado de la deshumanización, denigración y cacería contra el president Puigdemont, a quien ahora le perdona la vida?

Que no nos hagan comulgar con ruedas de molino. Han tenido y tienen una responsabilidad directa en la situación pregolpista que ahora se sufre, sea por complicidad, sea por cobardía. Y el momento actual es paradigmático de esta actitud pusilánime. Nuevamente en formato de pregunta: una vez llegados hasta aquí, ¿qué pasaría si sencillamente hiciera una ley de amnistía completa, sin excepciones —terrorismo y traición—, de que situara en marcador cero los procesos judiciales contra el independentismo? ¿Tendría un gran sarao en las calles de Madrid? Ya lo tiene. ¿La justicia patriótica intentaría tumbarla? Ya lo hace. ¿Sufriría un ruido mediático indecente y agresivo? Ya lo sufre. Por cierto, en este sentido, bienvenido al club. Los catalanes sabemos muy bien qué significa el tsunami mediático de la caverna, un tsunami del cual el PSOE ha participado alegremente.

En resumen, y como dijimos muchas veces, todas las agresiones a las libertades y al Estado de derecho que el PP perpetró contra el independentismo se podían girar en contra de otros movimientos y partidos políticos, y esta es la maquinaria que ahora sufre Pedro Sánchez, a quien le tienen tantas ganas como a Puigdemont. ¿Puestos en esta tesitura, no sería mejor plantar cara y ayudar a denunciar y desmontar el deep state, y no jugar a su juego? Pero, mira por dónde, el PSOE se va a Europa y vota a favor de investigar las surrealistas injerencias rusas dentro del independentismo, dando por bueno un montaje delirante de la policía patriótica que Marlaska asegura que ya no existe. ¡Qué quieren que les diga, entre cobardes, pusilánimes y cómplices, entran ganas de mandarlos a freír espárragos!