Nuestro Molt Honorable fichó a un grupo de expertos federalistas para que le escribieran un proyecto de referéndum pactado con el Estado y, sorpresa mayúscula, el grupo de sabios en cuestión le ha acabado proponiendo un acuerdo de claridad consistente en... ¡un referéndum pactado con el Estado! Esto de fichar a gente de solvencia contrastada para que atufe de academia tus quimeras políticas es algo tan antiguo como el defecar. De hecho, el modelo político de Aragonès —el jugadamestrisme de Artur Mas— ya lo intentó con el chanchullo del Consell Assessor per a la Transició Nacional, un chiringuito que se dedicó a fantasear sobre las características del futuro estado catalán, gracias a unos expertos lo bastante listos como para imaginar el viaje de las estructuras de estado al nuevo país, pero no lo suficientemente astutos como para ver que los convergentes no tenían ningún tipo de intención de aplicarlo ni de llevar a cabo la independencia.

Cabe decir que los profesionales del Club Claridad se han ganado su sueldo, porque han llegado a urdir ideas de bombero muy elogiables. La más ingeniosa es la del doble referéndum, que plantearía una votación en Catalunya "sobre la conveniencia de que el Parlament iniciara un proceso de reforma constitucional que podría contemplar la independencia y/o una nueva acomodación en el seno del Estado". En caso de prosperar dicha reforma constitucional, aparte del plácet del Congreso, la cosa tendría que ser votada por el conjunto de la ciudadanía española (perdonad la acumulación de verbos en condicional, pero esto de hacer castillos en el aire requiere de una gran inventiva). Puestos a ejercitarse en el arte de la ficción, los politólogos también proponen "un acuerdo político previamente alcanzado sobre la independencia o una nueva acomodación en el seno del Estado que, por ejemplo, se podría realizar en el marco de una reforma estatutaria".

Esto de fichar a gente de solvencia contrastada para que atufe de academia tus quimeras políticas es algo tan antiguo como el defecar

¡Alehop! Nuevamente, la reforma del Estatut (para cualquiera que tenga algo más de memoria que un jilguero) debería superar el cepillo del Congreso y, of course, también sobrevivir a ese simpático órgano castrador de la legalidad catalana denominado Tribunal Constitucional. Aparte de la inventiva, el grupo de amiguis del Molt Honorable también tocan el complicadísimo arte del humor. Por si todos estos impedimentos que brevemente he repasado fueran tan volátiles como un esguince en el dedo meñique del pie, también proponen una vía tan democrática como un referéndum a toda la ciudadanía española, en el que se preguntaría a los habitantes de Badajoz si estarían de acuerdo en autorizar una consulta en Catalunya sobre la secesión. Pero esta ganga es algo jodida, ya que, de imponerse el Sí en Catalunya, la cosa podría derivar en un "choque de voluntad democrática difícil de resolver". ¡Qué haríamos sin ti, Astrid Barrio!

Como puede verse perfectamente, esto de la claridad es más bien poco claro y el president Aragonès nos la ha situado en el marco español (de las cinco propuestas, solo dos se circunscriben a los ciudadanos de Catalunya). A su vez, hay que considerar un asunto nada contingente, como es el hecho de que las pretensiones políticas del Molt Honorable de momento solo cuenten con el apoyo de Esquerra R. En definitiva, y para no fatigar más al lector, Aragonès pretendería iniciar una reforma del marco legal español sin contar ni siquiera con una mayoría de escaños favorables en el órgano representativo de la soberanía catalana. En casa ya nos gusta la gente que sueña imposibles, pero, como decía antes, la dejamos en el estante de la narrativa. Aunque, tratándose de unos expertos que llegan a especular con un arbitraje neutral del TC en un referéndum, esto iría directo a la ciencia-ficción.

Afortunadamente, el país ha avanzado en madurez política, y los inventos con los que Artur Mas lograba ganar tiempo a base de tecnicismos y de motos como las estructuras de estado ya no se los cree nadie (tampoco la gente de Esquerra; a Junqueras ya le han empezado a salir ovejas negras interesantes dentro de la sección barcelonesa del partido). Como ya avisé a mis colegas republicanos, toda esta humareda de invenciones no solo terminará con ERC fuera del Govern, sino que —siguiendo la estela de Junts— también romperá el partido republicano a través de una base cansada de tanta trola. Ten paciencia, lector; el cinismo hará implosionar las estructuras del régimen procesista. La cosa tardará más o menos, pero el final es inevitable. Hay que ser magnánimo con Pere; esto del grupo de expertos, cuando menos, le regalará un grupo de amigos con los que ir a comer de tanto en tanto, cuando entre en el club de expresidentes.