"Hay que dejar establecido que las universidades tienen que ser plurilingües y que se tienen que dominar de forma natural como mínimo tres lenguas". Si jugáramos a las adivinanzas intentando averiguar quién es el autor de esta afirmación, los nombres que más sonarían serían los del entorno de Ciudadanos: Rivera, Carrizosa, Arrimadas. Bauzà, incluso. Los soldados del españolismo más clasicote revestidos de trilingüismo de cartón piedra con la intención de darse un toque de progreso y apertura, vaya. El truco es viejo pero no por viejo es menos actual. Es así como el españolismo crea todavía hoy el marco en el que el catalán es cerrado, castrador de oportunidades e inútil en el ámbito académico, mientras que añadir el castellano —y el inglés, para hacer bonito y construir un falso equilibrio— nos hace salir de la caverna y estar preparados para entender el mundo. Todo esto, que no son más que prejuicios que la nación dominante utiliza en contra nuestra para ganarse espacio en las instituciones catalanas, son los argumentos que Joaquim Nadal, conseller de Recerca i Universitats, ha escogido para explicarse en comisión en el Parlament de Catalunya. Estas son las manos que sostienen el futuro lingüístico de las universidades catalanas.

Los prejuicios que la nación dominante utiliza en contra nuestra son los argumentos que Joaquim Nadal ha escogido para explicarse en comisión en el Parlament de Catalunya

No hace falta ser muy espabilado para entender que cuando Nadal dice: "La construcción del futuro se fundamenta en el pasado sin una mirada nostálgica, una mirada global y comprensiva", dice que las universidades catalanas tienen que ser más españolas. Es el atajo, una vez más, para asociar todo lo que es bueno —la comprensión, la mirada global, la innovación, la prosperidad— a la lengua castellana en contraposición a la catalana —la nostalgia, el retroceso, la rigidez, la ignorancia—. Es una deformación de la realidad y, además, una mentira, porque no está escrito en ningún sitio que no se pueda tener una mirada global del mundo desde el catalán.

Es el atajo para asociar todo lo que es bueno —comprensión, mirada global, innovación, prosperidad— a la lengua castellana en contraposición a la catalana —nostalgia, retroceso, rigidez, ignorancia

Aquí se utiliza el inglés chapuceramente para embadurnarlo todo, como si todos los universitarios llegaran al aula con suficiente nivel para intervenir en inglés en una clase o como si hubiera bastantes profesores con el mismo dominio de inglés que del catalán o castellano para impartirlas. El problema con el inglés del sistema educativo catalán no se soluciona por arriba sino por debajo, pero eso es otro tema. En la asignatura —una sola— que yo misma hice en inglés, los alumnos intervenían en castellano y la profesora contestaba en inglés. En las asignaturas que eran en castellano, eso sí, se nos llegó a pedir que no participáramos en catalán si había alumnos de Erasmus. Entiendo que esta es la mirada global y comprensiva que Nadal quiere para las universidades después de ponerse la medalla de celador por "el fortalecimiento del catalán como lengua vehicular".

Lo peor de todo es que se creen que empequeñecidos y acomplejados seremos una nación de la que alguien querrá formar parte libremente. En su cabeza es un plan sin fisuras, pero el propio plan es la fisura

Que un conseller de un gobierno de ERC prepare el terreno al españolismo nos habría hecho llevar las manos a la cabeza hace cuatro o cinco años, pero hoy Nadal y Aragonès pueden darse las manos tranquilamente desde la coherencia. La chapucería intelectual de la "Catalunya entera" nace exactamente del mismo sitio: un sitio donde Rivera, Carrizosa y Arrimadas ya no son necesarios porque sus argumentos han sido comprados por la puerta de atrás. Cuando Laura Rosel habla de la "Catalunya plural y alegre" para referirse a Estopa, o cuando Junqueras dice que no irá a la manifestación del 11 de Setembre porque es excluyente, operan con los mismos mecanismos: afirman todas y cada una de los clichés que históricamente nos ha colgado el nacionalismo español para empequeñecernos y acomplejarnos. Lo peor de todo, sin embargo, es que se creen que empequeñecidos y acomplejados seremos una nación de la que alguien querrá formar parte libremente. En su cabeza es un plan sin fisuras, pero el propio plan es la fisura.