"La mujer no nace, se hace" describió Simone de Beauvoir en una frase que es toda una introducción al concepto de género. En cada época las mujeres han hecho frente a las aristas más duras de la vida en sociedad, la división de los trabajos, y el pensamiento conservador que añora los patriarcados indiscutibles. A medida que las mujeres se hacen libres también se conjuran santos varones en antiguas cruzadas para no dejar que las mujeres crezcan y se construyan en igualdad. Y si ya se reconoce que una de las grandes revoluciones del siglo XX fue la conquista de las mujeres del mercado de trabajo asalariado, lo cierto es que en el primer cuarto del siglo XXI todavía hay en el mundo una proporción mayor de mujeres en paro, con trabajos temporales no queridos, y con menores derechos y peores condiciones salariales. El objetivo de percibir un salario justo e igual a igual trabajo sigue siendo un hito de futuro y no un hecho de presente, aunque en los últimos tiempos las calificaciones y graduaciones en estudios superiores de las mujeres superan, en muchas ramas de la academia, las de los hombres.

Cuesta darse cuenta de lo que algunas feministas denuncian como micromachismos cuando ni tan solo los macromachismos escandalizan. Y desde las instituciones no se dan pasos muy sólidos para fomentar el espíritu crítico, disminuir las diferencias y acercarse a la igualdad más allá de las palabras. Un ejemplo de cómo las mujeres pueden servir como excusa de los machismos mismos: cuando el conseller de Interior, Joan Ignasi Elena, en el ejercicio de sus responsabilidades, destituyó al mayor Josep Lluís Trapero, lo hizo alegando que se trataba de "feminizar" el cuerpo de Mossos d'Esquadra y habló de modernizar y hacer más coral la dirección con una Jefatura compartida por Estela, Sallent y la intendente Rosa Bosch. El conseller Elena, al final, este octubre, ha tomado una decisión política diferente, apartando a Estela y haciendo culminar, de momento, a la posición más alta, la carrera meteórica de Sallent. Pero ahora ya nadie se traga el repetido alibí de "feminización" de la conselleria de Interior y del cuerpo de Mossos.

El objetivo de percibir un salario justo e igual a igual trabajo sigue siendo un hito de futuro y no un hecho de presente, aunque en los últimos tiempos las calificaciones y graduaciones en estudios superiores de las mujeres superan, en muchas ramas de la academia, la de los hombres

Sobre otro departamento, la escritora y periodista Natza Farré difundía con el comentario "le llaman conocimiento", un tuit de Recerca i Universitats con la foto de la primera reunión de trabajo del conseller Quim Nadal con los doce rectores (todos hombres) del sistema universitario de Catalunya. Joaquim Nadal, que sustituyó en la conselleria la que había sido vicerrectora de la Universidad de Girona Gemma Geis, intentaba contrarrestar posteriormente las críticas argumentando que los doce rectores hombres fueron votados por sus claustros (o las comunidades universitarias respectivas). Pues bien, donde el conseller Joaquim Nadal ve una justificación, yo veo —y quizás Natza Farré— un fallo de actuación política en igualdad y una ceguera que puede ser involuntaria, pero que blanquea desigualdades de género demasiado establecidas para que a ciertas autoridades no les duela en los ojos.

Hacen falta actuaciones concretas y efectivas para conseguir la Catalunya republicana y feminista, y alejarnos de lo que ya no es ceguera, sino encarnizada militancia machista: dos exmiembros de Vox que exigen al presidente de la comunidad de Murcia, Fernando López Miras, la supresión inmediata de las becas Piedad de la Cierva destinadas a mujeres que escogen estudiar en la universidad carreras de la rama de ciencias. Las mujeres, según estos homínidos, no tienen que saber nada de la ley de Ohmio, de estados de la materia, ni del principio de incertidumbre. Lo que les corresponde son los hijos, la cocina y la iglesia... como en el siglo XIX, como mucho. De hecho, el año pasado, y también como condición para la aprobación de los presupuestos murcianos, ya consiguieron reducir la partida de becas para mujeres científicas a la mitad. Este año, es o todo o nada, porque según explican los parlamentarios ex-Vox y ahora supporters PP, estas ayudas van en contra de la igualdad entre sexos que proclama la Constitución....

Otra escritora y periodista, Rosa Maria Artal, decía que estos parlamentarios de Murcia no tienen nada que envidiar de los talibanes de Afganistán. Y tiene toda la razón. Ya sabíamos que la Constitución se puede utilizar, como cualquier porra extensible, contra todos los derechos, sobre todos los que autodeterminan, feminizan, liberan y sacan la caspa de las sacristías. Y vamos con cuidado, porque si no se denuncian los machismos que no suelen entrar por la puerta, se nos cuelan los peores disparates contra las mujeres por la ventana.