Hace unas semanas decíamos que el final de la sequía ofrecía al president Illa la posibilidad de demostrar más sentido común y coraje que sus predecesores si era capaz de asumir el reto de resolver el déficit de infraestructuras para garantizar el suministro de agua en todo el territorio incluso en tiempos de sequía. Como en los últimos años los gobiernos y el país han estado pendientes de otros asuntos, al actual president le queda mucho trabajo por hacer, lo cual es una ventaja, pero también un enorme desafío. El apagón de esta semana y el debate posterior vuelven a brindarle la oportunidad de demostrar más sensatez y más valentía que quienes le precedieron si se atreve a coger el toro por los cuernos y resolver el déficit de infraestructuras relacionadas con el suministro de energía, que ha vuelto a ponerse de manifiesto.
En el debate posterior al apagón ha resurgido a nivel estatal la discusión sobre las distintas fuentes de energía y también sobre su interacción en la red, que de pronto dejó de funcionar en toda la península. Como suele ocurrir, el debate ha tenido un componente más ideológico que técnico, especialmente por parte del Gobierno de Pedro Sánchez, que para exculpar al Estado del apagón señaló directamente a las compañías privadas sin ser capaz de esclarecer las causas del desastre. Y luego, una vez más, unos acusan a las nucleares y al lobby de las operadoras, otros a la especulación con el precio de la energía basada en abrir y cerrar presas según convenga comercialmente, y otros más cuestionan el funcionamiento de las energías renovables. Todos tienen parte de razón, pero por desgracia en Catalunya la situación es más complicada y bastante más objetiva. Catalunya es absolutamente dependiente en materia energética, se ilumina sobre todo gracias a centrales nucleares con fecha de caducidad y se encuentra a la cola de España y de Europa en cuanto a instalaciones de energía renovable.
Salvador Illa tiene otra oportunidad de demostrar más sensatez y más valentía que sus predecesores si se atreve a resolver el déficit de infraestructuras que sufre el país en relación con el suministro de energía, un problema que ha vuelto a quedar en evidencia a raíz del apagón
Existe un consenso técnico y político sobre la necesidad de descarbonizar el sistema y evitar las emisiones de CO₂ que contribuyen al calentamiento global. Así que conviene clausurar lo antes posible las centrales de ciclo combinado que funcionan con gas. También hay un consenso bastante amplio respecto a la progresiva sustitución de las centrales nucleares por fuentes de energías renovables. La promesa de cierre de las nucleares sigue en pie. Ascó I debería cerrarse en 2030; Ascó II, en 2032, y Vandellós II en 2035. El problema es que en Catalunya no se genera suficiente energía renovable como para poder prescindir de las fuentes convencionales y ya no deseables sin poner en riesgo el sistema. Parecen ecologistas esas plataformas que bloquean plantas fotovoltaicas y parques eólicos, pero lo que consiguen es prolongar la vida de las centrales nucleares. Y este es un escenario que, según el informe emitido en febrero pasado por la Comisión de Energía del Colegio de Ingenieros, condiciona además “el desarrollo industrial y económico” del país.
Los expertos destacan que mientras comunidades como Aragón y Galicia han avanzado en la modernización de su sistema energético mediante instalaciones eólicas y fotovoltaicas, en Catalunya “se observa un enfriamiento preocupante en el interés de los promotores por desarrollar proyectos en Catalunya, tanto por la incertidumbre económica y financiera como por la percepción de la administración catalana como poco eficiente y resolutiva”, señala el Observatori de les Energíes Renovables de Catalunya (OBERCat). Por su parte, el informe de los ingenieros señala que el Plan Nacional de Energía y Clima prevé para Catalunya que de aquí al año 2030 se incremente en 1019 megavatios la potencia firme actual, y con los proyectos en curso apenas se alcanzará un aumento de 483. ¡¡¡Cualquier proyecto de energías renovables requiere para su tramitación y construcción un plazo no inferior a 10 años!!!
Parecen ecologistas esas plataformas que bloquean plantas fotovoltaicas y parques eólicos, pero lo que consiguen es prolongar la vida de las centrales nucleares
Todo esto significa que ni en 2030 ni en 2035 podrán cerrarse las nucleares y que todavía tendremos que depender de las centrales que funcionan con gas. No porque el lobby de las eléctricas quiera mantener su negocio, sino porque los catalanes no habrán hecho el trabajo que debían hacer.
Catalunya va tarde, pero si no se rompen las dinámicas que paralizan los cambios —la burocracia por un lado y la cobardía política ante protestas oportunistas financiadas no se sabe por quién—, aquella Catalunya pionera que impulsó una revolución industrial, que creó una estructura productiva moderna y un país líder, se convertirá en un país subordinado y sin proyecto colectivo. Una Catalunya sin luces.
Lo dicen los expertos: es necesario “un liderazgo político claro” para superar esta involución, y esta es la oportunidad que tiene el Govern de Salvador Illa para corregir el rumbo del país. Tanto si lo hace como si no, los libros de historia se lo reconocerán o se lo reprocharán.