¿Y qué es ser potaxie?, os preguntaréis. Tranquilos, Jéssica Albiach tampoco lo sabía antes de vestirse con una camiseta de colorines que rezaba 'Catalunya potaxie'. En jerga juvenil, ser potaxie es el antagonismo de ser fife, por ejemplo, que son el perfil de usuarios tirando a básicos y machistas en las redes sociales, sobre todo en TikTok. La necesidad de ser la muleta del PSOE sin asimilarse a él va tan lejos, que las etiquetas para retener a los electores son cada vez más estrambóticas. Los Comuns —en esta campaña electoral más que nunca— son el último rastrillo que pasa el españolismo por la izquierda. Son un camión de la basura lustrado de purpurina, para que nos entendamos. Una escuela de formación de futuros militantes del PSOE todavía necesitados de que les hablen como a los adolescentes. Son la enésima estrategia española: en nombre de la diversidad orgullosa y la pluralidad que nos fortalece, refuerzan las dinámicas de poder que caricaturizan a la catalanidad y la condenan a la minorización.

No se puede hacer a la vez campaña para ser la muleta del PSOE y para diferenciarse del mismo sin perder credibilidad cada vez que se abre la boca. Los resultados de las últimas encuestas lo muestran: su votante solo es un socialista que todavía quiere que lo deslumbren con una retórica aparentemente neutral, pero profundamente etnicista. Hace unos días, el diputado David Cid se sentó en la mesa de Gemma Nierga a blandir una de las líneas rojas del partido: con el PSC, sí; con la derecha de Junts, no. Si para algo ha servido esta campaña ha sido para constatar que el PSC está más a la derecha y más españolizado que nunca, y que su política económica no dista mucho —por no decir nada— de la de Junts. Hay que ampliar el aeropuerto y hay que ampliar las carreteras. ¿Cómo va a venir la gente? ¿En patinete?, bramaba Illa en un mitin el 1 de mayo.

Los Comuns son la enésima estrategia española: en nombre de la diversidad orgullosa y la pluralidad que nos fortalece, refuerzan las dinámicas de poder que caricaturizan a la catalanidad y la condenan a la minorización

La línea que utilizan los Comuns para decidir con quién sí y con quién no, la marca la adscripción nacional. Ya pueden ponerse las camisetas de colorines que quieran y urdir todas las identidades intermedias que deseen: en el momento político actual, disimular les sale cada vez menos a cuenta electoralmente. Hacer pinkwashing al españolismo en esta campaña es una estrategia que rinde justito, justito, porque al españolismo ya no le hace falta. Con unos partidos independentistas con el discurso completamente desgastado, el elector ya no necesita pinkwashing. La Catalunya mestiza tiene cada vez menos fuerza al lado de la Catalunya española, aun siendo exactamente lo mismo, con retóricas ligeramente retocadas. La reculada es el momento del españolismo y la pretendida equidistancia de los Comuns solo sirve para pescar a los últimos despistados que no leyeron bien la carta del profundamente enamorado.

La línea que utilizan los Comuns para decidir con quién sí y con quién no, la marca la adscripción nacional. Se encargan de formar a una generación de electores que enemisten para siempre a la catalanidad con el progresismo

Desde el feminismo y los derechos LGTBIQ+ pasados por el tamiz swiftie, desde los clichés de siempre anclados en el mismo menosprecio que se gasta contra los catalanes en plaça Artós, los Comuns se encargan de formar a una generación de electores que enemisten para siempre a la catalanidad con el progresismo. Desgraciadamente, en ERC y la CUP no siempre responden con suficiente firmeza a la manera como los Comuns explotan esta contradicción inexistente. Hay quien les resta importancia, vista su escasa fuerza electoral, pero no hace falta ser muy espabilado para entender que poner en circulación ciertos discursos en determinados sectores puede ser tan peligroso como un número de escaños concreto, sobre todo cuando sabes cuáles son los núcleos donde pueden ser mejor acogidos. Cuando se trata de acariciar la cuestión nacional, hacen de carcomas silenciosas al servicio de los gigantes y ponen electoralmente todas las causas justas al servicio de la nación española. La Catalunya potaxie siempre barre hacia España.