Hay un momento en la vida en que todo catalán se hace la misma pregunta: ¿hablo correctamente el catalán? Es muy normal que nos hagamos esta pregunta, tenemos motivos de sobra para hacérnosla. Aunque a simple vista puede parecer una pregunta estúpida, no lo es para nada. ¿Hay algún catalán que sea capaz de afirmar, con toda seguridad, que todas las palabras y estructuras sintácticas que utiliza a diario son genuinas del catalán? Tenéis que saber que hemos adoptado tantos castellanismos a lo largo de nuestra vida que a nuestro cerebro cada vez le es más difícil discernir una palabra catalana de un castellanismo. Tanto nuestro entorno como nosotros hemos normalizado tantas palabras y tantas estructuras sintácticas castellanas que cada vez nos resulta más difícil saber qué es catalán y qué no (incluso a los profesionales de la lengua y a la gente que se ha criado en un entorno, supuestamente, 100 % catalán). Y, si no, decidme, de todo este listado que os muestro a continuación, cuántas palabras decís mal (en negrita, el castellanismo o la expresión tomada prestada del castellano; entre paréntesis, la palabra o expresión correcta):

aconteixement (esdeveniment); donar-se compte (adonar-se); adelantar (avançar); apretar (prémer, pitjar, clicar, collar, estrènyer, tibar…); tenir agulletes (estar baldat, estar cruixit, estar esllomat, estar esbraonat…); bandeja (safata); bolso (bossa de mà); borde (antipàtic, estúpid, repel·lent, malcarat…); bassura (escombraries); caldo (brou) / posar a caldo (posar a parir); columpios (gronxadors); colxa (vànova, cobrellit); decepcionar (decebre); despedir (acomiadar); disfrutar (gaudir, fruir); enterar-se (assabentar-se); farola (fanal); finiquito (liquidació); gordo (gras); nòvio (xicot); ojalà! (tant de bo!); raro (rar); rato (estona); recado (encàrrec); recolzar (recolzem la espalda en la pared, pero no recolzem a alguien que nos necesita, li donem suport); retràs (retard); sello (segell); sombra (ombra); susto (espant, esglai); tamany (mida); tiritia (tireta); xanxullo (tripijoc); xiste (acudit); bamba (la decimos bien, pero la escribimos mal, en realidad se escribe así: vamba); quina rissa (quin riure); al tanto! (compte!).

El catalán y el aranés tendrían que ser las únicas lenguas oficiales en Catalunya, y todo el mundo que viniera a vivir a Catalunya tendría que aprenderlas obligatoriamente

Todas estas palabras y expresiones tomadas prestadas del castellano, desgraciadamente, no son más de un 10% del total que utilizamos a diario los catalanes, y, si sumamos, a todo esto, los miles de personas que no se dignan a aprender a hablar catalán a pesar de vivir y trabajar en Catalunya (por el motivo que sea: por prepotencia, por pereza o porque no les hace falta porque con el castellano todo el mundo los entiende); pues tenemos como resultado la extinción de una lengua a corto plazo. Así es como se sustituye sutilmente una lengua desprotegida por otra que tiene el apoyo de un estado. La solución a todo este problema es complicada porque, si uno mismo no es consciente de que está diciendo las cosas mal, nunca tendrá la necesidad de saber cuál es la palabra correcta en catalán. Sabemos que utilizamos castellanismos, pero no sabemos cuándo. No tenemos dónde cogernos para aprender un catalán correcto, limpio de castellanismos. Las televisiones, la prensa, los libros que se publican y los propios profesores de catalán, o bien utilizan castellanismos o bien vacilan: un día lo dicen bien y al día siguiente, no. Así, es muy difícil saber qué es correcto y qué no. Y, cuando entras en esta rueda de dudas, acabas abandonando la partida de hablar un catalán correcto. Da pereza y no tienes suficientes herramientas para poder hacerlo. Y, si eres una persona osada y te atreves a intentar estudiar la gramática catalana y las normas ortográficas, te das cuenta de que hay tantas excepciones de excepciones que acabas desistiendo.

Lo que está claro es que es muy difícil que alguien que no sea un profesional de la lengua catalana pueda hablar el catalán correctamente. La única solución que veo, por lo tanto, es una solución política: el catalán y el aranés tendrían que ser las únicas lenguas oficiales en Catalunya, y todo el mundo que viniera a vivir a Catalunya tendría que aprenderlas obligatoriamente. Solo con esta base, se podrían realizar todos los cambios necesarios para poder ser educados en un catalán correcto y para transmitirlo de generación en generación.