¡Catalanes! ¡Españoles!
Me dirijo a ustedes para reclamarles piedad, humanidad y caridad cristiana.
Me gusta mucho construir barcos que, posteriormente, introduzco dentro de botellas de vidrio del tamaño de una caja de cerillas. También hago maquetas de la Segunda Guerra Mundial. Ahora mismo estoy acabando un desembarco de Normandía con 12.600 personajes, la flota aliada (entera) y las defensas alemanas hasta París en la cáscara de una nuez (por la parte de dentro). Ah, y también escribo poesías en granos de arroz. No muy largas, eh, sólo obras completas. Son mis tres grandes pasiones. Y para hacerlas preciso tener una vida tranquila y calmada.
Es por este motivo que decidí buscar un espacio vital que me aportara el necesario espíritu sosegado. Dudaba entre hacerme monje de clausura u opositar al Tribunal Constitucional. Me decidí por la segunda opción porque creía que esta humilde persona encontraría en las paredes de esta vetusta institución la paz, la quietud y la placidez que anhelo. En un Tribunal Constitucional de un país normal se tendrían que despachar dos temas al año, sin presión, con una reunión semanal que, de hecho, fuera una comida austera pero apetitosa, seguida de una sobremesa para valorar con prudencia la legislación correspondiente. Pues no. Ni mucho menos.
Por su culpa, mi vida es un infierno
¿Con qué realidad me he encontrado? Que esto es un no parar. Parece la autopista de la playa un 15 de agosto. Van y vienen recursos y más recursos. Cada vez que los catalanes respiran, venga, ya tenemos una cola de gente en la puerta. "¡¡¡Recurso, recurso!!!", gritan fuera de sí. Y así no se puede trabajar. Tenía prácticamente acabada la transcripción en una lenteja de toda la obra poética de Lope de Vega y... sí, lo confieso, tuve que renunciar porque se me corrió la tinta de una letra. Debido al estrés. Terrible.Por lo tanto, imploro que tengan piedad de mi precario estado nervioso y procedan a iniciar los trabajos necesarios para que Catalunya se independice de España. Sin los catalanes, este lugar volverá a ser aquello que nunca debía haber dejado de ser.
Agradeciendo antes que nada su atención y esperando que consideren mi solicitud con la máxima brevedad, ya que acumulo mucho rencor interior y he visto muchas películas de gente solitaria que está chalada y hace cosas tan extrañas como bestias, quedo a su disposición.
¡Construyamos la independencia para poder construir una maqueta, un barco y acabar las obras de Lope sin más tropiezos!