No expresar públicamente determinadas sensaciones o emociones no significa no tenerlas, simplemente, es la cautela la que nos lleva, en estos momentos, a tratar de mantener una apariencia de frialdad, que es la mejor de las vías para dejar que la justicia siga su camino y alcance unas conclusiones que, seguramente, no distarán de nuestros planteamientos.

El derecho, y sobre todo el que hemos ido a hacer a Luxemburgo, no es como el fútbol; es decir, de entrada, no se sabe quién hizo más o mejores goles, pero sí que se sabe quién expuso los mejores argumentos y quién se quedó, al final, sin ningún argumento a presentar.

Desde esa perspectiva, estamos más que satisfechos, pero también somos conscientes de la necesidad de una contenida prudencia, porque las cosas, al menos hasta ahora, en el Tribunal General de la Unión Europea (TGUE) nos han obligado a adentrarnos en recursos que luego nos han sido siempre estimados por parte del Tribunal de Justicia (TJUE)… Ahora toca esperar, pero ello no implica que no compartamos algunas cosas que, como se verá en pocos meses más, han podido ser clave.

Hicimos una defensa basada en ocho grandes bloques de alegaciones que luego se subdividían en otras muchas alegaciones específicas y eso fue algo que desbordó al Parlamento, que, incluso, en uno de sus puntos de defensa se quejó del exceso de motivos y documentación aportada que les impidió, según ellos, en dos meses haber podido dar la respuesta que querían.

Eso lo rebatimos con la propia actuación del Comité de Asuntos Jurídicos del Parlamento (IURI) que dice haber sido capaz de leer, analizar y entender, en solo 8 días, la misma cantidad de alegaciones y documentos que todo el departamento legal del Parlamento no logró hacer en dos meses. Esta, junto a otras, es la demostración palpable de que IURI, al mando de Adrián Vázquez, nunca leyó nada porque el resultado lo habían predeterminado entre Vázquez y el ponente de las resoluciones, Ángel Dzhambazki, un sancionado nazi a quien los abogados del Parlamento trataron de presentar como a uno de esos demócratas de toda la vida de los que tantos hay en España.

Siendo conscientes de que no se podía fiar todo a la carta de la falta de imparcialidad, nuestros argumentos abordaron todos y cada uno de los aspectos que afectaron al levantamiento de la inmunidad del president Puigdemont, Toni Comín y Clara Ponsatí. Claro que eso era abrumador, pero, en realidad, los hechos fueron abrumadores, extremadamente groseros, que rodearon a todo el procedimiento del suplicatorio, así como a la propia persecución que sufren los exiliados, incluido su abogado.

Si el president Puigdemont, Toni Comín i Clara Ponsatí son eurodiputados, eso no es por graciosa concesión del Parlamento, sino por voluntad de más de un millón de ciudadanos de la Unión Europea

El Parlamento, que creía jugar en casa, seguramente se vio sorprendido por la estrategia que planificamos para la vista, estrategia en la que participa un equipo y no es fruto de la genialidad de un individuo como algunos creen. El jueves fuimos suaves y retraídos; el viernes, por el contrario, salimos a golpear desde el primer minuto y no era lo que se esperaban, por eso hubo algunas salidas de tono o bravuconadas por parte de la defensa del Parlamento, que llegó a cuestionar la legalidad de los escaños de los exiliados.

Dentro de nuestra estrategia de vista oral estaba el no dejarles pasar nada y algo así de grave como negar la legalidad de los escaños no sería una excepción, por lo que nada más escuchar esa bestialidad, salimos a aclarar que, si el president, Toni y Clara son eurodiputados, eso no es por graciosa concesión del Parlamento, sino por voluntad de más de un millón de ciudadanos de la Unión Europea y porque al propio Parlamento le derrotamos en el TJUE el 20 de diciembre de 2019.

Este tipo de discursos para titulares tienen escaso recorrido en las salas de justicia y no tardó en tener que aclararlo quien pensaba que ese día iba a ser un paseo pero que se le fue complicando por minutos.

A cada argumento del Parlamento, casi siempre retórica generalista y no centrada en el caso, se le contestó, inmediatamente, con datos, párrafos concretos de nuestras alegaciones e indicación expresa de dónde se encontraba la prueba entre las más de 3.732 páginas de documentos que en su día hemos aportado… y que tanto les incomodan.

España, entre tanto, estaba ausente, porque el Tribunal entendía, con razón, que eran los convidados de piedra en una demanda que se dirigía solo en contra del Parlamento y que, si estaban en esa vista, era solo para seguir demostrando, por vía de sus propios actos, que son parte del problema y no de la solución. El Tribunal no les dirigió una sola pregunta, su sola presencia ratificaba todo lo que estábamos alegando y, sin duda, fue otro error estratégico del Reino de España el mostrarse parte en el procedimiento.

Lo que está en juego es mucho más que el destino de los exiliados; está en juego una forma de entender la democracia que dista mucho de ser la que pretenden aquellos que se han empeñado en perseguir a quienes representan a un pueblo deseoso de tener su propio estado

Cuando todo esto termine, cuando se puedan hacer públicas las muchas alegaciones, datos y pruebas que hemos aportado, seguramente todos entenderán las razones de nuestra cautelosa tranquilidad, que se basa, exclusivamente, en el principio de prudencia, porque sabíamos muy bien lo que teníamos que hacer, nos preparamos para ello y lo hemos hecho.

Como decía un amigo mío: no basta con tener la razón, hay que saber explicarla y luego que te la den. Creo que las dos primeras fases de un éxito están ya conseguidas y quedamos a la espera de la última, que ya no depende de nosotros.

Lo que está en juego es mucho más que el destino de los exiliados, que siempre sabremos cómo defenderles; está en juego una forma de entender la democracia que dista mucho de ser la que pretenden aquellos que se han empeñado en perseguir a quienes representan a un pueblo deseoso de tener su propio estado.

Al Tribunal, en cualquier caso, le dejamos unas conclusiones que, por haberlas hecho en vista pública, las puedo reproducir:

“Hemos hecho una extensa descripción de los hechos que rodean este procedimiento, hechos que son groseros y que demuestran la persecución política sufrida por mis clientes.

También hemos hecho una extensa exposición del derecho aplicable al caso y nos remitimos a todo lo ya dicho, para no crear confusiones innecesarias.

Reconocer que las cosas se han hecho mal en este procedimiento no significa defender las opiniones políticas de mis clientes, sino simplemente defender un entendimiento democrático de la realidad que creo que está cada vez más en peligro y, al mismo tiempo, dejar claro cómo deben funcionar las instituciones democráticas y qué se entiende por Estado de Derecho.

Las minorías nacionales deben ser respetadas y esto empieza por respetar los derechos de todos sus miembros y los de sus representantes democráticamente elegidos.

Está en manos de este Tribunal restablecerles sus derechos.”

A estas palabras, el Parlamento respondió, una vez más, con evasivas y generalidades y el convidado de piedra, de forma muy confusa, nos dio la razón, aunque estoy convencido que no era eso lo que querían decir.

Ahora no queda más que esperar y hacerlo con la tranquilidad de sabernos en el lado correcto de la historia y que vamos por buen camino, aunque eso vaya a costar más pena que gloria o, en mi caso, más cárcel que libertad… pero en la prisión también se puede ser libre si uno no se rinde y sigue defendiendo aquello en lo que cree, porque, como dijo Albert Camus, “la verdadera generosidad para con el futuro consiste en entregarlo todo al presente”.