No siempre el nombre hace la cosa, pero sí que siempre se tendrían que poder decir las cosas por su nombre. En pocas ocasiones el caso tortosino ha sido tan paradigmático de aquella frase que dice que las elecciones municipales van más de personas que de partidos. No son solo las cosas que se hacen, también es quién las hace. Y sobre todo, el talante de la gente, que influye —y no poco— en la manera como después se actúa. No caeré en la cantinela de decir que toda la gente de Junts es de derechas. El viraje independentista de la última década muestra un espectro muy diverso de su militancia, dentro de la cual tengo amistades. A su vez, sin embargo, todo el mundo sabe que detrás del cambio continuado de siglas se esconden, según dónde, convergentes de toda la vida que han querido blanquear aquellas maneras de hacer caciquiles, tan torpes, con arrogancia y clientelismo. Tantos años aplicando aquello del 'conmigo o contra mí', al final a algunos se les ha vuelto en contra.

En la capital del Ebre ha llegado el cambio con un gobierno de izquierdas liderado por Jordi Jordan (Movem Tortosa), después de muchas legislaturas de oposición constructiva, después de 16 años continuados de gobiernos convergentes y después de que en 36 de los 44 años de democracia la ciudad haya estado en manos de la misma formación, con uno u otro nombre. Los extremos nunca son totalmente absolutos y, por lo tanto, no todo se ha hecho mal a lo largo de las décadas recientes, pero lo cierto es que las formas han pasado factura a una alcaldesa que no ha sido capaz de encontrar a ningún aliado que le prestara un concejal —ni que fuera en forma de abstención— para alcanzar un simple acuerdo de investidura, no ya de gobierno.

Las mismas normas democráticas a veces nos favorecen y otras nos perjudican. Las reglas del juego son las que son para todo el mundo, cuando nos gustan y cuando no. Como tortosina, celebro el cambio de gobierno en el ayuntamiento de mi ciudad (realmente hacía falta) y acepto que haya quien piense lo contrario. Como catalana, la operación hecha en Barcelona me entristece y me parece lamentable. Hay que decir, sin embargo, que hay notables diferencias: en la capital del país el pacto ha sido cocinado desde Madrid y en contra del independentismo. En Tortosa, el acuerdo se ha forjado desde la orilla del río mismo y a favor de la ciudad. Junts ganó las elecciones pero no tiene mayoría en el pleno. Junts, que aquí en gran medida sí que es la antigua CiU, no tiene una correlación de fuerzas favorable y el resto de partidos —que son todos de izquierdas, no como en Barcelona que se ha hecho palanca con el PP— han decidido apostar por el cambio, hecho totalmente legítimo.

Hay que conocer la realidad de cada municipio antes de juzgarlo a la ligera y tener presente la idiosincrasia de sus habitantes

Por primera vez desde 1979 en el consistorio tortosino no habrá ningún concejal del PP, ni de Ciudadanos, ni de Vox, ni de ninguna fórmula similar y en las sillas del salón de plenos veremos solo portavoces de cuatro partidos o coaliciones (Movem-PSC, ERC, CUP y Junts). Es lógico pensar, pues, que numerosos votantes de derecha y centro derecha, bastante huérfanos de estas opciones, se hayan decantado por una candidatura, Junts por Tortosa, que se acerca poco a la manera de hacer de otras formaciones que por todo el país tienen el mismo nombre. La marca local queda lejos de la percepción que se tiene de estas mismas siglas en otros lugares y desde hace cierto tiempo ha ido por libre en muchos aspectos (en la escisión de hace dos años, por ejemplo, se decantó por seguir al PDeCAT y por alejarse de la idea inicial de su fundador, el president Puigdemont).

Las izquierdas tortosinas suman más, simplemente bajo siglas diferentes. Los cuatro partidos progresistas, que se presentaron en tres candidaturas y que han llegado a un acuerdo de gobierno y de estabilidad, suman 5.851 votos, 400 más que los que ha sacado Junts, que ganó en las urnas pero que no suma bastantes apoyos, probablemente por una manera de hacer prepotente que le ha impedido llegar a acuerdos con aquellos mismos a quien ha menospreciado durante demasiado tiempo. Durante décadas se ha querido desacreditar a nivel personal y laboral a toda persona que les llevara la contraria o que, simplemente, no los votara y se ha querido ejercer un control férreo sobre la ciudad. Muy diferente de otros colegas comarcales o territoriales que, bajo las mismas siglas, han sabido tejer consensos y hacer pueblo.

Hay que conocer la realidad de cada municipio antes de juzgarlo a la ligera y tener presente la idiosincrasia de sus habitantes. Así como muchos hemos asumido la mayoría cuando la han tenido otros y hemos aceptado gobiernos en minoría cuando los han ejercido aquellos que no nos convencían ideológicamente, es de justicia ahora pedir respeto por este cambio tan necesario y entender la pluralidad de la ciudad. Solo desde la tolerancia y la humildad se puede avanzar y eso se pudo ver en la sesión de investidura del sábado, donde los abrazos sinceros y la emoción en los ojos denotaban que se había alcanzado un reto: empezar a gobernar la ciudad de otra manera. Ahora, habrá que hacer realidad el sueño. Harán falta generosidad y trabajo para sembrar en tierra buena que pueda dar sus frutos. Suerte y aciertos al nuevo gobierno municipal de izquierdas. Serenidad y firmeza. Valentía y amabilidad. El cambio es vida. Por la Catalunya libre. Por las Terres de l'Ebre.. Por Tortosa.