Estoy hasta la coronilla de ti, Brigitte Vasallo. Tu deshonestidad deliberada, tu sensacionalismo ideologizado, tu mala intención pasada por una indigencia intelectual que no puede camuflarla. Hacer de la incapacidad de reconciliarte con tu historia personal un arma contra "la catalanor" —que ni catalanidad quieres llamarle— y decir medias verdades para rellenar un argumentario que ni te molestas en asegurar que roce la realidad. "No solo tienes que hablar catalán y compartir tradiciones y códigos, sino que no se tiene que notar que no lo hablas en casa". ¿En qué país vives, Brigitte? A la mayoría de los catalanes se nos hace el culo coca-cola cuando detectamos que alguien se esfuerza por hablar nuestra lengua. Estamos tan heridos y tan desesperados, Brigitte, que hemos asumido que hablar catalán en Catalunya es un esfuerzo innecesario que en un extranjero es símbolo de bondad y merece agradecimiento. Lo peor de todo es que para adornarlo utilizas traumas de la hora del patio que son pseudociencia: cualquiera sabe —los datos lo demuestran— que las competencias de lengua catalana en las escuelas de las grandes ciudades del país no son las óptimas. Pero tú necesitas hacerte la víctima, Brigitte, necesitas sacar a pasear la lagrimita para convencernos de que la opresión la vives tú porque te piensas que el catalán no vale el gesto de hablarlo bien.

Pasas tu rechazo a la catalanidad como una cuestión de género porque ya ni disimulas, Brigitte, que no unes una idea con la otra

Ya te veía venir, Brigitte, y ya sé que toda esta llorera no es más que un profundo desprecio pasado por la pena. Es el mismo desprecio que blandes cuando procuras asociar la catalanidad a todo lo que es refinado, cuando dices que te apartas porque ya no quieres ser una "chica catalanita" —atención al diminutivo/despectivo— perfecta y educada. Pasando tu rechazo a la catalanidad como una cuestión de género porque ya ni disimulas, Brigitte, que no unes una idea con la otra. No te hace falta: solo utilizas la energía para ser la damnificada y dar la vuelta al mundo como un calcetín para que las circunstancias sean otras, concretamente, las que te dan la razón. "¿Qué tengo que hacer para volver a ser vuestra?" Lo tienes que querer, querida. Tienes que abandonar este españolismo furibundo que te ancla en identidades que justifican que te mantengas al margen. Tienes que desprenderte de estas ganas de azuzar el etnicismo y decirle a la gente que si tienen tales apellidos, no pueden ser catalanes. Que si sus padres son de aquí y de allá, siempre serán forasteros. Con ansias de ser alternativa, Brigitte, cada día te pareces más a Sílvia Orriols.

Como Albert Rivera, tú también sabes que la reivindicación de la 'xarnegor' como identidad paralela trabaja para la españolidad, porque justifica la no catalanización

"Yo escojo no pertenecer", dices. Querida, si no es que nos has estado escondiendo que haces vida de ermitaña, eso no se puede escoger. Ni que te fueras a vivir a las colinas hoy mismo, a base de voluntad no te podrías desprender del todo de la herencia cultural que cargas. Pero tú eso ya lo sabes, Brigitte. En el fondo, lo único que buscas es reforzar la idea de que desprenderse de todo es ser como tú. No ser de ningún sitio, ser "una persona deslugarizada" es posible, por eso dices "deslugarizada" en castellano. Eres el Albert Rivera desnudo con una mano en el paquete y la otra enseñando el DNI español. Él también quería resignificar la xarnegor, concretamente, quería que penetrara en la vida política del país la idea de que no hay que tener intención alguna de hablar catalán para serlo. Como él, tú también sabes que la reivindicación de la xarnegor como identidad paralela trabaja para la españolidad, porque justifica la no catalanización. Sabiéndolo, sin embargo, escoges deslomarte para quien blande la batuta.

Tanto texto para llegar a la conclusión de siempre: que la gente como tú tenéis una película de Dickens montada en la cabeza, en la que los hijos de inmigrantes de los sesenta todavía sois gente con las manos llenas de hollín y los catalanes os miran altivamente

Eres muy cansada, Brigitte, pero has entendido que en Catalunya, este españolismo pintado de ciudadanía del mundo que sirves, trabaja por desgaste. Ni te tomas la molestia de modificar un poco el discurso para que parezca que ha evolucionado. Nada: solo sois tú y tu turno de palabra en una opinión pública que recupera cíclicamente los mismos debates. Me he leído toda la entrevista en Crític para poder escribirte eso, Brigitte, y he quedado sorprendida de la paciencia que has tenido: no es hasta el último tercio del texto que —por fin— hablas de fábricas y luchas obreras. Tanto texto para llegar a la conclusión de siempre: que la gente como tú tenéis una película de Dickens montada en la cabeza, en la que los hijos de inmigrantes de los sesenta todavía sois gente con las manos llenas de hollín y los catalanes os miran altivamente. "Si eso tiene un interés social, lo dirá el conjunto de la sociedad", dices. Yo te diré más, Brigitte: tiene un interés electoral. Hay un interés político en que discursos como el tuyo clasifiquen a los votantes según su origen, en el que la adscripción nacional funcione por la sangre. Aquí te tengo que felicitar, Brigitte, porque en Twitter lo habrás tenido difícil, pero en el Círculo Ecuestre más de uno asentirá con la cabeza si en algún momento te lee. Querías que los refinados te vieran como uno de los suyos y parece que al final, cuando ya no te lo esperabas, lo has conseguido.