El mundo, básicamente, se divide entre los cursis para quienes, según el idiolecto, "cada día es una nueva aventura", y los que, en términos generales, creemos que los martes se parecen bastante a los lunes, que esta semana será casi gemela de la pasada... y seguid vosotros mismos con la ecuación temporal. Los bípedos del segundo tipo sabemos que, hasta el día de hoy, el independentismo siempre ha acabado obedeciendo las resoluciones de la JEC y de la judicatura española. Si nos guiamos por la racionalidad, cosa cada vez más difícil en esta tribu nuestra, recordaréis que el presidente Torrent no se jugó la trona ni el sueldo con el fin de investir a Carles Puigdemont, que el Poc Honorable Torra acabó retirando su pancartita playmobil del balcón de la Gene y que, con toda probabilidad, Laura Borràs retirará el acta de diputado al cupaire Pau Juvillà o será inhabilitada por haberse negado a ello.

A diferencia de los dos pobres machos que he mencionado, Borràs es una mujer inteligente que tiene el espíritu erecto de cara a la pretensión de eternidad política. Es así como, ayer mismo, la presidenta estrujó el reglamento de la cámara catalana para ver cómo podía detener la actividad semanal hasta el jueves por la tarde, momento en que se reunirá la Comissió de l’Estatut del Diputat (un órgano que, lo reconozco, acabo de tener el honor de conocer). Este benemérito encuentro dicen que tendrá como objetivo estudiar mejor la situación del diputado de la CUP y asegurar que el famoso 52% del independentismo haga caso al mandato de los ciudadanos de una forma que, insisto, de momento sólo hemos visto en las proclamas ardidas que acaban en humo. Siguiendo la reciente consuetud de destrozar nuestra bella lengua, los diputados aseguraban que harían todo lo posible para "blindar" a Juvillà. Dios lo ayude, pobrecito...

La gracia del tema, como informaba ayer mismo nuestra Carme Rocamora, es que la intención inicial de la presidenta del Parlament era detener totalmente la actividad parlamentaria para mostrar apoyo inequívoco a quien osó mantener lazos amarillos en la Paeria cuando era concejal. La realidad, como es evidente y por muchas comisiones que se organicen, es que Borràs sólo quiere dilatar el tiempo con el fin de presionar Esquerra, su aparente socio de gobierno en la lucha por la liberación nacional, y escribo "aparente" pues ayer (como veis, la actividad de la política catalana es frenética) la portavoz del ejecutivo, Patrícia Plaja, evitó valorar el comportamiento de Borràs afirmando que "no podemos entrar a valorar una decisión que, de hecho, no conocemos de primera mano". Ya lo ves, Laura; tú aquí currándote una nueva jugada maestra y los críos de Esquerra no tienen ni un minuto para hacer un whats a sus propios consellers.

Borràs ya habrá hecho números y ha considerado que, total, puede afrontar una inhabilitación light como la de Artur Mas para dedicarse a exprimir el martirologio de haber sido cesada mientras aprovecha para cocer a fuego lento su futuro político

No entraré a valorar el hecho de que un Parlamento que el independentismo había proclamado como la sacrosanta casa de la voluntad popular catalana, donde se podía-discutir-y-hablar-de-todo, acabe siendo el patio de escuela de unos políticos de chupete y sus vanidades de parvulario. Todo esto ya cansa mucho y sólo denigra, todavía más, el escasísimo peso de nuestras instituciones. Lo único interesante de todo es el movimiento político de Borràs. Primero, puesto que certifica que a Esquerra ya le va bien que la presidenta se haya metido toda solita en este pitote y lo acabe pagando con una inhabilitación (Borràs sigue siendo uno de los rostros más populares de Junts y, por muy poco, no le roba la cartera presidencial a Aragonès). Igualmente, en muchos sectores de Convergència también les va de coña que la presidenta y sus fans se piren de la política para que David Madí escoja un nuevo jefe de filas menos ruidoso.

Borràs ya habrá hecho números y ha considerado que, total, puede afrontar una inhabilitación light como la de Artur Mas para dedicarse a exprimir el martirologio de haber sido cesada mientras aprovecha para cocer a fuego lento su futuro político esperando que Esquerra se queme en las cantoneras de unas mesas de diálogo que no llevarán a ningún sitio y que Pedro Sánchez puede convocar cuando tenga la mañana libre. Por si acaso, e insisto en la inteligencia del personaje, en marzo del 2021 la presidenta se aseguró una plaza de funcionaria (española, of course) como profesora titular de Didáctica de la Lengua y la Literatura en la UB. Sea como sea, en un caso que hace traquetear el principio de no contradicción, Borràs ejercerá de valkiria de la represalia del mismo estado del cual cobrará la mensualidad. Puestos a ir tirando, es cierto, la universidad española será mucho menos que hacer de muleta del PSOE.

A mí, que Laura tenga que abandonar el vodevil catalán me sabe mal de verdad porque, como le he dicho personalmente alguna vez, en un país de mirada baja y cerebros más bien justitos, escribir sobre sus cabriolas me da mucho más gustito que ocuparme de las aventuras virtuales del pobre Puigneró en el Metaverse o de la calientasillas que Junts tiene en Barcelona (y que, por si no lo sabíais, acaba de ganar unas primarias contra ella misma). Explicar como el procesismo aniquila las almas se tiene que hacer cuando estas tienen una cierta altura. Con la gente que ya nace funcionaria como Aragonès o este crío de la CUP que acaba buscando amparo en los lacitos, la cosa no tiene gracia. No osaré pedir que "blindemos" a la presidenta, porque todo lo que queremos proteger de la metralla acaba más bien agujereado. Pero salvémosla que, cuando menos, nos ensalza el verbo y excita la sintaxis.